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MISIONEROS EN CAMINO: VII Domingo del T.O. (Mt 5, 38-48) - Ciclo A: AMAD A VUESTROS ENEMIGOS
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sábado, 19 de febrero de 2011

VII Domingo del T.O. (Mt 5, 38-48) - Ciclo A: AMAD A VUESTROS ENEMIGOS


Publicado por Pastoral Vocacional

Dom Christian de Chergé, uno de los 7 monjes de Tibhirine, en Argelia, asesinados el 21 de mayo de 1996, dejó escrito en su testamento:
“Por esta vida perdida (totalmente mía y totalmente de ellos), doy gracias a Dios. En este GRACIAS yo os incluyo, por supuesto, amigos de ayer y de hoy, y a vosotros, amigos de aquí, junto a mi madre y mi padre, mis hermanas y hermanos y los suyos,
“Y a ti también, amigo del último instante (el asesino), que no habrás sabido lo que hacías. Sí, para ti también quiero este GRACIAS, y este "A-DIOS" en cuyo rostro te contemplo. Y que nos sea concedido reencontrarnos como ladrones felices en el paraíso, si así lo quiere Dios, Padre nuestro, tuyo y mío. ¡AMEN! ¡IN SHAL-LAH! “


El tema de este domingo es de los que nos hacen arrugar la cara.

Unos sentirán deseos de arrancar esta página del evangelio: “Jesucristo no sólo nos dice que no odiemos, sino que hemos de amar incluso a nuestros enemigos”.

Otros han dicho, y podemos decir: NO, esto es lo más original y revolucionario del evangelio.

Vamos a ver: Ya en el Antiguo Testamento se nos señala una buena "medida" de amor: el amor al prójimo como a nosotros mismos. Así imitaremos a Dios y seremos santos.

¿Cuál es la actitud de Dios que debemos imitar? Lo hemos repetido con el salmo responsorial: "el Señor es compasivo y misericordioso"; hace llover y salir el sol sobre todos, buenos y malos, dándonos así muestras de un corazón universal y no vengativo.

Por su parte, Jesús, en el evangelio, nos dice que ya no debe regir para los suyos la ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente. Lo que quiere decir: él otro no me habla, yo no le hablo; él me insulta yo le insulto. Los seguidores de Jesús deben aprender una nueva ley, la ley del amor. Y esto se concreta en “No vengarse del mal con el mal, sino intentar vencerlo con el bien; "poner la otra mejilla", “regalarle también la túnica", "recorrer con él no sólo una milla, sino dos", expresiones muy plásticas del nuevo estilo de vida de los discípulos de Cristo. Nosotros pensamos: Jesús exagera, “se pasa”. ¿Es verdad?

Lo primero que Jesús nos enseña es que el amor cristiano es gratuito. Lo otro (saludar al que nos saluda, tratar bien al que nos trata bien o para que nos trate bien) lo hace cualquier persona medianamente educada o interesada.

Lo de la mejilla o lo de la túnica no hay que tomarlo necesariamente al pie de la letra, sino desde la actitud incansablemente paciente que hemos de tener y desde el desprendimiento propio del cristiano. De hecho, cuando a Jesús le dieron una bofetada, en la Pasión, no puso la otra mejilla, sino que preguntó serenamente por qué le golpeaban, qué mal había hecho.

Lo que sí es absolutamente claro es que el amor cristiano rechaza la venganza y la violencia. Al instinto de venganza, Jesús opone la actitud de no violencia, pero no una no violencia pasiva, fruto más bien del miedo o de la cobardía, sino una actitud activa, que intenta instaurar un nuevo tipo de relaciones humanas, más allá de las exigencias de la mera justicia.

Cuando al enemigo le hacemos frente con sus mismos medios, es decir, le pagamos con la misma moneda: violencia por violencia, odio por odio, siempre saldrá vencedor el odio y todos seremos las víctimas.

Para Jesús, el enemigo es alguien que tiene una dignidad humana, por desfigurada que esté, que merece nuestro respeto y ayuda para que cambie en aquello que hace mal.

Para arrancar del mundo y de nuestra vida la violencia, Jesús nos dice “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen”. Lo que quiere decir: al enemigo, no se le puede vencer con odio y violencia. Al mal sólo se le vence con el bien.

Con el amor al enemigo intentamos desarmarlo, librarlo de su injusticia, integrarlo en el espacio del amor. Y todo eso, sin violencia, sin odio, sin recurrir a la fuerza. Pero también sin desaliento, sin ceder a su mentira e injusticia, y sin perder la confianza en su capacidad de cambio y de amor auténtico. Jesús nos invita a luchar contra el mal sin destruir a las personas, sin destruir al enemigo y adversario, si no respondiendo a su violencia con una bondad inexplicable. Quizá de este modo se convierta.

Los grandes pacifistas, como Gandhi, siempre han proclamado que solo la no violencia activa puede salvar a la humanidad. Después de leer la vida de Cristo, el mismo Gandhi decía: “Mientras no hayamos arrancado de raíz la violencia de la civilización, Cristo no ha nacido todavía”.

Solamente Jesús cumplió a la perfección la nueva ley del amor. Luchó contra el mal y no se calló ante las situaciones injustas e intolerables. Denunció el mal y perdonó. Murió pidiendo a Dios que perdonara a los que le mataban. Así nos enseñó a superar la ofensa con el amor, es el estilo del cristiano.

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WebJCP | Abril 2007