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MISIONEROS EN CAMINO: Materiales liturgicos y catequeticos: III Domingo de Adviento (Mt 11, 2-11) - Ciclo A
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miércoles, 8 de diciembre de 2010

Materiales liturgicos y catequeticos: III Domingo de Adviento (Mt 11, 2-11) - Ciclo A



Monición entrada:
(A)
Seguimos avanzando en nuestro caminar por el tiempo de Adviento. Si hasta ahora se nos llamaba a la esperanza, hoy se nos llama a la alegría. Todavía no es la alegría desbordante de la Navidad, pero sí es la alegría propia de quienes saben que con Jesucristo sus vidas pueden cambiar, y este mundo puede ser distinto.

(B)
Juan Bautista, uno de los personajes más característicos de este tiempo de Adviento, era la voz que gritaba en el desierto, invitando a la gente a la conversión, al cambio, al arrepentimiento para recibir a Jesús que trae la salvación y la vida. Pero nuestro principal personaje en el tiempo de Adviento, es MARIA, la joven de Nazaret, la virgen creyente. Ella estuvo siempre dispuesta a colaborar con Dios; fue siempre fiel al camino que Dios la pedía.

(C)

Hoy comienza la tercera semana de preparación a la Navidad. El Señor quiere venir a nuestra casa. Seguro que necesitamos preparar muchas cosas. Lo primero, tener la puerta bien abierta; seguro que necesitamos, también, un poco de limpieza.
Hay manchas que se quitan fácilmente. Basta con pasar un trapo o una fregona. Pero otras es más difícil. Se necesita un buen detergente o una mano de pintura.
Pero lo importante es que la casa tenga un ambiente acogedor y cálido. De eso vamos a tratar en esta celebración. No lo dejes para otro día porque el Señor llega de inmediato. Quizás hoy mismo. Ábrele tu puerta, prepárale tu casa, ofrécele tu corazón...
Saludo

El Señor, que viene a salvarnos, esté con todos vosotros.

Pedimos perdón

(A)

En silencio, en la presencia del Señor, le pedimos que nos renueve.

• Tú, que eres ayuda permanente para cuantos confían en ti: SEÑOR, TEN PIEDAD ...
• Tú, que nos das tu amor para que crezcamos en entrega y servicio: CRISTO, TEN PIEDAD...
• Tú, que nos ayudas a vivir creando fraternidad: SEÑOR, TEN PIEDAD...

(B)

Dios y Señor del universo,
Dios de corazón de padre y de madre.
Dios con entrañas de ternura
que no puedes olvidarte de nosotros.
Dios conmovido,
Dios movido por la misericordia:
ten piedad de nosotros,
no nos muestres el poder de tu cólera
sino la riqueza de tu amor.
Aunque cambien las montañas de sitio,
aunque las colinas se allanen,
aunque todo se venga abajo,
Señor, que tu ternura no nos abandone.

SEÑOR, TEN PIEDAD...
CRISTO, TEN PIEDAD...
SEÑOR, TEN PIEDAD...

(C)

La debilidad de nuestra fe pide signos y más signos para creer. SEÑOR, TEN PIEDAD...
La dureza de nuestro corazón nos impide aceptar tus obras. CRISTO, TEN PIEDAD...
La superficialidad de nuestros ojos nos vela la verdad de tus obras. SEÑOR, TEN PIEDAD...


Escuchamos la Palabra

Monición a la lectura

En los momentos en que sintamos tristeza y depresión o cuando nos veamos en situaciones desesperadas, nos vendrá muy bien leer esta página de Isaías, profeta consolador. ¡Cómo necesitamos a los profetas!...
Esto no es un sueño. Es el anuncio de una realidad transformadora. “Dios viene en persona”. Y Dios es bendición y es gracia, lo deja todo lleno de hermosura y de vida. Al paso de Dios todo se renueva.

Lectura del profeta Isaías

El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría.
Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará.
Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará, y volverán los rescatados del Señor.
Vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.

Palabra de Dios

Salmo: Ven, Señor, a salvarnos

Monición al Evangelio

No siempre es fácil reconocer ni al enviado ni la salvación que Dios ofrece. Sobre todo si no coincide con nuestros esquemas mentales o religiosos. Se necesita un serio análisis, una búsqueda sincera y un saber aceptar lo bueno venga de donde venga. Juan Bautista obró así.


+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras de Cristo, le mandó a preguntar por medio de dos de sus discípulos: - ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Jesús les respondió: - Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. ¡Y dichoso el que no se siente defraudado por mí!
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: - ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis, a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito:
“Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti”.
Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista, aunque el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él.

Palabra del Señor

Homilías

(A)

Ser cristiano no consiste en hablar. Al hombre no se le mide por lo que habla, sino por lo que hace. Hay quienes hablan mucho y no hacen nada. Hay quienes hacen mucho y hablan poco. Vale más un corazón sin palabras que palabras sin corazón.
Hablar es fácil, prometer es fácil. Al naranjo, sin hablar, se le conoce por su madera, sus hojas, sus flores y sus frutos.
Al buen carpintero lo conozco no por lo que dice, sino por sus obras. Igualmente a la buena modista.
Ser cristiano no es saber mucho de la Biblia, saber mucho de Dios, etc. Hay analfabetos que son unos verdaderos santos y hay sabios que son unos verdaderos canallas.
Cuentan que un hombre, ya mayor, casado, se convirtió y se bautizó. Por lo visto, todavía no estaba bautizado.
Un compañero de trabajo, también sin bautizar, un día le preguntó, en tono de burla: «Si te hiciste cristiano, dime quién es Cristo, dónde nació, dónde vivió, dónde murió».
El pobre convertido era analfabeto y no podía responder a tantas preguntas, pero le contestó: «Mira, yo no tengo cabeza para aprender tantas cosas como tú me preguntas. Pero te puedo decir que, antes de bautizarme, yo era un borracho, maltrataba a mi mujer, los hijos me tenían mucho miedo; cuando llegaba a casa borracho, los hijos se echaban a llorar y se escondían. Desde que me convertí, no me he vuelto a emborrachar, no he vuelto a maltratar ni a insultar a mi mujer, y los hijos ya no me tienen miedo, sino que me quieren mucho».
Hermanas y hermanos: al cristiano se le conoce por su conducta, por su comportamiento.
Juan el Bautista estaba en la cárcel porque, cuando mandan los bandidos, los buenos tienen que ir a la cárcel. Desde allí envió a dos discípulos a Jesús para preguntarle si era él el Mesías, es decir, el Salvador que iba a venir al mundo y del que hablaban las páginas de la Biblia. Fue entonces cuando Jesús no les presentó palabras, les presentó obras: daba vista a los ciegos, daba oído a los sordos, hacía caminar a los tullidos, resucitaba a los muertos y todas sus preferencias eran por los pobres. ¡Y cuánto nos cuesta a nosotros darles preferencia a los pobres!
Cristo tuvo, sobre todo, obras en favor de los demás. Pasó por el mundo haciendo el bien.
Ser cristiano no es prometer, ni es protestar, ni es reclamar, aunque tenemos que protestar contra las injusticias y tenemos que reclamar lo que nos pertenece. Ser cristiano es, sobre todo, remediar; es tender una mano hacia aquel que nos necesita.
Cuentan que un hombre vio en la calle a una niña aterida de frío y hambrienta. Este hombre se enfadó con Dios, diciéndole: «¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para remediarlo?».
Durante un rato, Dios guardó silencio. Pero aquella noche aquel hombre oyó una voz que le decía: «Ciertamente he hecho algo. Te he hecho a ti para que socorrieras a la niña» .
Hermanas y hermanos: lo cristiano no es quejarse, sino remediar.
Decía Jesús: «Si no creéis mis palabras, creed a mis obras».
Es que son las obras las que indican si somos cristianos de verdad.


(B)

El tiempo corre. Ya están cerca las fiestas navideñas. Respiramos “final”, “despedidas”, “reuniones”... que anticipan todo. La Navidad es tan familiar que no hay sitio ni tiempo para los que vivimos y trabajamos juntos todos los días. Tenemos que adelantar las celebraciones y casi ni días hay para “llegar a todos”.
Al reflexionar sobre el evangelio de hoy me ha venido a la mente esta expresión: todo al revés. Te adentras en Dios y descubres que Dios te da la vuelta a todo. Dios pone a los últimos en primera fila; a los que no valen para “modelos” los elige para realizar en ellos obras grandes. Dios se fija en todos los que los criterios del mundo desprecia.
Me encanta ver dudar y hacerse preguntas al profeta más grande. Juan Bautista. Me da mucha tranquilidad saber que él se planteó la pregunta ¿Será o no será el Mesías? Me han asustado más de una vez esas personas que lo tienen todo muy claro, esas personas que hablan muy bien de Dios y dicen cosas preciosas, pero después, cuando te detienes a ver su vida, te empiezas a preguntar: dicen una cosa, pero su vida no está todavía al revés, siguen buscando los puestos, siguen pidiendo que se les llame de manera diferente, siguen bien pegados a los que son ricos y tienen algo que dar, siguen mandando a distancia, siguen los mismos criterios que el mundo (aunque de forma un poco disimulada), siguen... sin que lo de Jesús les haya puesto al revés.
Y de este profeta que duda, de este profeta que está encarcelado por decir la verdad, de este profeta que ha honrado su alma en el silencio del desierto, de este profeta que ha dicho que él no es nada, ni digno de desatar las sandalias del Mesías, de este profeta buscador insaciable de la verdad, no de los primeros puestos, de este profeta que se llama Juan, el Mesías hace un gran elogio: es más que profeta. Y lo dice en el momento de duda del profeta, o mejor, en el momento de búsqueda de la verdad. Dudar y buscar es lo que hace grande a este pregonero del desierto. ¿Cómo se va a buscar si no se duda? ¿Cómo se va avanzar si ya crees haber llegado? Los grandes del mundo le han quitado todo y le quitarán la vida. Pero no le arrebatarán ni su palabra ni su mirada para descubrir a los ciegos que ven y a los que eran cojos recorriendo caminos impensados.
Todo lo de Dios es siempre al revés. Es mucho el cambio que se nos pide para ponernos en la buena dirección. El cimiento de nuestra vida no pueden ser los que los grandes de la tierra buscan. Ésa no es una buena base.
Me quedo en silencio ante la contestación que Jesús da a los discípulos de Juan: decid a Juan lo que oís y lo que veis: los cojos andan, los ciegos ven... ¿Dónde están los que ven y los que andan? ¿Dónde están los que tienen ganas de Dios y le buscan y tienen sed y hambre de Él? ¿Dónde están los pobres recibiendo la Buena Noticia? ¿Dónde? Confieso que me lleno de un cierto pesimismo y que mis ojos no son los ojos del profeta y, menos aún, los del Mesías... Mis ojos ven más lo que se ve. Mis ojos ven hoy mucho desinterés por Dios y por lo de Dios...
Estaba pensando todo esto y de pronto me viene a la imaginación el último cursillo de catequistas... Después de hablar con una catequista anciana, no pude por menos de expresar: Dios está aquí. Dios está con ella. En esta anciana Dios se palpa, Dios humilla mi sabiduría. No pasó por la universidad ni fue al extranjero a formarse. No salió prácticamente de su pueblo. Tuvo un sacerdote santo que le dio ilusión y fortaleció sus piernas vacilantes.

Todo lo de Dios es al revés.
Y tú, ¿qué dices de todo esto?
Te dejo para que te digas algo. O para que mires dónde hay cojos que andan y ciegos que ven. Haberlos, los hay.
Ponte al revés.

(C)

Muchos hombres y mujeres viven con la oscura convicción de que Dios es una presencia opresiva y dañosa para el hombre. Pensar en él, les crea malestar. Están convencidos de que Dios no deja ser ni disfrutar. Y, naturalmente, han terminado por prescindir de él.
Son personas que, tal vez, durante años han acudido a misa domingo tras domingo, pero nunca “han celebrado la eucaristía” ni la vida. No han dado gracias a Dios por la existencia ni se han sentido alimentados interiormente.
Son hombres y mujeres que, quizás, se han confesado de sus pecados durante años, pero no han experimentado el gozo, la fuerza renovadora y la liberación que nace en la persona cuando se sabe perdonada en las mismas raíces de su ser. Les parecía un castigo horroroso acercarse a recibir el don que más debería apreciar el hombre.
La moral cristiana siempre les ha parecido una carga insoportable y un fastidio. La mejor manera de hacer la vida de las personas más dura, pesada y molesta de lo que ya es en realidad. Una imposición más o menos represiva. Nunca una liberación y crecimiento personal.
Su relación con Dios ha estado impregnada de un temor oscuro e inevitable. ¿Cómo acercarse gozosamente a Alguien que nos presiona con castigos infinitos e inexplicables?
Estas personas necesitan escuchar hoy una noticia importante. La mejor noticia que puedan escuchar si saben realmente entender lo que significa. Ese Dios al que tanto temen, NO EXISTE.
Sería monstruoso pensar en un Dios que se acerca a los hombres precisamente para agravar nuestra situación e impedir nuestra felicidad.
Dios no es carga, sino mano tendida. No es represión, sino expansión de nuestra verdadera libertad. Dios es ayuda, alivio, fuerza interior, luz.
Y todo lo que impida ver la religión como gracia, apoyo al hombre, alegría de vivir, alivio ante la dura tarea de la existencia, constituye sencillamente una deformación, una grave perversión o un inmenso malentendido, aunque lo hagamos con la mejor intención.
Cuando Jesús, encarnación del mismo Dios, se presenta al Bautista, viene a anunciarse como alguien que ayuda a ver, que ofrece apoyo para caminar, que limpia nuestra existencia, nos hace oír un mensaje nuevo, pone una buena noticia en nuestras vidas. “Dichoso el que no se siente defraudado por mí”.
Dentro y fuera de la Iglesia, para practicantes y alejados, para creyentes y para quienes dudan, Dios siempre es el mismo: perdón sin límite, comprensión en la debilidad, consuelo en la mediocridad, esperanza en la oscuridad, amistad en la soledad.

(D)

El Evangelio de este tercer domingo de Adviento puede resultarnos un tanto extraño y como fuera de contexto. Y sin embargo, yo lo vería como algo previo a la entrada de Jesús en nuestra historia. Porque en realidad aquí nos topamos con dos realidades:

La última tentación de Juan
No es fácil saber qué idea pudo tener Juan sobre Jesús.
Su predicación era anuncio del que ya estaba viniendo. Posiblemente él seguía con su mentalidad del Antiguo Testamento, pero en el fondo, sentía que la primavera estaba a punto de estallar. Se vio a sí mismo:
como el que va por delante preparando caminos,
como el que no es pro anuncia al que es,
como el que sabe que las cosas tienen que cambiar..
Sabe que su vida solo tiene sentido desde el que ya está pero a quien nadie conoce todavía. Y su vida entera fue una entrega a la causa del que está viniendo.
Pero ahora Juan está en la oscuridad de la cárcel.
¿Y dónde está El?
¿Qué está haciendo Jesús por él?
¿Dejarle que se pudra en la penumbra de un calabozo?

Sus discípulos le traen noticias de los comportamientos de Jesús. Pero Jesús no se deja ver por allí. Y las noticias que le cuentan no parecen coincidir del todo con la novedad que él esperaba. Y comienzan las dudas.
¿Habré estado yo equivocado?
¿Será realmente Jesús el Mesías que él anunciaba?
¿Será realmente Jesús el verdadero Mesías?
Yo lo he dado todo por él, pero él ni se acerca ni mueve un dedo por mi.

Es la última tentación de Juan. Es la tentación de todo creyente cuando siente que Dios no responde a la idea que nosotros nos habíamos hecho de él. O cuando Dios pareciera desentenderse de nosotros y nos deja solos y abandonados en la humedad y la oscuridad de la cárcel de nuestros problemas. O cuando no lo vemos y sentimos que tampoco nos escucha, ni nos hace caso.

El carné de identidad
Es entonces que Juan envía a sus discípulos a reclamarle a Jesús su identidad. “¿Eres realmente tú el que ha de venir o tenemos que seguir esperando a otro?” “¿Eres tú el que yo anuncié como el Mesías prometido o realmente me equivoqué de persona y tendremos que seguir esperando?”
Juan estaba seguro de lo que proclamaba y anunciaba.
Juan estaba seguro de la mesianidad de Jesús.
Pero ahora que le cuentan lo que hace, comienza a entrar en dudas.

Y Jesús más que darles respuestas claras del sí o del no, sencillamente les presenta su carné de identidad. “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo: los ciegos ven, los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la buena noticia. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!”



El carné de identidad de Jesús no son sus palabras, sino las actitudes y los hechos de vida. Su carné de identidad son los ciegos, los cojos, los leprosos, los sordos, los muertos y los pobres. Es el mismo carné que firmó Isaías en el capítulo 35,1-6.

Cuando uno viaja a otro país, tiene que pasar necesariamente primero por la Policía. Allí tiene que presentar su Pasaporte o su Carné de identidad. Solo entonces le permiten pasar. De lo contrario ni puede pasar ni entrar, ni siquiera a recoger sus maletas. Tiene que identificarse.

A Jesús, Juan le pide que se identifique. Y Jesús enseña su Carné de identidad: “se anuncia el Evangelio a los pobres”. Esa es su verdadera seña de identificación.

A Dios le pedimos que se identifique. Que nos muestre su Carné o Pasaporte de identificación. Para muchos resultan documentos poco válidos. Exigen documentos que respondan mejor a nuestras exigencias. “Anunciar el Evangelio a los pobres”, no es hoy un Pasaporte con demasiados éxitos de circulación por la vida.

También al cristiano y a la Iglesia se le pide hoy su “Carné de identidad”.
¿Podremos decir que nuestra predicación hoy es “buena noticia”, es “Evangelio para los pobres”, para los que sufren, para los marginados, para los que no tienen voz, para los que socialmente no son?

Cuando llegó por primera vez a Belén, llegó de noche. La policía ya dormía y nadie le pidió documentación. Sin embargo, los documentos de Jesús estaban claros: un establo, unos animales, unos pastores. Jesús entró a nuestro país que es el mundo, con el “carné de Evangelio de los pobres”.
Nosotros ¿no tendremos caducado nuestro Carné de identidad? ¿No tendremos que renovarlo para que se nos reconozca como seguidores de Jesús?.


Oración Fieles:
(A)

Al presentar nuestras oraciones al Dios del consuelo y de la misericordia, decimos:
VEN, SEÑOR JESÚS.
Para que los que viven tristes y desesperanzados sean consolados.
VEN, SEÑOR JESÚS.
Para que los enfermos, los ancianos, los que están solos y todos los que sufren sean acompañados y atendidos.
VEN, SEÑOR JESÚS.
Para que la Iglesia y todos nosotros demos testimonio de Jesús y de su Evangelio.
VEN, SEÑOR JESÚS.
Para que todos los que creemos en Jesús seamos testigos de fe y de esperanza.
VEN, SEÑOR JESÚS.
Oremos: Ven, Señor, a salvarnos y derrama sobre nosotros tu perdón y tu gracia.


(B)

Al Dios que viene en persona a salvarnos, al Dios que es fuente de consuelo y fortaleza, al Dios de quien procede toda gracia le dirigimos nuestras súplicas.
Para que el Señor fortalezca nuestros corazones tímidos y nuestras voluntades débiles. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Para que nos llene de consuelo y alegría y nosotros podamos consolar y alegrar a quienes lo necesiten. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Para que sepamos descubrir la presencia de Dios en nuestras vidas. ROGUEMOS AL SEÑOR.
Para que nos sintamos siempre solidarios con los más necesitados. ROGUEMOS AL SEÑOR.

Oremos: Ven, Señor, a salvarnos, porque sin tu gracia y sin tu ayuda, nada somos y nada podemos.

(C)
Con la alegría propia de quienes saben que el Señor siempre cumple sus promesas, oremos.

• Por las personas a las que Dios más ama: las que sufren, las que tienen el corazón desgarrado, las personas que están cautivas o prisioneras, hambrientas o excluidas. Roguemos al Señor.

• Por las personas “sin hogar”; por quienes se comprometen a trabajar para que la vivienda digna esté al alcance de todas las personas. Roguemos al Señor.

• Por quienes, en medio de la dureza de la vida, saben transmitir a su alrededor esperanza, alegría y confianza. Roguemos al Señor.

• Por la Iglesia entera; sobre todo por quienes en ella ejercen ministerios, con la misión de comunicar la Buena Noticia de la misericordia y el amor de Dios. Roguemos al Señor

• Por quienes celebramos esta eucaristía y por quienes, en el mundo entero, esperan con alegría la fiesta del nacimiento del Salvador. Roguemos al Señor.

Señor Dios, Padre de los pobres y desamparados, escucha nuestra oración, muéstranos tu bondad y danos un corazón generoso para allanar el camino del Salvador. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.


Ofrendas
(A)

Oración al encender el tercer Cirio de la Corona de Adviento

Si se utiliza esta simbología…

«Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: ¡Sed fuertes, no temáis!». Con estas palabras del profeta Isaías, la Iglesia nos invita a entrar en el gozo del tercer Domingo de Adviento.
Encendamos el tercer cirio de la corona de Adviento. Jesús, con su luz, nos ilumina.

Mientras se enciende el tercer cirio (los dos anteriores están encendidos desde el principio),
se canta, o alguien recita esta oración:

En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz.
¡Ya llega el mensajero!
Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Al encender esta tercera vela queremos ser antorcha tuya para que brilles en medio de este mundo.
¡Ven, Señor, a salvarnos!

Piedras...

Hay piedras en el camino... ¿Qué cosas representan las piedras?...
Tal vez nuestro egoísmo, la falta de amor... Tal vez cada piedra represente todas esas veces que pensamos en nosotros mismos antes que en los demás. Las piedras son nuestras pequeñas o grandes injusticias, nuestra soberbia, nuestra envidia, nuestra avaricia...
Las piedras son todas aquellas acciones que nos impiden acercarnos al Dios de la sencillez, al Dios que es Amor.
¿Quieres empezar a quitar piedras de tu vida?
¿Tal vez hoy sea un buen día para empezar? ¿Por qué no?
Sólo así podrás estar cerca del niño-Dios y acogerlo en tu corazón.


(B)

Encendido de la tercera vela de la Corona de Adviento

(Alguna persona comprometida, que trabaje en instituciones civiles: ayuntamiento, sindicato o asociación...)

Señor, la comunidad me ha designado hoy para prender esta tercera vela, que se une a las otras, para ofrecer ya una llama y una luz más poderosas. Quieren ser signos del compromiso en medio de la sociedad.
Señor, que los que creemos en Ti, descubramos que el compromiso político o sindical es una forma de expresar la caridad.
Despiértanos, Señor, de nuestro letargo y ayúdanos a que nuestra presencia en medio de la sociedad sea un signo de que Tú estás viniendo a nosotros, cuando hacemos posible que la justicia, la libertad y la paz sean las características de la vida de los hombres.



b) Presentación de un televisor

(Esta ofrenda la puede ofrecer un matrimonio o un padre y un hijo, como símbolos de una familia)

Señor, hoy te queremos ofrecer este televisor, como símbolo de las cosas que poseemos en nuestra familia y por las que luchamos y nos afanamos tanto. Además, este aparato es la ventana por la que se meten en nuestra casa los deseos y necesidades de tener, que nos confunden y nos hacen pensar que en las cosas está la felicidad.
Hoy te lo traemos apagado, porque queremos ofrecerte su silencio y nuestra disponibilidad a hacer un uso racional y formativo de él.
Queremos que él nos informe y nos conecte con el mundo, nos distraiga y nos haga crecer en nuestros conocimientos y nivel cultural.
Pero nos comprometemos a que él no sea un obstáculo en nuestra convivencia cotidiana, en nuestro diálogo y conocimiento de unos y otros, así como de sus problemas y necesidades.

c) Presentación de un pantalón tejano

(La ofrenda la puede hacer un joven)

Señor, ahí tienes un pantalón tejano. Es el símbolo, desde hace años de la cultura juvenil. Tras él se esconde nuestra sed de consumo, que se manifiesta en la moda, la música, las motos, las diversiones, el alcohol, cuando no en la droga. En todas esas cosas buscamos la felicidad. Y, la verdad, es que nos dura demasiado poco.
Con este pantalón, Señor, quisiera expresarte que, ojalá nuestra búsqueda de alegría y felicidad supiéramos enfocarla hacia Ti y en Ti encontráramos su satisfacción.


Prefacio...

Te damos gracias, Dios y Padre nuestro,
porque nos has enviado a Jesucristo,
como Salvador de la humanidad.
Su verdad ilumina a los que buscan;
su fuerza fortalece a los débiles;
su misericordia consigue el perdón a los pecadores.
Te damos gracias, Señor,
porque te has acercado a la humanidad,
para ofrecernos tu salvación:
tu salvación que nos libera,
nos da fuerza y ánimo y nos une.
Te has acercado a nosotros en Jesús.
Te damos gracias, también,
porque en tu Palabra,
en esta Eucaristía,
en la vida, Jesús –tu Hijo- viene a nosotros.
Por ello, unidos a los ángeles y a los santos
entonamos el himno de tu gloria diciendo:

Santo, Santo, Santo...


Padrenuestro

La salvación de Dios llega por donde él quiere, que no siempre es por donde nosotros queremos. Por eso es necesario estar en sintonía con la voluntad de Dios. Es lo que vamos a pedir ahora todos juntos: “Hágase tu voluntad” en la oración que Cristo nos enseñó...

Gesto de paz
Y si aún existen entre nosotros motivos para la desconfianza, las tensiones o la enemistad, al darnos la paz, borrémoslo todo de una vez y para siempre, porque sólo así el Dios de la paz estará siempre con nosotros...

Comunión
En esta Mesa de Salvación se alimenta la esperanza. Y la fe nos hará reconocer en este pan al enviado de Dios.
Dichosos los invitados...


Bendición final

Anunciemos con obras y palabras que Jesús también es Salvador ahora y para nosotros.
Nuestra celebración continúa en la calle, en casa, con los amigos... y mañana en el trabajo o en el estudio. Reflejemos con obras y palabras lo que pensamos y sentimos de la Navidad de Dios. Ésta no puede coincidir con las navidades comerciales, falseadas con tanta propaganda intencionada.
Para ello que la bendición de Dios todopoderoso Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros...

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WebJCP | Abril 2007