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MISIONEROS EN CAMINO: II Domingo de Adviento (Mt 3, 1-12) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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jueves, 2 de diciembre de 2010

II Domingo de Adviento (Mt 3, 1-12) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por Dabar

Dad el fruto

La conversión es el punto central del Evangelio de hoy. Y es un concepto que, aunque me ha acompañado toda mi vida, ha evolucionado según los tiempos. En mi infancia de colegio de monjas, durante mi juventud de grupos de catecumenado y comunidades de base, (“base” de colegio de pago y estudios universitarios con bastante desahogo: una base muy burguesa) y las cosas de la vida, que me han llevado a estar felizmente enraizada en una parroquia valenciana, pequeña y amigable, donde la vida cristiana se desarrolla a la par que toda la otra vida, sin sobresaltos.

En mi infancia, convertirse era un término referido al comportamiento personal. Dado que éramos bastante “bichos”, debíamos esforzarnos por ser mejores niñas, estudiosas, obedientes, y, sobre todo, calladas. Se nos exhortaba a ser santas, y nos leían interminablemente las vidas de niñas mártires que debían servirnos de ejemplo. Mortificarse, hacer difícil lo fácil y aburrido lo agradable eran caminos de seguro destino. No recuerdo que entrara en el plan mirar a nuestro alrededor y ocuparnos de facilitar la vida a alguien que pudiera necesitarnos. Podíamos prescindir de la merienda para dársela a un pobre, pero creo recordar que el mérito estaba más en sufrir santamente el pellizco del estómago que en resolver el problema del otro… En fin, que la conversión era una cosa personal destinada, desde nuestro punto de vista, a amargarnos la existencia.

Cuando fui joven tropecé con los habituales grupos de catecumenado y vida cristiana. Eran los años setenta, y el compromiso, las estructuras y la participación política como forma de expresión cristiana ocupaban todos los foros. Tampoco se hablaba mucho de conversión en aquel tiempo, en el que la espiritualidad personal se miraba un poco de refilón y primaba el esfuerzo en cambiar todo lo cambiable a nivel social. Sin embargo, empezaba a asomar tímidamente una nueva forma de oración personal orientada a buscar a Dios en el interior de cada uno. Y en un encuentro de oración de aquellos con meditaciones guiadas y puesta en común fue donde escuché por primera vez lo siguiente: No hay experiencia de Dios verdadera si ésta no nos lleva de inmediato a volcarnos en los demás.

Mira por dónde, me resolvía de un golpe la duda de toda la infancia; porque a mí aquello de salvarme sola a fuerza de ser buenísima, mientras caían injusticias a mi lado nunca me terminó de convencer. Y es que convertirse no depende de uno mismo en más medida de lo que depende de la bondad de Dios. Y la conversión no es artículo de uso personal e intransferible. Nos llega, o no, a cada uno, pero no para nuestra particular gloria, sino para que seamos piedra de toque y semilla de revolución.

Dad el fruto que exige la conversión. Dejaros llevar por el nuevo sentido de vuestra vida, reflejad hacia fuera el cambio de dentro. Empezad a mirar con los ojos del corazón, considerad a cada otro como el Otro. Buscad lo mejor de cada uno, esperad activamente, amad sin medida, trabajad sin descanso. Allanad a otros sus dificultades, enderezad, a poco que podáis, los senderos del vecino. Practicad la bondad. Hablad bien de todos. Arrepentíos de los momentos de debilidad, y no dejéis escapar aquellos en que os sentís fuertes sin sacarles todo el trabajo posible.

Dad el fruto que exige la conversión. Vivid sin agobios, confiando en la ayuda que viene de lo alto. Despertaros cada mañana como si hoy fuera el Día del Reino. Celebrad que esperáis unidos al mismo Dios. Proclamad su Palabra, vivid su fuerza. Preparad el camino al Señor. Aunque seáis voz que clama en el desierto, sabed que ninguna de vuestras palabras se pierde.

Y no os penséis que lo tenéis todo hecho porque nacisteis en el pueblo elegido. En la última hora no os van a pedir la partida de nacimiento ni el certificado de limpieza de sangre. Para nada. Os van a preguntar por vuestras obras, y tendréis que dar razón de lo que hicisteis con la gracia recibida. Espabilad. Que no sabéis el día ni la hora. Que la conversión, para ser así llamada, debe dar fruto abundante.

A. GONZALO
aurora@dabar.net







DIOS HABLA

ISAIAS 11,1 10
Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará con la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.

ROMANOS 15,4 9
Hermanos: Todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, según Jesucristo, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. En una palabra, acogeos mutuamente como Cristo os acogió para gloria de Dios. Quiero decir con esto que Cristo se hizo servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas; y, por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por su misericordia. Así dice la Escritura: «Te alabaré en medio de los gentiles, cantaré a tu nombre».

MATEO 3,1 12
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea predicando: «Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos». Este es el que anunció el profeta Isaías diciendo: «Una voz grita en el desierto: “preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”». Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones pensando “Abrahán es nuestro padre”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego. El tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
• Contexto literario - Is 10,33-11,9 es una unidad literaria, insertada en el 'Libro de Emmanuel' (7-1l), que habla de juicio divino y salvación. Como telón de fondo, de sumo provecho para el predicador, la gran profecía mesiánica de ls 8,23b-9,6.
-Con el hacha, el Señor 'derriba', 'abate', y 'corta' los árboles del bosque. El juicio divino recae no sólo sobre el pueblo ('si no creéis, no subsistiréis', 7,9b) sino también sobre la casa davídica (10,33s): ¿estará condenada a la ruina y al fracaso?
• Texto -El castigo nunca es la definitiva palabra de Dios en la Biblia. El árbol talado aún no ha muerto; de su tocón (humilde familia de Jesé, padre de David) va a brotar un tierno vástago (v.1), un segundo David que, como el primero, estará equipado para su misión con el don del Espíritu divino (v. 2; cfr. 1 Sm 16,1-13; 2Sm 23,2ss). Poseerá el espíritu de prudencia y el don de sabiduría para percatarse de cualquier situación concreta y obrar en consecuencia (capacidad para juzgar), el espíritu de consejo para prescindir de las opiniones interesadas y egoístas (no necesita consejos parciales) y el espíritu de valentía para llevar a cabo las sabias y valientes decisiones tomadas. Más aún, su actuar estará en perfecta consonancia con el querer de Dios: 'espíritu de conocimiento y respeto del Señor'.
-Equipado con estos preclaros dones, ejerce su oficio estableciendo un reino justo (vs 3-5). Los jueces humanos sentencian por testimonio de testigos, falsos con harta frecuencia; el nuevo juez nunca emitirá juicio por apariencias sino basándose en la realidad que conoce a la perfección. Del juicio divino queda eliminada toda ambigüedad, todo oscurantismo, toda ignorancia, toda sentencia basada sólo en impresiones... El nuevo vástago, futuro juez, es incorruptible: siempre defiende al pobre y oprimido, al desamparado (tema querido a la Biblia, cfr. Is 9,6;32,1; Sal 72,12ss; 101...), sin dejarse violentar por la sinrazón de la fuerza o del poder. Su sentencia judicial es la vara que castiga y condena al malvado (1 Re 8, 32). Justicia y lealtad son el lema e insignia de su reinado.
-Si el autor ha usado el símbolo de los vientos o espíritus que convergen en el tocón de Jesé (v.2), ahora, a través de un símbolo vegetal y animal, intenta enseñarnos cómo debería ser la sociedad humana ideal (vs 6-9) los animales salvajes cohabitan, sin temor, con los domesticados ya que para alimentarse la hierba ha sustituido a la caza; tampoco impera el miedo entre hombres y animales sino que todos pueden, de nuevo, vivir en la paz y armonía de la primera creación (Gn 1,29), rota por el pecado humano (Gn 9, 2ss). Se instaura una nueva era paradisíaca en la que el hombre ni mata ni teme a ningún animal, la enemistad con la serpiente se da por terminada y al hombre se le concede la ciencia del Señor (cfr. por contraposición Gn 3).
• Reflexiones -Con demasiada frecuencia los juicios de los hombres dejan mucho que desear: la sinrazón de la fuerza, riqueza, corrupción del poder de turno... violentan la sentencia judicial. El pobre, marginado... lleva, casi siempre, las de perder. Sólo Jesús es siempre juez incorruptible; la justicia y lealtad son sus insignias. Por eso, rezamos, en ese Adviento, con el Sal 72: '... que los montes traigan paz para tu pueblo y los collados justicia, que él defienda a los humildes del pueblo y quebrante al explotador...'.
-La descrita etapa paradisíaca ha comenzado a hacerse realidad con Jesús de Nazaret. El pastorea a todos, animales y hombres, en esa paz que ya ha empezado a germinar con su nacimiento en Belén, pero que irrumpirá con toda su fuerza en su Adviento definitivo, en el que toda la creación será transformada. Surgirá un nuevo universo y una nueva ciudad en la que '... él enjugará las lágrimas de sus ojos, ya no habrá muerte ni luto... pues lo de antes ya ha pasado' (Ap 21).



SEGUNDA LECTURA

Esta perícopa, como es obvio, pertenece al final de la carta a los Romanos. Pablo va cerrando sus consideraciones éticas y morales a las que, como es su costumbre, dedica estos últimos capítulos.

Para motivar a ello, Pablo acude a las “antiguas Escrituras”, es decir, a lo que nosotros conocemos como Antiguo Testamento. A este propósito Pablo hace una breve, pero importante consideración del carácter sagrado de la Escritura, su valor y su finalidad (v.4), que se extiende, pese al tenor inmediato de las palabras a otros campos diferentes de la pura instrucción o exhortación a la paciencia.

El Antiguo Testamento en su conjunto es considerado desde el Nuevo como el testimonio de la acción salvadora de Dios llevada a cabo en el mundo y en la historia. Nuestro presente y nuestro futuro se fundan en hechos pasados que nos proyectan hacia adelante para alcanzar perfectamente algo que ya nos ha sido dado a toda la humanidad : la presencia y actuación de Dios con nosotros. Sólo hemos de vivirlo.

Hay un deseo y una exhortación en un tono muy cercano al de la oración(vv. 5 y 6) : deseo de concordia como don de Dios y alabanza/adoración de todos. Cuando uno es consciente del don de Dios, debería ser fácil orar, ayudarse mutuamente, dar gracias y alabarle.

Por último (vv. 7-9) se pone delante a los destinatarios de la carta - y en ellos a todos los cristianos - el ejemplo de Cristo. En Él tenemos la realización de los compromisos de dios puestos en marcha desde el comienzo de la historia humana. Realización de servicio absoluto y acogida incondicional, sin condiciones. Todo ello es la auténtica alabanza de Dios, más real que la que consiste en pura retórica.

En nuestra situación actual - cada cual piense en los ejemplos que le son más cercanos - hay ocasiones abundantes para seguir ese ejemplo de servicio y acogida.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net

EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
V.1 Desierto de Judea: Zona montañosa en torno al mar Muerto y a la desembocadura del río Jordán en ese mar. Predicando. Predicar en sentido de publicar en alta voz algo para que se haga notorio a todos; no en sentido de pronunciar un sermón. Una mejor traducción sería proclamando.
V.2 Reino de los cielos. La expresión de los cielos es un giro judío para evitar pronunciar el nombre de Dios.
V.4 La caracterización de Juan en este versículo remite a Elías, profeta del s.IX a.C., profeta de una pieza, recto, fustigador de abusos y componendas.
V.7 Fariseos y saduceos: grupos pertenecientes a las dos corrientes religiosas más importantes de la época; se consideraban descendientes de Abrahán, en quien veían el arquetipo de su fe. Fariseos y saduceos no constituían la totalidad del pueblo judío. Más aún, tanto unos como otros miraban con displicencia al pueblo ignorante, al que despectivamente llamaban gentes de la tierra por su falta de rigor y de compromiso en el cumplimiento de la Ley. El lenguaje de Juan es claro, directo, incisivo, insoslayable, deslumbrante. Raza de víboras. ¿Quién os ha enseñado a escapar de la ira inminente? (v.7). Ira inminente: referencia a la ira de Dios. Dad el fruto que pide la conversión (v.8). Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras (v.9). En los vs. 10 y 12 abundan las imágenes tomadas de las faenas agrícolas, muy habituales en la imaginería apocalíptica de la época.
V.11 Agua: símbolo del tiempo preparatorio. No merezco ni llevarle las sandalias. Traducción incorrecta, a sustituir por la siguiente: no merezco llevar (calzar) sus sandalias. Es decir, quien tiene derecho no soy yo, sino el que viene detrás de mí. La imagen remite a antiguos símbolos y prácticas jurídicas para expresar derecho y jurisdicción, símbolos y prácticas ya en desuso en tiempos de Jesús. Espíritu Santo y fuego: símbolos del tiempo final, favorable para unos, desfavorable para otros. Ambos símbolos expresan la realidad divina tal y como el ser humano la experimenta.

Texto.
Conversión es la exigencia clave de todo el texto. Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos (v.2). Conversión como exigencia del Reino de los cielos y como condición para formar parte de él.
Sólo a modo de paréntesis recoge el evangelista la caracterización de Juan como mensajero, en línea con Isaías 40,3, o como Elías, en línea con los signos externos de este personaje, reseñados en 2 Reyes 1,8 (vs.3-4).La exigencia de conversión adquiere prioridad sobre la caracterización de la persona que la grita.
La proclamación de Juan tuvo amplia aceptación en su radio de acción, sureste de Israel, concitando incluso a fariseos y saduceos, que podían no sentirse necesitados de conversión.
Las palabras de Juan a fariseos y saduceos tienen rasgos de diatriba, por su tono duro y acerado. Juan les echa en cara su falta de hechos demostrativos de una auténtica conversión, así como la coartada de su pertenencia al Pueblo de Dios. Juan les amenaza con la inminente llegada de quien tiene de verdad poder y derecho. El lenguaje empleado es el de la imagen, con toda su fuerza intuitiva y plástica. Imagen de la tala de árboles, de la trilla, de las sandalias que él no merece calzar, del agua y del fuego.
Estamos ante un texto agita-conciencias, especialmente las de quienes puedan creerse que no tienen necesidad de conversión.

3. Comprensión actualizante
No podemos mirar para otro lado cuando de conversión se trata. Todos tenemos necesidad de ella. No podemos aducir como mérito nuestra pertenencia al Pueblo de Dios. Sería simple coartada, puro chantaje. Nos haríamos merecedores de la ira de Dios. La pertenencia al Pueblo de Dios no es un salvoconducto, ni una patente de corso, ni debe dar pábulo a la autocomplacencia.
El Reino de los cielos que viene con Jesús activa nuestra necesidad de conversión y nuestra esperanza de libertad.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net


NOTAS PARA LA HOMILIA

El texto de hoy, a mi entender el que mejor presenta al precursor en lo que son su persona y su mensaje, es un pasaje que personalmente me suscita un cúmulo de interrogantes. Interrogantes de difícil respuesta, algunas quizás sin solución, pero todas sí, cargadas de criticidad expectante.
Hablo de criticidad expectante en relación directa al Bautista, queriendo resaltar la tensión en la que éste se maneja. Pero también en relación a la tensión en la que como Iglesia cabría esperar que nos moviésemos. Es decir, a la luz del profetismo del precursor, de cara a la Navidad como tiempo en que las promesas de Dios se cumplen (tanto que Él decide hacerse unos de nosotros) creo que es hora de preguntarse críticamente, de qué modo la expectativa de la espera, tiñe la vida de los cristianos, tanto en el plano institucional como en el de base. En otras palabras, lo que estoy queriendo decir es si no deberíamos preguntarnos por la esperanza que hoy comunica la Iglesia. Si la misma se enraíza en las expectativas, primero del Bautista y luego de Jesús sobre la llegada del Reino de Dios, o acaso ha perdido el sentido que tenía en boca de aquellos.
Digo esto porque si bien las esperanzas y los anhelos del mundo puede que hayan cambiado, y esto en mucho, siempre seguirá habiendo interrogantes y sufrimientos esperando ser acogidos, respondidos y sanados. Por eso, la búsqueda de Dios no decae, aunque sea a través de formatos nuevos o inéditos. De donde la necesidad vigilante de seguir anunciando “palabras” y “testimonios” al desnudo y a campo abierto, es decir, con el sentido y desde el estilo de fondo que hacía que el pueblo se sintiese seducido por el mensaje de Juan y después de Jesús. De ahí que los siguiesen.
Como Iglesia sabemos que la humanidad, en el desierto de la vida, hoy sigue sufriendo e interrogándose. Pero quizás sería importante, honesto también, reconocer que como institución, tristemente en algunos ámbitos más que en otros, hemos entrado (queriendo y sin quererlo) en la misma dinámica que Juan y Jesús van a fustigar. Aquella que aún mirando a los sufrimientos e interrogantes de los hombres, no termina por acertar en las respuestas, en el consuelo. Y es aquí donde quizás esté el meollo de la cuestión. Como Iglesia seguimos insistiendo en respuestas que ya poco o nada tienen que ver con la conciencia del hombre de hoy. Contestamos a preguntas que ya nadie se hace, o por lo menos la gran muchedumbre que vaga por aquí y por allá. Estoy aludiendo con esto, al grito que desde las humanidades y las ciencias se nos dirige respecto a que hoy se piensa desde unos parámetros diferentes a aquellos desde los cuales como Iglesia construimos nuestra manera de ver y asumir el mundo.
Frente a esto, volviendo sobre Juan, su mensaje es el de la conversión, es decir, el de la transformación vital, no el de una simple ritualización exterior de una mejora de tipo moral. Aquel personaje impresentable, políticamente indigesto, apunta a algo mucho más profundo que el camino en pos de lo bueno y lo correcto. Apunta a un cambio estructural, tanto en lo personal como en lo comunitario, es decir, a poner la vida y la sociedad en el camino de Dios.
Y el Dios del Bautista, el mismo que el de Jesús, es un fuego y espíritu que irrumpiendo desde lo que no cuenta ni es importante, desde la periferia de todo sistema de poder religioso, político o socio-cultural, claro que reclama cambios, pero cambios que así como incomodan a unos, vienen a ser consuelo y respuesta de salvación para la gran mayoría. Y esto porque en tanto palabras proferidas, las de Juan y Jesús, aunque puedan ser duras, apuntan a los desvelos que están en el corazón de la muchedumbre, no en la cabeza o criterios del pastor o los poderosos. Pero también porque son palabras testimoniadas desde la credibilidad de la vida vivida.
Este es el Dios que tiñe la experiencia religiosa del Bautista y posteriormente de Jesús. Es en razón de este Dios y sus promesas de plenitud para una humanidad que más que falta de conciencia, lo que sufre es la falta de pastores lúcidos, coherentes y también contemporáneos a su sensibilidad, que uno y otro van a actuar. Cabe entonces preguntarse, me pregunto de hecho: ¿a quiénes consuelan nuestras palabras y gestos eclesiales? ¿A qué preguntas responden? ¿A qué conciencias iluminan o buscan formar? En definitiva: ¿en razón de qué Dios y de qué Reino actuamos los hombres y las mujeres en y desde la Iglesia?
Quizás estas sean buenas preguntas de conversión en tanto esperamos AL QUE ESTÁ VINIENDO…

SERGIO LOPEZ
sergio@dabar.net


PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Son numerosas las parroquias y comunidades que semanalmente se reúnen para compartir la Palabra utilizando dabar, permitidme recordaros que el precio de suscripción se reduce en función del número de ejemplares que se envían (y que resulta más económico que la fotocopia), y pensamos que podrían ser muchas más. Por eso, nuestra pequeña hoja, siguiendo el espíritu fundacional de ser instrumento al servicio de la Palabra para sacerdotes, religiosos y seglares, hemos considerado la conveniencia de ampliarlo al comienzo de este nuevo año litúrgico con este pequeño apartado, con la esperanza de que sea una ayuda y un servicio más. Gracias.

Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación (Lc 21, 28b)

Preguntas y cuestiones
Que no haya venido todavía el Señor Jesús, ¿es motivo de desánimo o de esperanza activa?
¿Cabe enfocar el mundo moderno con sus avances en tantos campos científicos, sociales, etc. desde una perspectiva positiva?.
¿Y qué nos pide Jesús a sus discípulos, hoy, mientras esa venida suya llega?




PARA LA ORACION
Dios y Padre nuestro aviva en nosotros la espera de tu Hijo. Que los valores de tu Reino marquen y orienten nuestra tarea y nuestra identidad cristianas, para que unidos a Cristo el Señor caminemos juntos hasta Ti.
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Dios Padre Bueno, te presentamos los bienes que tú nos concedes con generosidad. Que nuestros días estén orientados por tu Palabra, y no pongamos obstáculos a tu venida a nosotros. Por Jesucristo nuestro Señor.
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Te damos gracias, Padre misericordioso,
porque constantemente vienes a nosotros.
Jesucristo, tu Hijo muy amado es la razón para esperar
y a la vez la meta de nuestra esperanza.
Como Juan el Bautista,
también nosotros preparamos tu venida.
Ayúdanos a vivir con las misma actitudes
con las que él esperó, anunció y preparó tu presencia entre nosotros.
Cristianos fieles a tu Palabra, testigos coherentes de tu amor,
hermanos comprometidos con la causa de los pobres y humildes.
Padre misericordioso, Tú nos muestras que quien busca la salvación
tiene que volver a Ti, único Dios verdadero.
No hay vuelta a Ti, Señor, si no cambiamos nuestro corazón: nuestro modo de pensar, de ser y de existir.
Señor, que descubramos la conversión
como el primer paso a la hora de acoger la salvación.
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Te damos gracias porque vienes a nuestro encuentro. Que, en medio de este mundo nuestro, demos testimonio de una vida transformada por tu amor. Que convertidos de corazón a Ti vivamos amando al prójimo, dejando a un lado divisiones, ofensas y exclusiones.




LA MISA DE HOY

SALUDO
La paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, que nos llama a convertirnos esté con todos vosotros.

ENTRADA
Celebramos la Eucaristía, Dios irradia su amor sobre nosotros en este Sacramento. Es su presencia en la aparente ausencia, es nuestra esperanza “hasta que Él vuelva”.
Resuena con fuerza la llamada a la conversión que nos dirige Juan el Bautista, el Testigo fiel, el Precursor del Señor. Conversión entendida como cambio radical de mentalidad y de actitudes, que luego se manifiesta en una vida nueva.
El Reino de Dios está cada vez más cerca. Preparemos los caminos de nuestra vida al Señor. Dejemos de poner obstáculos a la acción de Dios en nosotros. Que esta celebración eucarística, en este segundo Domingo de Adviento nos ayude en el camino de la conversión.

ACTO PENITENCIAL
La conversión a que nos invita el Bautista debe empezar por el reconocimiento de nuestra situación de pecadores.

- Por nuestras discriminaciones y rechazo de los demás. Señor, ten piedad
- Por nuestras divisiones y enemistades. Cristo, ten piedad.
- Por no ser sinceros en la relación con Dios. Señor, ten piedad

LECTURA PROFÉTICA
El profeta Isaías anuncia que el descendiente del Rey David poseerá el espíritu de la paz y de la reconciliación. Presenta la reconciliación a través de la imagen de la convivencia pacífica entre animales que son “enemigos irreconciliables”. Convertirse equivale a practicar la justicia y a fomentar la paz con uno mismo, con Dios, con los otros y con la naturaleza.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 71)
Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud.
Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.
Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.
Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.
El librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres.
Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.
Que su nombre sea eterno, y su fama dure como el sol: que él sea la bendición de todos los pueblos y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.

LECTURA APOSTÓLICA
Pablo anima a la esperanza desde el ejercicio de la paciencia y el consuelo que da la Palabra de Dios. El apóstol pide a los cristianos que permanezcan unidos. Está unión y acogida mutua deben tener su fuente en la imitación de Cristo, quien acogió a todos los hombres, sin distinción alguna. La fe no puede ser razón y pretexto de discriminaciones, sino que es oferta salvífica para toda la humanidad

LECTURA EVANGÉLICA
Juan el Bautista señala la presencia y cercanía del Reino de Dios. Su mensaje es una urgente y enérgica llamada a la conversión a Dios, a reestablecer una relación de fidelidad con el Señor. La preparación del camino a la venida del Señor pasa necesariamente por la conversión.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Oremos a Dios Padre que desde siempre ha dispuesto un plan de salvación para su pueblo. Le presentamos nuestras súplicas, y le decimos: ¡Ven, Señor, Jesús!
- Por el Papa Benedicto XVI, por nuestro Obispo, por todos los sacerdotes, religiosos, laicos para que con gozo y energía anunciemos el mensaje de conversión a Jesucristo. Oremos.
- Por los gobernantes de nuestro país y del mundo entero para que velen y trabajen por la paz y la concordia pacifica de todos los ciudadanos. Oremos.
- Por los que viven marginados y los que sufren el desamparo y la falta de acogida para que sean destinatarios de la oración confiada y el testimonio de la caridad de los cristianos. Oremos.
- Por nuestra comunidad (parroquial) para que vivamos la llamada a la conversión personal y comunitaria, y esto nos lleve a una fe testimonial y a una caridad sincera y constante. Oremos.

Padre Dios, siempre escuchas nuestros ruegos y orientas nuestras decisiones para que en libertad y sintiéndonos hijos tuyos hagamos tu voluntad. Atiende bondadoso, Señor, las súplicas de esta familia que espera y prepara tu venida.

JESUS GRACIA LOSILLA

CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada. Llega el día (disco “Preparad los caminos”); Preparad el camino (de Godspell, CB-157); Vendrá la libertad (1CLN-12).
Acto penitencial. Como el domingo anterior.
Salmo. LdS.
Aleluya. Del nuevo disco “12 Canciones religiosas y litúrgicas para el siglo XXI”).
Ofertorio. Guardar silencio, o un canto de adviento (Rorate).
Santo. De Manzano.
Comunión. Oh, Señor, delante de Ti (disco “16 Cantos para la Misa”); No podemos caminar (1CLN-O 13); Cerca está el Señor (CB-42).
Final. Cantemos al Señor (1CLN-302).


Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
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WebJCP | Abril 2007