1.- Cuando yo era un chiquillo, mis queridos jóvenes lectores, a este sábado se le llamaba “de gloria”. Muy de mañana se celebraba una liturgia muy compleja. Quedaba al final, cerca del altar un grueso cirio, con unos abultados nudos de incienso y una gran pila de agua que se había bendecido. Durante el día, muchas familias cristianas, provistas de un recipiente, se acostumbraba a tener un bello frasco para ello, acudían a recoger agua bendita. En muchas cabeceras de las camas se tenía una diminuta pila donde se mojaban los dedos para santiguarse antes de irse a dormir. En una ventana, el domingo se había depositado el ramo bendito de la misa, implorando que la casa fuera protegida y para que la gente supiese que allí vivía una familia cristiana. De pequeño, mis padres me llevaron solo una vez, fue a la iglesia de los carmelitas de Burgos, todavía me acuerdo. Creo que de joven nunca asistí, no era costumbre. La fecha, en cambio, se notaba socialmente. En las normas de aquel tiempo, se prohibían los espectáculos y competiciones durante el jueves y el viernes. De gloria y fiesta era este sábado, que marcaba los estrenos cinematográficos…
2.- Supimos que el Papa, entonces Pío XII, había restaurado la antigua Vigilia Pascual. Yo ya era libre de salir sin necesidad de que me acompañasen. La lengua latina que se empleaba en la liturgia impedía que entendiéramos los textos, pero los ritos eran expresivos. No era una celebración obligatoria, de manera que las primeras que asistí, fueron en la catedral, único lugar de la población donde se celebraba. Cambió la cosa en mis tiempos de seminarista, pero fue cuando tuve posibilidad de estar rodeado de juventud, que pude gozar de esta Gran Vigilia.
3.- Os voy a contar iniciativas que teníamos, por si a vosotros, mis queridos jóvenes lectores, os pueden ser útiles. Organizábamos un concurso de punzones de madera, el que ganaba, gozaba del privilegio de ser el utilizado para grabar el cirio pascual. También de decoración de cirios personales, decía yo, que un cristiano que acudía a la Vigilia sin su vela, era como un torero en el ruedo, desprovisto de espada. La preparación de la leña para el fuego era cuidadosa, su encendido solemne al máximo. Hoy esto no nos está permitido y acudimos a subterfugios en el interior de la iglesia, que otro día os podré contar.
4.- A la hora del ofertorio, jóvenes y adultos traían su ofrenda. Recordábamos textos antiguos y costumbres que en algunos sitios no se han perdido y cada uno preparaba algo para presentar. Ahora no os hablaré en pasado, es cosa del presente. No falta nunca quien viene con pan ácimo, antes era harina. También vino apto para la misa. Cirios para el altar o bombillas para el lampadario. Bloques de papel útiles para la fotocopiadora, rotuladores, tapetes o tela para corporales o purificadores. En otro orden de cosas objetos para uso personal de los ministros que servimos al altar. También alimentos no perecederos para los pobres. Las madres de familia, preparan esta noche tortas, dulces o torrijas, para compartir acabada la liturgia. No se omite, para quien quiera obrar de esta manera, la posibilidad de depositar dinero, que siempre es útil. Preparar esto crea un ambiente de expectativa que se manifiesta cuando en la lectura evangélica se proclama: no le busquéis entre los muertos… ha resucitado. Este momento lo esperan impacientes los más pequeños, para prorrumpir en aplausos, a los que se incorporan de inmediato los mayores. Os aseguro que si entonces me emociono, también ahora que os lo estoy contando, lloro entusiasmado.
5.- Ha sido tal la expectación sincera y esperanzadora, que más de una vez, a última hora, poco antes de iniciarse la liturgia, me han dicho: oye, quiero confesarme, que hoy no puedo dejar de comulgar. También, confidencialmente os explico un pecado del que espero haya sido perdonado. Un día, en un momento que entusiasmado cantaba todo el mundo, quien tenía a mi lado me pidió: dame por favor la absolución. De inmediato le contesté: pero si estamos en misa…, a lo que me espetó: ¡no querrás que no comulgue esta noche! Y, sin que nadie se diera cuenta, le perdoné los pecados, que ya conocía de antemano. Se realiza así la Pascua íntima y personal. Si celebramos que Jesús paso de la muerte a la vida, pasa el penitente del pecado a la Gracia. Cosa esta de gran valor.
6.- Por supuesto que una tal celebración, máxime si lleva incluido un bautizo, que no siempre, dura, entre preparación inmediata, liturgia fiel y cantos alegres, acabando en la bendición solemne final, con amén gritando agradecidos, sus cuatro horas. Los pequeños han dormido casi todo el rato. Es la estampa más bonita de la noche: un niño en brazos de su madre. Algunos adultos han dado cabezadas, no han faltado chicos que enredaban. Cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas. Hay gente que dedica mucho tiempo a hacer cola para conseguir entradas para un partido o un concierto, nosotros le dedicamos a Jesús menos de lo que se merece, pero estamos contentos de una celebración a medida de lo que podemos.
7.- Mi homilía-mensaje ha sido hoy una narración, quisiera con ella haberos contagiado la felicidad que suscita la celebración pascual y que experimentada, os dure y os preguntéis sincera pero radicalmente en solitario ¿qué debo decidir para que dure en mí y para que pueda comunicar a otros esta felicidad que siento?
2.- Supimos que el Papa, entonces Pío XII, había restaurado la antigua Vigilia Pascual. Yo ya era libre de salir sin necesidad de que me acompañasen. La lengua latina que se empleaba en la liturgia impedía que entendiéramos los textos, pero los ritos eran expresivos. No era una celebración obligatoria, de manera que las primeras que asistí, fueron en la catedral, único lugar de la población donde se celebraba. Cambió la cosa en mis tiempos de seminarista, pero fue cuando tuve posibilidad de estar rodeado de juventud, que pude gozar de esta Gran Vigilia.
3.- Os voy a contar iniciativas que teníamos, por si a vosotros, mis queridos jóvenes lectores, os pueden ser útiles. Organizábamos un concurso de punzones de madera, el que ganaba, gozaba del privilegio de ser el utilizado para grabar el cirio pascual. También de decoración de cirios personales, decía yo, que un cristiano que acudía a la Vigilia sin su vela, era como un torero en el ruedo, desprovisto de espada. La preparación de la leña para el fuego era cuidadosa, su encendido solemne al máximo. Hoy esto no nos está permitido y acudimos a subterfugios en el interior de la iglesia, que otro día os podré contar.
4.- A la hora del ofertorio, jóvenes y adultos traían su ofrenda. Recordábamos textos antiguos y costumbres que en algunos sitios no se han perdido y cada uno preparaba algo para presentar. Ahora no os hablaré en pasado, es cosa del presente. No falta nunca quien viene con pan ácimo, antes era harina. También vino apto para la misa. Cirios para el altar o bombillas para el lampadario. Bloques de papel útiles para la fotocopiadora, rotuladores, tapetes o tela para corporales o purificadores. En otro orden de cosas objetos para uso personal de los ministros que servimos al altar. También alimentos no perecederos para los pobres. Las madres de familia, preparan esta noche tortas, dulces o torrijas, para compartir acabada la liturgia. No se omite, para quien quiera obrar de esta manera, la posibilidad de depositar dinero, que siempre es útil. Preparar esto crea un ambiente de expectativa que se manifiesta cuando en la lectura evangélica se proclama: no le busquéis entre los muertos… ha resucitado. Este momento lo esperan impacientes los más pequeños, para prorrumpir en aplausos, a los que se incorporan de inmediato los mayores. Os aseguro que si entonces me emociono, también ahora que os lo estoy contando, lloro entusiasmado.
5.- Ha sido tal la expectación sincera y esperanzadora, que más de una vez, a última hora, poco antes de iniciarse la liturgia, me han dicho: oye, quiero confesarme, que hoy no puedo dejar de comulgar. También, confidencialmente os explico un pecado del que espero haya sido perdonado. Un día, en un momento que entusiasmado cantaba todo el mundo, quien tenía a mi lado me pidió: dame por favor la absolución. De inmediato le contesté: pero si estamos en misa…, a lo que me espetó: ¡no querrás que no comulgue esta noche! Y, sin que nadie se diera cuenta, le perdoné los pecados, que ya conocía de antemano. Se realiza así la Pascua íntima y personal. Si celebramos que Jesús paso de la muerte a la vida, pasa el penitente del pecado a la Gracia. Cosa esta de gran valor.
6.- Por supuesto que una tal celebración, máxime si lleva incluido un bautizo, que no siempre, dura, entre preparación inmediata, liturgia fiel y cantos alegres, acabando en la bendición solemne final, con amén gritando agradecidos, sus cuatro horas. Los pequeños han dormido casi todo el rato. Es la estampa más bonita de la noche: un niño en brazos de su madre. Algunos adultos han dado cabezadas, no han faltado chicos que enredaban. Cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas. Hay gente que dedica mucho tiempo a hacer cola para conseguir entradas para un partido o un concierto, nosotros le dedicamos a Jesús menos de lo que se merece, pero estamos contentos de una celebración a medida de lo que podemos.
7.- Mi homilía-mensaje ha sido hoy una narración, quisiera con ella haberos contagiado la felicidad que suscita la celebración pascual y que experimentada, os dure y os preguntéis sincera pero radicalmente en solitario ¿qué debo decidir para que dure en mí y para que pueda comunicar a otros esta felicidad que siento?
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