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sábado, 11 de diciembre de 2010

Palabra para la Misión: Jesús y el Bautista: dos formas de entender la Misión

III Domingo de Adviento
Año A - 12.12.2010 - EUNTES

Isaías 35,1-6.8.10 / Salmo 145 / Santiago 5,7-10
Mateo 11,2-11

Reflexiones

Juan el Bautista y Jesús: están en juego dos concepciones diferentes acerca de la misión del Mesías. Se confrontan -y casi chocan- dos maneras de entender al Mesías: ¿juez severo y reformador social, o bien mensajero de misericordia y acogida de todos? Una duda verdadera, más que comprensible, asalta a Juan el Bautista (Evangelio), encerrado en la oscura y solitaria cárcel de Maqueronte. El austero predicador con palabras de fuego (ver el Evangelio del domingo pasado) tiene momentos de incertidumbre. “¿Eres tú… o debemos esperar a otro?” (v. 3). ¿Cuál es la verdadera identidad de ese Jesús, personaje misterioso, atractivo pero desconcertante? Juan está quizás desorientado con respecto a este Jesús: excesivamente preocupado por los pobres y los últimos, no desbarata el sistema social, no condena y no rechaza a nadie, no destruye a los pecadores, acoge a todos, va en busca y da esperanza a los últimos… ¿Qué tipo de Mesías es éste, si de veras fuera él? Juan es un modelo de búsqueda tenaz y apasionada de Dios y del Mesías; es un modelo de creyente: no es malo dudar, tener dificultades para creer, no entender el sentido de la vida o cómo actúa Dios… El Bautista nos enseña a no encerrarnos en posturas preconcebidas. Él está abierto a confrontarse: no rechaza al Mesías, aunque no lo entiende o no va según sus esquemas, sino que lo busca para comprenderlo mejor…

Jesús no da respuestas teóricas a los discípulos de Juan: les remite a los hechos y les invita a leer los signos. Las “obras de Cristo” (v. 2) revelan su identidad: los hechos son elocuentes por sí solos, hablan, anuncian antes, y a menudo mejor, que las palabras. Jesús señala seis prodigios patentes, en favor de ciegos, cojos, leprosos, sordos, muertos, pobres (v. 4-5). Son signos que hablan del poder y de la misericordia de Dios; todas son acciones para dar vida. Todos por igual tienen acceso a Dios, nadie queda excluido. No existe condena para nadie, para todos hay misericordia. Aun para los más miserables y desesperados siempre hay una buena noticia. A cualquiera, en cualquier situación que esté, se le debe decir: “También para ti hay salvación!”


A su pariente y amigo Juan, antes de emitir un gran elogio de él declarándolo el mayor “entre los nacidos de mujer” (v. 7-11), Jesús dirige también una delicada invitación a revisar sus posturas, lanzándole una bienaventuranza: “¡Dichoso aquel que no se escandalice de mí!” (v. 6). La invitación valía entonces y vale hoy igualmente: la atención y el cuidado de los últimos son signos que por sí solos anuncian, antes que las palabras, que allí está presente el Reino de Dios. Desde siempre, las obras realizadas en nombre y por amor a Dios hacen misión, evangelizan, revelan el rostro de Dios que es amor. Una misión que no fuera acompañada por obras de misericordia, de desarrollo, de promoción humana, defensa de los derechos de las personas, tutela de la creación, no sería la misión de Dios y de la Iglesia. No se trata de obras con fines proselitistas, para atraer a la gente, sino de respuestas a necesidades de las personas más débiles; respuestas dadas con gratuidad, inspiradas por el amor. En nombre de Dios.


Todo el mensaje de la Palabra de Dios en este domingo es que nadie queda excluido del gozo mesiánico: ni los minusválidos en el cuerpo, ni los pobres, que son los primeros destinatarios del Evangelio de la vida. En tiempos de máxima destrucción, deportaciones, ruinas y muerte, el valiente profeta (I lectura) invita al gozo y a la esperanza. Si no hablara en nombre de Dios, sería un iluso, un insensato. Sin embargo, se fía de Dios, sabe que Él tiene un proyecto de amor y de liberación para su pueblo. Para ello hay una doble invitación: esperar con gozo al Señor que viene a salvarnos (v. 1-4), esperarlo con paciencia (II lectura). Como el agricultor laborioso que, mientras espera la lluvia y los frutos, no permanece inactivo, sino que trabaja en su campo, labra la tierra, siembra, limpia, riega…


El tema del gozo es tradicionalmente fuerte en el III Domingo de Adviento, que justamente se llama “Gaudete” (estén alegres), ya desde el canto de entrada, que ofrece enseguida la razón de tanto gozo: porque “el Señor está cerca”. Su presencia en la vida de cada uno y en la vida social no quita espacio al hombre, más bien lo ensancha. (*) “Quien busca a Dios encuentra siempre la alegría, mientras que quien busca la alegría no siempre encuentra a Dios. Quien busca la felicidad antes que a Dios y fuera de Dios no hallará sino vanas apariencias, «cisternas agrietadas, que el agua no retienen» (Jer 2,13)” (R. Cantalamessa). La obstinada invitación cristiana a la esperanza y al gozo es un rechazo a los predicadores de desventuras: no obstante los signos contrarios, el creyente sabe ver, en la filigrana de la historia, los signos del proyecto de Dios que se va cumpliendo. Acabo de regresar de un viaje misionero a Tailandia y Vietnam, donde, personalmente, he visto signos evidentes de esperanza y de vida, que confirman que el Reino de Dios y la Iglesia están presentes y creciendo.



Palabra del Papa

(*) “El cristianismo no era solamente una «buena noticia», una comunicación de contenidos desconocidos hasta aquel momento... Eso significa que el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva”.

Benedicto XVI
Encíclica Spe Salvi, 30 de noviembre de 2007, n. 2


Siguiendo los pasos de los Misioneros

- 12/12: Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, aparecida sobre la colina del Tepeyac en México (1531) al indígena San Juan Diego, con un mensaje de esperanza en los comienzos de la evangelización de América: “No temas. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”
- 14/12: S. Juan de la Cruz (1542-1591), sacerdote carmelita español, místico y doctor de la Iglesia, reformador de la Orden Carmelitana junto con S. Teresa de Ávila.
- 14/12: S. Nimatullah Youssef Kassab Al-Hardini (1808-1858), sacerdote maronita libanés, hombre ascético, entregado al estudio y a la actividad pastoral.
- 16/12: B. Felipe Siphong Onphitak (1907-1940), padre de familia y catequista, protomártir de Tailandia. Cuando el párroco fue expulsado, lo escogieron para ser guía de su comunidad y, más tarde, fue asesinado en Mukdahan. En Tailandia se cuentan también otros mártires (2 religiosas -ver 26/12- y 4 laicos), además del B. Nicolás Bunkerd (12/1).

- 17/12: S. Juan de Mata (1154-1213), sacerdote francés, fundador de la Orden de los Trinitarios, para el rescate de los esclavos.

- 18/12: Jornada Internacional de los Trabajadores Migrantes (ONU, 1990).

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WebJCP | Abril 2007