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MISIONEROS EN CAMINO: EL BAUTISMO DEL SEÑOR (Mt 3,13-17): Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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sábado, 8 de enero de 2011

EL BAUTISMO DEL SEÑOR (Mt 3,13-17): Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por Dabar

VOCACION Y DESTINO

Los cuatro evangelios narran el bautismo que recibió Jesús y conceden especial importancia a este hecho, porque representa el punto de partida de su ministerio público. A su vez, los cuatro coinciden, cuando relatan el bautismo de Jesús, en dos cosas: en primer lugar, la venida del Espíritu; en segundo lugar, una proclamación divina asociada a esa venida. En cuanto al descenso del Espíritu, hay que tener en cuenta que, según el judaísmo antiguo, la comunicación del Espíritu significaba lo mismo que inspiración profética, es decir, la persona que recibía el Espíritu era llamada por Dios para ser su mensajera. Por lo tanto, en el momento de su bautismo, Jesús recibió del Padre la vocación y el destino que marcó y orientó su vida.

Ahora bien, ¿en qué consistió concretamente esta vocación y este destino? Como vemos en el Evangelio de hoy, la proclamación divina que acompañó la venida del Espíritu fue: “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto”. Estas palabras se refieren al texto del profeta Isaías que leemos en la primera lectura (Is 42,1), que es el comienzo de los cantos del siervo de Yaveh, en los que se presenta a este siervo como la persona solidaria con el pueblo, que sufre y da la vida por él. La figura del siervo es Palabra de esperanza para los cautivos que son esclavos de la injusticia; es una imagen que habla del Dios que toma partido, solidario con los que sufren. En el siervo el Espíritu de Dios urge el derecho, la justicia; es luz para todas las personas que no ven sentido. El modo del siervo es suave, pero firme; no quiebra lo frágil pero no se quiebra en su misión.

Por consiguiente, con ocasión de su bautismo, Jesús experimentó su vocación. Y esa vocación es el destino del siervo, que se solidariza con el pueblo y sufre y muere por salvarlo. Jesús acepta y asume conscientemente esa vocación y ese destino en la vida. Y esto, justamente, es lo que no comprendía Juan el Bautista; de ahí su desconcierto cuando vio que Jesús venía a ser bautizado. Porque, para el Bautista, los caminos del mesías tenían que ser caminos de poder y de juicio. Sin embargo, para Jesús, el camino que se traza a partir del bautismo es el camino de la solidaridad radical, de la lucha por la justicia, del bien y de la sanación hasta entregar la propia salud. Éste es el sentido radical y fuerte que tiene el bautismo cristiano, interpretado a partir del propio bautismo que recibió Jesús.

En consecuencia, la persona que ha recibido el bautismo queda vinculada a Cristo de la forma más estrecha y profunda posible: en su vocación y en su destino. Primero porque la vida misma de Cristo la anima, segundo porque adopta la misma conducta que Jesús. El bautismo es el punto de partida de una vida que actúa y va en la dirección de lo que fue la existencia de Jesús. Con la evolución y madurez de la persona el punto de partida se consolida y profundiza. Es difícil, sí, pero no es algo imposible. La persona bautizada es una persona de Espíritu, animada por una fuerza que le sobrepasa. No se trata solamente de una fuerza intimista de devoción y afecto. El Espíritu es una fuerza que empuja a los creyentes a dar testimonio de Jesús hasta el fin de mundo (He 1,8), una fuerza que impulsa a practicar la justicia de Dios, es decir, a ponerse de parte de todos los desgraciados y oprimidos de este mundo y para defender eficazmente su derecho.

La Iglesia es la comunidad de las personas bautizadas; el bautismo es el sacramento que la configura. A partir de ahí, la Iglesia es, en el mundo entero, la comunidad de las personas que, libre y conscientemente, han asumido un destino en la vida: la solidaridad y la entrega de la vida por los demás. La Iglesia es la comunidad compuesta de seres humanos que existen para los demás seres humanos sin distinción ni exclusión. Es la comunidad de las mujeres y hombres a quienes guía y lleva el Espíritu. Es la gran comunidad de comunidades que vive lo que representa y exige el bautismo. Esto es la Iglesia aunque, a veces, parezca otra cosa y todas y todos somos responsables de ello.

MARICARMEN MARTÍN
carmen@dabar.net


DIOS HABLA

ISAIAS 42,1 4.6 7
Así dice el Señor: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas».

HECHOS DE LOS APOSTOLES 10,34 38
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones, acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».

MATEO 3,13 17
En aquel tiempo, fue Jesús desde Galilea al Jordán y se present6 a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?» Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere». Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: «Este es mi hijo, el amado, mi predilecto».



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
Contexto. El pleito de Dios con los otros dioses (41, 21 29) la sentencia judicial emitida es rotunda e inapelable: 'todos juntos eran nada; sus obras, vacío; aire y nulidad sus estatuas'. Y frente a estos ídolos que sólo son viento (rûh) el autor nos presenta al elegido (bhr) del Señor sobre quien reposa su espíritu (rûh). Es el primer cántico del siervo (otros cánticos: 49, 1 6; 50, 4 9; 52, 13 53, 12). La consecuencia es clara: resulta abominable escoger (bhr) a los ídolos (41, 24).
En este primer cántico, el autor usa un lenguaje velado y obscuro: ¿Quién es el siervo? ¿Ante quiénes se presenta? ¿Cuál es su misión? ¿Se refieren al siervo los vs 5 9? Todo son hipótesis; la opinión más corriente sostiene que Israel, en su misión histórica, es el personaje de estos cuatro cánticos.

Texto. Elección, presentación y misión del siervo.
La misión tiene su fundamento último en la elección o llamada del Señor (vs. 1 6). Por voluntad divina el siervo está equipado con el don del espíritu, al igual que lo estaban los jefes carismáticos y los profetas de Israel (Jue 6,34; 1 Sm 11,6; Is 6; 11,2ss), pero la elección de éstos no se hacía de forma pública como la del siervo. El 'mirad a ...' (v. 1) exige unos testigos y evoca la presentación pública de los reyes ante el pueblo (cfr. 1 Sin 16: David, equipado con el don del espíritu, es proclamado rey). Así el siervo es mediador carismático y posee, además prerrogativas reales.
Su misión es hermosa, pero muy dura ya que debe 'implantar el derecho en la tierra...'; idea que repite machaconamente: traer, promover, implantar la justicia. i Casi nada! Este reinado de justicia, y no de violencia, debe traducirse en obras muy concretas: abrir los ojos de los ciegos, sacar a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas (v.7). Ceguera, prisión, tinieblas son algo negativo que ha de transformarse a través de un obrar liberador: abrir, sacar... La teología de la liberación es muy bíblica, por eso todo ser humano con vocación de redentor debe ser necesariamente liberador (términos idénticos).
La forma de actuar del siervo en nada se parece a la del común de los mortales: 'no gritará, no clamará...' (v.2); no se hace propaganda electoral, ni busca compensación alguna. Muchas veces su premio será el sufrimiento, pero no importa ya que nunca vacilará ni se quebrará (v.4). Siempre confiado, transmitirá este sentimiento incluso a aquellos que están a punto de extinguirse: 'la caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará'. La postura del siervo es firme, inquebrantable en el cumplimiento de su deber.
Reflexiones. Nuestro mundo está lleno de 'voceras' que van pregonando a los cuatro vientos sus puntos de vista, políticos o religiosos. Luchan, sin desmayo, para apoderarse de los medios de comunicación y así poder ganarse un mayor número de adeptos, discípulos, electores... Son dueños de púlpitos y tribunas desde las que hablan 'ex cathedra'. No admiten vacilación alguna, opción en los demás; gritan, vocean, insultan y hasta anatematizan. ¿En qué se parecen éstos al siervo humillado y confiado de esta lectura?
Muchos hablan de liberación, de redención.. ., pero se mojan muy poco en la charca de la vida. Pasan muchas horas discutiendo, concienzudamente, sobre la ortodoxia o heterodoxia de una doctrina, pero ahí se acabó todo. ¿Cuántos ojos ciegos sanan? ¿A cuántos liberan de los lazos de la esclavitud o de la densa tiniebla? En nada se parecen a nuestro siervo.
Escuchemos a Quevedo ‘...Preguntaron a Jesús «si era el prometido, el que había de venir». Y Cristo respondió con obras sin palabras; pues luego resucitó muertos, dio vistas a ciegos, pies a tullidos, habla a los mudos, salud a los enfermos, libertad a los poseídos del demonio. Y después dijo:«Id, y diréis a Juan que los muertos resucitan, los ciegos ven...». Quien a todos da y a nadie quita; quien a todos da lo que han menester y desean, ése rey es, ése es el Prometido, es el que se espera y con él no hay más que esperar. Pobladas están de coronas y cetros estas acciones. No dijo: «Yo soy rey»; sino mostróse rey. No dijo: «Yo soy el Prometido»; sino cumplió lo prometido. «No hay que esperar a otro»; sino obró de suerte, que no dejó qué esperar de otro...’
Me 1,11 y Mt 3,13 17 usan este texto para presentarnos a Jesús. El es el verdadero liberador: sin vocear pasó por este mundo haciendo el bien, dio ánimos a la caña cascada, jamás dejó de preocuparse por los demás. Sumisión le trajo sinsabores, pero nunca rebló.



SEGUNDA LECTURA

Esta lectura es un párrafo del largo capítulo 11 de Hechos, dedicado a la conversión de Cornelio. Más concretamente se trata de un fragmento del discurso de Pedro que se extiende hasta el v. 43 y que explica este importante suceso. Acontecimiento importante porque representa la primera apertura del mensaje evangélico a gentiles propiamente tales y no simpatizantes del judaísmo, como era el etíope de Hch 8,26-39.

El motivo cristológico ofrece elementos comunes con otras presentaciones del anuncio primitivo (existencia de Jesús, alusión a su actividad pública, muerte y resurrección, terminando con la dimensión salvadora por la fe en Él). Pero se destaca el matiz de la misión universal del Jesús, que impide toda privatización, monopolio o reduccionismo.

Hay un par de alusiones a la historia de Jesús, concretamente la mención del bautismo y el comienzo del ministerio/misión en Galilea. Efectivamente no es improbable que Jesús, en cuanto hombre, descubriera su misión de evangelización con motivo de un bautismo recibido de Juan.

Lucas presenta el bautismo de Jesús, como el momento de su unción por el Espíritu y fundamento de todo el resto ; también ve a Jesús en su bautismo recibiendo la misión descrita en Is 58,6 y 61,1-2 de anuncio y realización del Reino a los pobres y a todos, con los consiguientes beneficios en todos los planos. Ello se hace según los planes de Dios, simbolizados en ese hecho.

Lo de menos es la realidad fáctica de lo ocurrido, sino su significación en cuanto nos presenta una vez a Jesús en su misión universal, material y espiritual, humana y divina.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
V.13 En aquel tiempo. Esta fórmula introductoria habitual de las traducciones litúrgicas responde en esta ocasión al adverbio temporal entonces, con el que el evangelista relaciona el texto de hoy con las declaraciones del Bautista sobre el que va a venir después de él.
V.15 Cumplir todo lo que Dios quiere. Traducción acertada del original griego cumplir toda justicia. Dos términos característicos del vocabulario de Mateo. Cumplir es un hacer dando plenitud de sentido al pasado. Justicia denota plena aceptación de la voluntad de Dios, pleno cumplimiento de la Torá o Ley de Dios.

2. Texto
Vs.13-15
Con frase inicial detallada y, a la vez, escueta, Mateo da cuenta de la presencia voluntaria de Jesús en el Jordán, en respuesta a la petición de conversión formulada por Juan. Jesús acudió a Juan para que éste lo bautizara.
El diálogo posterior entre Juan y Jesús saca al bautismo de Jesús fuera del marco pecado-conversión y lo enmarca dentro de la Voluntad de Dios, a la que Jesús ha venido a dar plenitud de sentido. Así cumplimos lo que Dios quiere. El adverbio así recalca enfáticamente la conveniencia de que Jesús sea bautizado por Juan, por encima y más allá del riesgo de ser catalogado como pecador.
Vs.16-17
Recogen una escena de revelación divina a través de la imagen (se abrió el cielo y vio al Espíritu de Dios posarse sobre él en forma de paloma) y de la palabra (éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto). La palabra desarrolla y concreta el sentido de la imagen.
Mateo escribe con la mirada puesta en sus lectores, ante quienes se abren los cielos y quienes escuchan la voz del cielo. El lector asiste así a los prolegómenos de una nueva creación. El Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas (Gén.1,2). El lector sale del texto con la certeza de saber que quien ha sido bautizado por Juan es la Palabra creadora, el Hijo singularmente único de Dios.

3. Comprensión actualizante
Seguimos en tiempo de Epifanía. La de hoy no es una Epifanía para los pueblos, sino una Epifanía para el pueblo de Dios, para los lectores del texto agrado.
Este es mi Hijo, dice la voz celeste. Esta epifanía, esta manifestación tiene muy poco en común con el boato y la grandilocuencia de las epifanías de los reyes helenísticos. Domingo para la contemplación silenciosa ante cualquiera de las múltiples muestras pictóricas del bautismo de Jesús.
De esa contemplación podemos extraer tres enseñanzas de cara a revitalizar nuestro bautismo:
l. Estar bautizado es haber apostado por la voluntad de Dios, a riesgo de ser mal visto.
2. Estar bautizado es haber recibido el Espíritu de Dios con vistas a una acción creadora.
3. Estar bautizado es saberse llamado por Dios hijo suyo.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net


NOTAS PARA LA HOMILIA

JUAN PROPUGNA EL CAMBIO
En determinados momentos de la historia, pretender mantener las soluciones anteriores a los problemas que se viven ahora, es una forma de obstinación que supone mucha dificultad para el encuentro con quienes viven bajo el dilema de la fidelidad a una tradición pero sufren las consecuencias de los nuevos problemas.
Juan Bautista encarna esa realidad. Ve que la tradición se agota pero no ve todavía el futuro con claridad. Por eso intuye la llegada de Jesús. Presiente un cambio que él no acierta a expresar y nos pide estar preparados para el cambio. Iniciar de nuevo la marcha de la vida por caminos nuevos. Como los antiguos padres que salieron de Egipto, como los antepasados que cruzaron el Jordán, como los anhelante de una libertad que siempre se pone ámbitos nuevos en los que abrirse paso.
Si en la antigüedad había sido el ámbito político y el cultural, ahora era la comprensión de la ley. Libertad respecto a un legalismo que tenía atado y atrapado a un pueblo, el pueblo de la libertad interior.
Acude, pues, al Jordán y allí convoca a sus paisanos. El bautismo en las aguas del Jordán significará ese deseo, tan sentido, de buscar ser libres. No desmadrados, tal como entendían los fariseos que veían como alternativa a la legalidad estricta solo el desorden.

JESÚS PONE LAS BASES
En medio de esa situación religiosa y social, con las tensiones que todo intento de cambio introduce en las relaciones de quienes piensan de forma distinta, aparece Jesús que quiere unirse al grupo de los que están por el cambio.
Junto a un río que, como el mar Rojo, con sus aguas separa a unos y otros, para dar paso, a la otra orilla, a quienes anhelan la libertad y para sepultar en sus aguas a quienes se niegan a vadear el cauce. Entre unas aguas que a unos aúpan hacia niveles más altos de vida y a otros sepultan en sus abismos, allí donde se toman las decisiones que parecen complicar la vida pero la transforman, allí aparece Jesús.
Juan se queda en suspenso, procede a bautizarlo como signo de decisión y descubre, atónito, que en Él esta la respuesta. Con Él viene el descubrimiento de las bases del cambio y la posibilidad de experimentar la libertad ante el legalismo infantilizador y acusador.

NOSOTROS PODEMOS DISFRUTARLO
Nada hay más liberador y potenciador de la persona que la experiencia de sentirse y saberse hijo. El esclavo no tiene nada propio ni puede tomar decisiones de ningún tipo, bien lo saben ellos. El criado o mayordomo, tiene una cierta autonomía bajo el control continuo de su señor. El hijo goza de la comprensión adelantada de un padre, sabe que no lo van a despedir ni echar ni obligarle. No tiene que hacer méritos porque su condición lo libera de la carga de tener que ganarse el cariño y el reconocimiento. Por ser hijo, solo por eso, ya es querido.
El cambio se da en la propia comprensión cuando uno entiende que trata con alguien que es su padre, quien, además, es un padrazo. Y ese cambio nos lo hace posible el Hijo, enviado para hablarnos de lo bien que se está viviendo desde esa condición a la que todos estamos invitados. Una condición que el pobre Juan Bautista no llegó a entender y no llegó a disfrutar, por eso es más grande que cualquier profeta pero menor que cualquier discípulo de Jesús.
En nuestra condición, ser hijos nos hace pertenecer a la familia, tener los privilegios de la familia y esperar heredar el patrimonio familiar que, en este caso, es el cariño, el perdón y la vida sin límites.

JOSE ALEGRE ARAGÜES
pepe@dabar.net





PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él
(Mt 3, 16)

Preguntas y cuestiones
Revisar nuestra condición de bautizados, cómo la vivimos, en qué la expresamos, como la comunicamos.
¿Sentimos de verdad que el Espíritu de Dios se ha posado sobre nosotros?


PARA LA ORACION

Nuestra oración se dirige a Ti, Dios a quien llamamos Padre porque cambias nuestra condición y nos haces sentir la alegría de sentirnos tus hijos, libres de tener que ganarnos tu favor, como los esclavos y los criados. Haz que extendamos esta experiencia a otros que te buscan necesitados de amor y comprensión.
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Todo lo que somos está reflejado en un Pan que es la necesidad de tantas hambres por saciar en este mundo de necesitados. En un vino símbolo de todos los anhelos de alegría, de paz y bienestar. Ellos son, también, los signos de tu presencia y cercanía con nosotros, necesitado, sobre todo, de Ti.
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Nunca podremos reflejar en palabras toda nuestra gratitud hacia Ti que has cambiado de un modo tan profundo nuestra vida.
Cuando muchos de los creyentes se sienten atemorizados en tu presencia porque te tienen por un Señor arbitrario o imponente, nosotros hemos tenido la suerte de conocer tu realidad de Padre bondadoso y comprensivo. Eso nos ha hecho sentir la libertad interior de vivir como hacen nuestros hijos en casa, dueños y señores de lo que en ella hay, y seguros del amor familiar que les acoge de tantas tensiones profesionales, personales y sociales.
El amor tuyo nos hace pasar del miedo por nuestras defectos a la preocupación solidaria por quienes lo pasan mal. Ya no estamos obligados a cumplir una serie de leyes, sino invitados a buscar a los pobres, necesitados y débiles, para echarnos una mano de ayuda unos a otros.
Te damos las gracias porque Jesús, con su mensaje, hizo posible este cambio en nosotros. Tan grande como el que sintieron los judíos al pasar el mar Rojo y el río Jordán. Ahora, desde nuestra libertad, te cantamos con alegría para darte gracias.
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Que nuestra alegría, Señor, Dios bueno, la sepamos transmitir a las personas que nos rodean en la vida, para que, así, les hagamos descubrir la posibilidad de una vida mucho más plena, feliz y servicial, en la búsqueda de un mundo más humano y esperanzado.



LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
Sed bienvenidos a la celebración de este domingo que pone fin a las fiestas de Navidad. La fiesta y las lecturas nos invitan a hacer una revisión de nuestra condición de bautizados. Como Juan hacía en su tiempo, hoy somos convocados de nuevo al Jordán, al río en donde él bautizaba para pedir un cambio en la sensibilidad religiosa de sus paisanos. Tendremos que pensarlo.

ACTO PENITENCIAL
Dios nos conoce, nos acepta, nos perdona, nos quiere. Somos sus hijos. Seamos sinceros y miremos en nuestro interior lo que hay, sin asustarnos.
- Tú que nos conoces en esta condición humana que tantas veces nos cansa y nos impacienta. Señor, ten piedad.
- Tú sabes lo que es vivir sometidos a la limitación, al cansancio y al desánimo, Tú eres nuestra esperanza. Cristo, ten piedad.
- Tú que transformas nuestro interior dándonos un espíritu nuevo de energía y decisión. Señor, ten piedad
Acéptanos, pues, Dios que eres un Padre bueno. Cámbianos para que seamos, como Tú, capaces de aceptar a los demás como son y haznos hermanos y comprensivos

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Con la genialidad que le es propia a Isaías, de un modo bello, sencillo, imaginativo y humano, nos describe le horizonte de una convivencia y un sentido religioso que, lejos de las triquiñuelas de detalle, va al fondo del sentido de Dios en la vida. Ayudarnos a caminar con nuestras limitaciones, animarnos a la compasión y la ayuda mutua, empeñarnos en no dejar de seguir adelante.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 28)
El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
El Señor bendice a su pueblo con la paz.
La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica.
El Señor bendice a su pueblo con la paz.
El Dios de la gloria ha tronado. En su templo un grito unánime: «¡Gloria!» El Señor se sienta por encima del aguacero, el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor bendice a su pueblo con la paz.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Pedro resume y sintetiza la misión de Jesús en línea con lo que ha sido su experiencia del tiempo que ha convivido con Él y que recoge, a su vez, lo anunciado por Isaías. En Jesús, todos encontramos apoyo para caminar, acogida como iguales, el perdón del Padre, como hijos y la libertad interior por no sentirnos acusados ni rechazados.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Juan, que nota el cansancio de sus contemporáneos por la incapacidad de las estructuras religiosas, políticas y sociales de su tiempo para dar respuesta a los problemas de la gente, convoca a los necesitados de un cambio y les anima a iniciarlo en su corazón. Allí descubre a Jesús que puede significar la base de un nuevo sentido de Dios.

ORACIÓN DE LOS FIELES
En forma de súplica le presentamos a Dios nuestras preocupaciones y las necesidades de nuestro mundo.
- Para que los bautizados seamos una referencia que ayude a encontrar al Dios del amor que tantos echan en falta y no terminan de creer. Roguemos al Señor
- Para que en nuestra comunidad pensemos si no tendremos que cambiar alguna actitud que refleje mejor nuestra fe. Roguemos al Señor.
- Para que quienes sufren las consecuencias de un mundo que piensa más en cifras que en personas nos sientan a los cristianos cerca y solidarios. Roguemos al Señor.
- Por los jóvenes y niños que no son educados en la fe, la esperanza y el amor, para que les ayudes a descubrir que estás a su lado ayudando a ser personas. Roguemos al Señor.
Escucha, Dios bueno, estas oraciones que reflejan la situación de un mundo que te necesita. Ayúdanos a transformarlo y a hacerlo más humano.

DESPEDIDA
Hemos celebrado la Misa no por cumplir una obligación, sino por la experiencia del perdón, que nos hace más libres para compartir la esperanza, y nos encarga la misión de llevar a otros la alegría de la vida vivida con Dios. El bautismo nos introdujo en la comunidad que siente a Dios como compañero de camino y que quiere ser una ayuda para que otros tengan la misma suerte de encontrar al Dios que anunciaba Jesús. Que lo llevemos con paz y ánimo.


CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada: Cerca está el Señor, del disco «Cristo vive» (Ed. San Pablo); Nueva vida (1 CLN 426); Un solo Señor (1 CLN 708).
Salmo: LdS
Aleluya: Aleluya, del disco «Cantos para participar y vivir la Misa».
Ofrendas: Este pan y vino (1 CLN H 4).
Santo: 1 CLN I 7.
Comunión: A las fuentes de agua viva («16 Cantos para la Misa»); El Señor nos ha reunido junto a El («Vive», de Kairoi); Delante de Ti, Señor, mi Dios («Cantos para participar y vivir la Misa»).
Final: Vosotros sois la luz del mundo (1 CLN 406).



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007