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sábado, 27 de noviembre de 2010

Palabra para la Misión: Adviento: tiempo de espera para la humanidad y de misión


I Domingo de Adviento - Año A - 28.11.2010
Publicado por EUNTES

Isaías 2,1-5 / Salmo 121 / Romanos 13,11-14
Mateo 24,37-44

Reflexiones

Al comienzo del tiempo litúrgico del Adviento, vuelve con fuerza el imperativo de la vigilancia (Evangelio): “Velen, pues, porque no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien… Estén preparados” (v. 42-44). Los ejemplos que Jesús emplea -la experiencia de la gente en los días de Noé antes del diluvio (v. 37-39) y la llegada del ladrón a la hora que menos se piensa (v. 43)- no están ahí para infundir terror, sino para estimular a la vigilancia y animar la esperanza para el encuentro con el Salvador. La vigilancia no es algo especulativo, sino la capacidad espiritual de captar los signos de la salvación de Dios presente en la historia humana. Velar es mantenerse firmes en la Palabra del Señor, sin titubeos ni impaciencias, sin ceder a ilusiones ni a falsos mensajes. La vigilancia es una actitud concreta de espera y de compromiso. Es una manera de ser, vivir, mirar y afrontar la realidad.

Todos estamos igualmente inmersos en los acontecimientos de la historia humana; sin embargo, la comprensión de la misma cambia radicalmente, según cómo se la mire. La fe, en efecto, es una clave de lectura de los acontecimientos, capaz de captar y de evidenciar un plan de amor y de salvación que otros, no poseyendo este don, no captan y no se dan cuenta de nada (v. 39). Las actividades pueden ser las mismas, pero el creyente y el no creyente las viven de manera diferente, e incluso opuesta. Jesús lo explica hablando de la gente en los días de Noé antes del diluvio: comer, beber, casarse, trabajar en el campo o en casa… (v. 38-41) son realidades ordinarias de la vida cotidiana que se pueden vivir distraídamente y como cautivados por ellas, o bien como lugar de salvación.

“La diferencia entre el creyente y el no creyente no radica tanto en determinados comportamientos externos, sino en una actitud interior diferente. El no creyente vive como si Dios no existiera; como si Dios no tuviera que llegar nunca para él. Vive como un ignorante, un necio. El creyente, en cambio, vela, sabe que el Señor no tarda. No vive de una manera acomodaticia, sin importar cómo. No se instala en una cotidianidad alienante. El creyente no rehúye el presente; es más, se compromete lo mismo que los demás; pero no queda preso de las cosas” (Horacio Petrosillo).

San Pablo (II lectura) emplea un lenguaje tajante para describir dos maneras opuestas de vivir: obras de las tinieblas o armas de la luz; vida placentera y pendenciera o bien comportamientos honestos imitando al Señor Jesús (12-14). El cristiano debe escoger, sin tardar, porque el tiempo es un don precioso para la salvación (v. 11). Sobre este famoso texto paulino fue madurando la conversión del joven Agustín. ¡Y descubrió la vida plena!


Ya desde el comienzo del Adviento, aparece el tema fuerte de la paz y el desarme (I lectura). El pequeño reino de Judá estaba amenazado e involucrado en una guerra arriesgada en contra de Asiria. El rey, atemorizado, busca alianzas militares estratégicas. Tan sólo el profeta Isaías “ve más allá, lejos”, invita a la confianza en Dios, único árbitro de pueblos numerosos, y lanza un desconcertante oráculo de paz: nada menos que transformar las armas en instrumentos de producción y desarrollo: hacer arados de las espadas, sacar hoces de las lanzas (v. 4). ¡No más armas de muerte, no se adiestrarán más para la guerra! La utopía será una realidad, dice el profeta, el día en que todos “caminemos hacia la luz de Yahvé” (v. 5). Los cristianos tenemos aquí nuevas motivaciones para una opción definitiva, total, por la paz y por el desarme. La reducción-eliminación de las armas, antes que una decisión política, es un imperativo que nace de la fe en Cristo. En nombre de esta fe, es un deber protestar y denunciar a los gobiernos por el incremento de los gastos militares y por la fabricación y el comercio de nuevas armas de muerte.


Isaías es también el profeta de la universalidad de la salvación que Dios ofrece a todos los pueblos (v. 2-3). Nosotros los cristianos, que ya creemos en Cristo, sabemos quién es el Salvador que ha venido, que viene y que vendrá, mientras que los no cristianos –que son todavía la mayor parte de la familia humana (dos terceras partes)– esperan aún el primer anuncio de Cristo Salvador. Por eso, el Adviento es un tiempo litúrgico propicio para despertar en los cristianos la conciencia de la responsabilidad misionera. Ya el Papa Pío XII (*) lo recomendaba, invitando al compromiso misionero y a la oración, especialmente en Adviento, que es el tiempo de la espera de la humanidad.


Palabra del Papa

(*) “Deseamos que por esta intención (misionera) se rece más y con un fervor más iluminado... En especial pensamos en el tiempo del Adviento, que es el tiempo de la espera de la humanidad y de los caminos providenciales de preparación a la salvación… Oren, por tanto, oren más. Acuérdense de las inmensas necesidades espirituales de muchos pueblos que todavía están lejos de la fe verdadera, o que carecen de recursos para perseverar en ella”.

Pío XII
Encíclica Fidei Donum, 21.4.1957)


Siguiendo los pasos de los Misioneros

- 29/11 (o en días cercanos): BB. Eduardo Burden (+1588), Jorge Errington (+1596) y compañeros; S. Cutberto Mayne (+1577), SS. Edmundo Campion (+1581) y compañeros; B. Ricardo Langley (+1586) y muchos otros sacerdotes y laicos martirizados en Inglaterra bajo la reina Isabel I.

- 29/11: BB. Dionisio Berthelot y Redento Rodríguez, religiosos carmelitas, esclavizados y luego martirizados por musulmanes (+1638) en Aceh (Sumatra, Indonesia).

- 30/11: S. Andrés, apóstol, hermano de Simón Pedro. Predicó el Evangelio en Grecia, donde murió crucificado.
- 1/12: B. Carlos de Foucauld (1858-1916), sacerdote francés, asesinado en Tamanrasset, en el desierto argelino, por una banda de ladrones; es testigo de amor a la Eucaristía, misión y diálogo.
- 1/12: B. Clementina Anuarite Nengapeta (1940-1964), religiosa de la Rep. Dem. del Congo, asesinada en Isiro durante la rebelión de los simbas; es mártir de la castidad y del perdón.
- 1/12: Día Internacional de la lucha contra el SIDA (instituida por la ONU-OMS, en 1988).

- 2/12: B. Liduina Meneguzzi (1901-1941), religiosa de Padua, misionera en Etiopía.
- 2/12: Recuerdo del primer despacho de la agencia misionera de prensa Misna (1997).

- 3/12: S. Francisco Javier (1506-1552), jesuita español, misionero en India y Japón, fallecido en la isla de Sanchán, a las puertas de China. Es Patrono principal de las Misiones.
- 3/12: El Papa Gregorio XVI promulgó (1839) una bula para condenar el comercio de esclavos y excomulgó a los que tomaban parte en él.
- 4/12: B. Adolfo Kolping (1813-1865), sacerdote alemán, “padre de los artesanos”, promovió la formación y las asociaciones de jóvenes trabajadores.

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WebJCP | Abril 2007