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domingo, 28 de agosto de 2011

Palabra para la Misión: Compartir la cruz, opción misionera de Cristo


XXII Domingo del T. O. / Por EUNTES
Año A – Domingo 28.8.2011

Jeremías 20,7-9 / Salmo 62 / Romanos 12,1-2
Mateo 16,21-27

Reflexiones

Es espléndida la afirmación de Pedro: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16: Evangelio del domingo pasado). Pero aún no es todo sobre la identidad de Jesús. Es importante afirmar la divinidad de Jesucristo, pero es más difícil afirmar su humanidad, con la consecuente posibilidad de sufrir y de morir (Evangelio). Por eso, Jesús, tras haber obtenido de sus discípulos la primera profesión de fe explícita en su mesianidad, da comienzo a una nueva fase en su predicación: “Desde entonces empezó Jesús a explicar…” (v. 21). Lo mismo que al comienzo de la vida pública, después de la fase preparatoria (bautismo en el Jordán y tentaciones en el desierto), Mateo escribe: “Desde entonces empezó Jesús a predicar y decir ‘conviértanse’...” (Mt 4,17). En el bautismo y en el desierto, Jesús había tomado decisiones muy claras sobre la manera de realizar la misión recibida del Padre para la salvación de la humanidad: la opción de ser y de vivir como hijo y hermano, la opción de renunciar a los medios fáciles e ilusorios del poder, la gloria y el bienestar... Fiel a sus opciones, hechas según el corazón de Dios, Jesús avanza con determinación hacia su hora, dispuesto hasta las consecuencias extremas. Se confía con sus discípulos y amigos, pero no acepta sugerencias, revisiones o descuentos de parte de personas que piensan solo a la manera humana, según la la carne y la sangre (Mt 16,17.23). Jesús muestra con claridad el choque, la incompatibilidad entre la manera de pensar según Dios o según los hombres (v. 23).


En línea con este planteamiento, el Evangelio de hoy continúa con la revelación de la identidad de Jesús con nuevos elementos. Él no es solamente el Mesías-Cristo, el Hijo de Dios (v. 16), sino también el siervo, que tiene que “padecer mucho… ser ejecutado y resucitar” (v. 21). Jesús enseña que en la nueva familia que acaba de anunciar, que es la Iglesia (ver el Evangelio del domingo pasado), también sus discípulos deberán compartir sus opciones, recorrer el mismo camino, si quieren continuar la misma misión. Por eso Jesús habla abiertamente a sus discípulos de la necesidad de negarse a sí mismos, cargar con su cruz y seguirle, perder la propia vida por causa de Él (v. 24.25), hacerse samaritanos y cirineos de los más débiles, como el Papa Benedicto XVI lo ha enseñado a los jóvenes en la reciente Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, invitándoles a rebelarse al conformismo, a la indiferencia, al individualismo que esclavizan, y a optar, en cambio, por Cristo y por el anuncio del Evangelio, don de vida y libertad. (*)


Antes de ser una exhortación moral y ascética a acceptar con paciencia y resignación las tribulaciones, las enfermedades y la muerte, estas palabras exigentes son una invitación para que el discípulo se identifique con el proyecto de Jesús y comparta sus opciones y su camino. “La lectura del Evangelio según los hombres es una exhortación a la resignación; por el contrario, Jesús no fue un resignado, más bien, dice, ‘es necesario que yo sea condenado’. ¿Por qué es necesario? Es necesario porque la opción que yo he hecho el día en que dije a Satanás ‘apártate’, renunciando al dominio, al lenocinio del bienestar físico y al milagro –las tres renuncias de Jesús en el desierto– conduce inevitablemente a mi condenación” (Ernesto Balducci). Por tanto, la cruz no es solamente un peso que es preciso cargar con resignación, sino como la conclusión necesaria de una decisión tomada libremente por Jesús en el desierto. Él está firme es su opción, rechaza las increpaciones de Pedro, nuevo satanás (v. 22.23) y lo coloca en su lugar de discípulo: a Pedro no le corresponde indicar sino seguir los pasos del Maestro. De lo contrario, la ‘piedra de construcción’ (v. 18) se convierte en ‘piedra de tropiezo’, escándalo (v. 23). Pensar como Dios es condición básica para realizar fiel y eficazmente la misión que Jesús confía a su Iglesia.


El misionero, al igual que el profeta que a menudo resulta incómodo e incomoda (I lectura), si vive identificado con su Maestro, lleva en sus entrañas un fuego incontenible que lo empuja a superar el desánimo y las adversidades (v. 9). Y a ofrecerse en cuerpo y alma como hostia viva (II lectura, v. 1), renovándose interiormente para saber “discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto” (v. 2). La naturaleza misma de la misión impone al evangelizador actuar inspirándose en el único Maestro y Salvador: Cristo. La historia de las misiones está llena de apóstoles apasionados por Cristo y por la humanidad: Francisco de Asís, Teresa de Ávila, Daniel Comboni, Teresa de Calcuta, Francisco Javier... quienes han optado por Cristo antes que ganar el mundo entero (Mt 16,26). Asimismo, los numerosos mártires de todos los tiempos. Esta fidelidad radical a Cristo es condición indispensable de eficacia apostólica. Y de verdadera felicidad en el servicio misionero.



Palabra del Papa

(*) “La pasión de Cristo nos impulsa a cargar sobre nuestros hombros el sufrimiento del mundo, con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes. Al contrario, se hizo uno de nosotros para poder compadecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre… Queridos jóvenes, que el amor de Cristo por nosotros aumente vuestra alegría y os aliente a estar cerca de los menos favorecidos. Vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer”.
Benedicto XVI
Conclusión del Viacrucis, en la Jornada Mundial de la Juventud, Madrid, 19/8/2011


Siguiendo los pasos de los Misioneros

- 28/8: S. Agustín (África del Norte, 354-430): se convirtió y fue bautizado en Milán por S. Ambrosio (Pascua de 387); fue obispo de Hipona. Es doctor de la Iglesia, maestro universal de experiencia humana, teológica y espiritual.

- 28/8: B. Junípero Serra (1713-1784), sacerdote franciscano español, misionero en México y entre las poblaciones americanas de California.

- 29/8: Martirio di S. Juan Bautista, testigo de la verdad, asesinado por el rey Herodes Antipas. - Otra fecha en la cual se puede hacer memoria de todos los misioneros mártires de cada época y lugar.

- ** Alrededor de esta fecha, el Martirologio Romano hace memoria de numerosos mártires (obispos, sacerdotes, religiosas, laicos) que fueron asesinados en lugares y épocas diferentes: persecuciones en Inglaterra, Revolución Francesa, guerra civil en España, campos de exterminio...

- 1/9: Jornada para la Salvaguarda de la Creación, don de Dios y compromiso de todos.

- 3/9: S. Gregorio Magno (540-604), monje, papa y doctor de la Iglesia, organizador de la vida monástica y litúrgica; envió a S. Agustín y a otros 40 monjes a evangelizar en Inglaterra (a. 597).

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WebJCP | Abril 2007