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miércoles, 19 de enero de 2011

¡Queremos Paz para Sudán! (El referendum)


Publicado por Esquila Misional

En este mes, Sudán del Sur deberá decidir en un Referéndum si se queda unido al norte –islámico-musulmán– o se convierte en la nación africana más joven. Antes y después de la independencia de Sudán, en 1965, hubo una serie de guerras civiles, la última de las cuales culminó en 2005 con la firma del Tratado de Paz entre el gobierno árabe-musulmán del norte y la población negra-cristiana o animista del sur. El pacto comprendía que después de 6 años se llevaría a cabo un Referéndum de Autodeterminación. Ésta es la historia y éstos los desafíos...

La Iglesia
por la paz de Sudán

«Al Referéndum da a’indu jayat katira fogo» («Este Referéndum viene cargadísimo de tantas cosas»), dice Josephine mientras barre las oficinas de Bakhita Radio, en Juba. La emisión acababa de anunciar que Salva Kiir, presidente de Sur Sudán, pidió al Consejo de Seguridad de la ONU el despliegue de tropas internacionales a lo largo de la frontera entre norte y sur. La decisión del gobernante, previa al Referéndum de Autodeterminación, fue rechazada por el gobierno de Jartum, quien argumenta que una resolución de este tipo requiere del consentimiento de ambas partes y que la ONU no tiene autoridad para emplear sus fuerzas en la zona. La petición obedecía a la preocupación del mandatario sureño porque el gobierno del norte esté preparando y movilizando sus tropas para la guerra. Estas noticias exponen una de las etapas más determinantes y críticas en la historia del país. Como dijo Josephine, son varios los «hilos» con los que el Referéndum se «está tejiendo» y cada uno amenaza con enredarse y convertirse en una maraña de sangre y violencia.

Unidad o separación
He vivido en Sudán por más de 11 años. Mi primera misión aquí fue en 1999, en un pueblo cercano al lindero entre norte y sur. Después viví cuatro años en Jartum, capital del norte. En 2004 fui asignada a Wau, Sur Sudán, y desde 2006 vivo en Juba, capital del sur. Mi labor consiste en dirigir la radio católica de la arquidiócesis de Juba: Radio Bakhita.

Haber vivido tanto en el norte como en el sur, antes y después de firmada la paz, me hace pensar seriamente en las consecuencias de una separación para ambas partes. Junto con la comunidad comboniana y la Iglesia local, vivo este tiempo de preparación al Referéndum con preocupación, y creo que, tanto unidad como separación, puede afectar a gente con la que he convivido y desarrollado mi trabajo como misionera comboniana.

Las radiodifusoras privadas, periódicos, televisión y radio estatal enfrentan tremendos retos y tratan de emitir un comentario o información sobre las dos opciones. En el norte, la prensa –potestad del gobierno y sus entes– habla sólo a favor de la unidad del país, mientras que en el sur quienes hablan de unidad son minoría.

Mientras pone la olla con agua en el fuego para hacer té, Mary, otra mujer sureña, añade que hasta el niño recién nacido sabe que es mejor la separación que seguir unido al norte.

Un pueblo conspirador
Como mexicana, frecuentemente pienso cómo se fraguaría la conspiración de Querétaro que dio inicio a la Independencia de México y me pregunto cómo serían las conversaciones entre Josefa Ortiz, Hidalgo, Allende y todos los que iniciaron el movimiento hace 200 años.

En los últimos meses, he recorrido varios estados y diócesis, y visitado las radios católicas que los misioneros combonianos y la conferencia episcopal han establecido en cada diócesis del sur después de la firma del Tratado de Paz.

Participar en reuniones y programas en cada lugar me hace sentir que también estoy haciendo historia con este pueblo; pienso que las generaciones venideras nos recordarán por las decisiones asumidas. Los conspiradores de Querétaro eran apenas un grupo de gente, en cambio, en el sur de Sudán, los conspiradores parecen ser todo el pueblo.

A partir de las elecciones realizadas en abril de 2010, el tema de conversación de todos los círculos es el Referéndum. En mercados, iglesias, autobuses, escuelas, reuniones de grupos sentados a la sombra de los árboles, en todo lugar del sur la gente tiene sólo una idea: separarse del norte. Más de cien tribus que habitan las regiones del sur parecen retener que este enero de 2011 votarán por la separación. Aquí, la palabra más escuchada es independencia, y el ansia de libertad se incrementa en las manifestaciones juveniles y políticas realizadas los días nueve de cada mes para recordar que a partir de este 9 de enero Sudán nunca volverá a ser el mismo.

La misma agitación y revuelco sucede al norte del país. Especialmente, se teme a las consecuencias de la separación. Los cristianos se preguntan qué giro y qué tono tomarán las Iglesias y cómo se verá afectada su vida diaria en la zona norte en caso de división.

Algunos grupos, no necesariamente cristianos, piensan que la separación es una solución extrema. Otros piensan que quienes han provocado e incendiado los ánimos revolucionarios no es el pueblo árabe o musulmán del norte, sino un grupo minoritario en el poder. «Todavía podemos vivir juntos», dicen y sostienen algunos en el norte.

Lo cierto es que el norte y el sur parecen dos realidades completamente diversas. Hace dos años estuve en Jartum, donde el desarrollo y el progreso relucen y son impactantes. Hasta hace algún tiempo mi idea sobre Jartum era la de una ciudad calurosa y árida. Pensaba que la belleza del sur, además de su gente, en general era su clima agradable, árboles, flores, jardines... Pero el Jartum actual es un vergel; hay parques, jardines, floresta e incluso ventiladores al aire libre que hacen el ambiente fresco y agradable, aún en las horas más calurosas del día. A esta belleza se suman las avenidas bien demarcadas y asfaltadas, tiendas de autoservicio, numerosos centros de abastecimiento de materiales para todas las necesidades, enormes edificios y muchas oportunidades de suministros y consumo.

En cambio, Juba es todavía una capital «en pañales», cuenta con sólo seis o siete calles asfaltadas y no hay alumbrado público en la mayoría de zonas citadinas. De hecho, aún no hay ni un sólo semáforo en toda la ciudad. Al igual que casi todas las ciudades del sur, Juba se abastece casi por completo de productos alimenticios, de servicios, construcción y desarrollo provenientes de países colindantes como Kenia, Uganda y República Democrática del Congo. Quien ha vivido en Jartum y ha gozado de sus servicios, sobre todo de escuelas y universidades, no quiere pensar en qué pasaría si el país se divide.

El gobierno del norte ha amenazado con quitar los servicios educativos y médicos y negar los derechos de ciudadanía y de propiedad a los sureños en caso de la separación. Esto quiere decir, que si los sureños deciden permanecer en el norte les serán negados todos sus derechos, y si deciden regresar al sur deberán comenzar desde cero.



Regresar a lo incierto
Las recientes confrontaciones y amenazas de guerra, tanto en zonas del norte como del sur, han motivado a muchas familias sureñas que viven en campos de refugiados en la periferia de Jartum y otras ciudades norteñas a tomar decisiones dramáticas. Una de las señoras que trabaja en Radio Bakhita en Juba me pidió, por ejemplo, un préstamo para que su familia regrese aquí. «Mi mamá y mis hijos están en Jartum; debo traerlos lo más pronto posible».

Morris, quien trabaja en la Comisión de Derechos Humanos en Juba me dice que ya cortó el cordón umbilical con el norte: «Ya me separé. Me traje a toda la familia. Mi mujer y mis hijos ya están en Juba». Morris confiesa que su mujer sufre, pues tuvo que vender o regalar todos los muebles de la casa que con tanta fatiga había logrado adquirir en Jartum. Para casi todos los sureños regresar al sur, después de haber vivido en el norte por más de 20 años, es otra ruptura más, un nuevo exilio. Si en Juba, el sistema educativo aún es muy precario y los servicios públicos deprimentes, volver al sur está siendo la solución obligada para muchos sureños radicados en el norte.

La Iglesia: promotora de paz
En Juba, y todas las regiones del sur, las mujeres están en la mira de muchas organizaciones internacionales y de la Iglesia. El hecho de que las féminas en esta zona son mayoría y que el analfabetismo es más alto en ellas, hace que en esta etapa tan importante muchas organizaciones realicen campañas para que las mujeres del sur entren a la dinámica de toma de decisiones y jueguen un papel activo en este Referéndum.

Cada mes, la arquidiócesis de Juba realiza un retiro con muchachas y señoras de todas las parroquias. En octubre pasado se invitó a una religiosa germano-francesa a un taller de trabajo donde casi 150 mujeres sureñas aprendieron técnicas de sanación y transformación para canalizar traumas, sentimientos y experiencias en sus vidas. Ellas han sido las víctimas más afectadas por los 50 años de guerra civil vividos en el país. La religiosa comentaba que al enseñarles las dinámicas y realizar los ejercicios notaba mucha tensión y violencia en ellas; manifestaban gran variedad de mecanismos de defensa que las ayudaban a sobrevivir a tanta violencia, privaciones y emociones vividas durante décadas de guerra.

La parroquia de San Vicente de Paul, administrada por los Salesianos de Don Bosco, también realiza actividades similares. En su escuela primaria ellos organizan seminarios y talleres de trabajo para que, tanto estudiantes como maestros, se ejerciten en el desarrollo de la paz. El último taller se llevó a cabo en octubre pasado y su tema fue: «Los maestros son agentes de paz, y los estudiantes pilares para una sociedad pacífica. Se espera que en el seno de la Iglesia local, éstas y otras actividades sirvan de fermento en la promoción de una paz duradera y justa, tan esperada y necesitada por este pueblo.



Una voz por la paz
«Deja hablar a las mujeres», dice una frase en la playera de un chico que va por la calle. Leo la frase y sonrío, pues en Radio Bakhita, la primera radio cristiana en la historia de Sudán, son las mujeres quienes hablan, informan y abren los micrófonos para dejar que hablen mujeres y hombres, grandes y pequeños.

Melania es viuda; su marido fue uno más de los desaparecidos en 1992, cuando mucha gente, incluyendo funcionarios públicos, fueron asesinados o desaparecidos por el gobierno de Jartum acusados de complicidad con los rebeldes y la guerrilla o por otros crímenes nunca probados. Después de sus estudios de secundaria fue maestra en los campos de desplazados de Jartum y, al regresar al sur, dejó en dicha ciudad a su mamá a cargo de sus dos hijos. Melania inició su capacitación en Radio Bakhita en 2007; aprendió computación, periodismo y radio. Ahora es jefa de programación en la transmisión matutina y dirige uno de los programas más críticos de la radio, «Juba Sunrise», un foro para que personas de todo los estrados sociales conversen libremente con algunos funcionarios políticos o de liderazgo en la comunidad sobre asuntos comunitarios. Y uno de los temas arraigados en la mente y en el corazón de todo sudanés, aquí y ahora, es el Referéndum.

Achiro siente que su función en Radio Bakhita no sólo es un trabajo, sino una vocación. Ella cuenta que se sintió llamada a pertenecer a nuestro equipo para escuchar y hablar a la gente y hacerlos más conscientes de la realidad y de los retos que la circundan. Su mamá murió hace años, ella es la mayor y debe mantener a su padre anciano y enfermo y a sus hermanos pequeños. Una de sus hermanas es invidente. Además de su trabajo en la radio y la responsabilidad de su familia, Achiro está estudiando segundo año de Economía en la Universidad Católica de Juba. Su programa, «Bits and Pieces», está lleno de realismo, cuando, junto con sus oyentes, analiza situaciones y realidades que los afectan.

Betty es jefa de la programación vespertina. Terminó su carrera en Administración de Empresas y, aparte de su trabajo como programadora, es locutora de uno de los programas más críticos de nuestra radio: «Referendum Journey». Ella no se deja intimidar por la cantidad de preguntas y comentarios de sus oyentes. En su programa siempre hay comentaristas que ayudan a profundizar los temas de reflexión y debate que se realizan tres veces a la semana.

La consistencia y frecuencia de la programación ha hecho de Radio Bakhita la radiodifusora que más ha contribuido a difundir todo lo que conlleva la decisión de unidad o separación en el Referéndum. El pasado 22 de agosto fueron inaugurados nuestros nuevos estudios, celebración donde participaron el arzobispo de Juba y los ministros de información del sur. Todos ellos consintieron y animaron la labor profética y firme que ha tomado Radio Bakhita en este camino hacia la consulta. Asimismo, los ministros reconocieron la contribución de dicha radio en la promoción de la educación civil, la labor informativa y de educación y el destacado papel que juega en la construcción de la paz.

Mujeres como Melania, Achiro, Betty y otras más, son las que han puesto a la vanguardia a Radio Bakhita, a pesar de dificultades, intimidaciones y acoso de que ha sido víctima dicha estación. Esta radiodifusora de la diócesis abre los micrófonos día con día para que todos los sectores de la población: mujeres, jóvenes, políticos, promotores de opinión y líderes de comunidades expresen sus puntos de vista sobre éste y otros temas que afectan su vida.

Ellas, junto con otros 19 chicos y chicas sudaneses que trabajan en esta radio siguen en pie, comprometidos con su función profética, educativa y de construcción de paz.

La Iglesia en oración
El pasado 21 de septiembre, Día Internacional de la Paz, en todas las diócesis de Sudán se lanzó la campaña: «101 días de oración por la paz en Sudán» como preparación al Referéndum. La cruzada concluyó el presente 1 de enero, Día Mundial de la Paz. El tema central de esta campaña fue: «Cambia el corazón y cambiarás al mundo».

El equipo coordinador preparó una oración (traducida en varias lenguas locales) que se recitó después de la comunión en todas las iglesias de Sudán, en las casas religiosas y de formación, en las reuniones de grupos parroquiales, en las radios locales y las escuelas.

Además, se prepararon 14 temas correspondientes a las 14 semanas de dicho periodo (entre el 21 de septiembre y el 1 de enero) que abordaron temas como: la labor de la educación en la promoción de paz y su relación de ésta con el desarrollo, la justicia, el cuidado de la Creación, los pobres y la paz dentro del núcleo familiar, entre otros.

La fuerza de esta campaña radicó en que la Iglesia en Sudán fue quien la realizó. La oración y los temas se rezaron y discutieron tanto en las aldeas del sur como en los campos de refugiados del norte. A las amenazas y pronósticos de guerra, la Iglesia en Sudán responde con un grito: «Queremos paz, Señor, danos tu paz».



La Iglesia sudanesa ante la comunidad internacional
Recientemente, una delegación compuesta por dos obispos católicos, uno anglicano y el Secretario General del Consejo de las Iglesias en Sudán, entre otros, visitaron las oficinas de la ONU en Washington. Durante su visita, el Secretario General, Ban Ki Moon, concedió a Sudán la prioridad en estos momentos y asumió redoblar esfuerzos para que el Referéndum se realice de manera pacífica, creíble y democrática. Además reconoció la importancia de los líderes religiosos, especialmente en la labor de reconciliación, y declaró que la ONU está dispuesta a colaborar con Sudán para que dicha elección se realice de manera pacífica.

Por su parte, el arzobispo anglicano sudanés, Daniel Deng Bul, aseguró que están sonando las campanas de alarma antes de que algo suceda, en particular, se refirió a la situación de los desplazados en el norte del país y a las poblaciones de la frontera entre norte y sur.

La delegación de la Iglesia católica solicitó apoyo y protección para los sureños que quieran permanecer en el norte y lo mismo para quienes decidan regresar al sur. En tanto, el obispo católico auxiliar de Jartum, Daniel Adwok, manifestó que aceptar la decisión del pueblo en el Referéndum significa reconocer los derechos y la dignidad de los pueblos del sur.

En esta reunión se subrayó la labor de la Iglesia en este momento crítico de transición. Se dijo que los líderes religiosos tienen dos funciones especiales: la primera, ser líderes de las comunidades; y la segunda, servir como puente entre las diferentes y variadas etnias e instituciones que componen el país.

En resumen, en este y muchos otros encuentros se constata que la Iglesia, presente tanto en el norte como en el sur de Sudán, es la única que puede ayudar a amalgamar, reconciliar y ayudar a sanar las heridas de este pueblo, independientemente de que se decida por la unidad o la independencia.

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WebJCP | Abril 2007