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lunes, 22 de noviembre de 2010

En la Iglesia nadie es el dueño, dijo el Papa a los cardenales


En el tercer Consistorio Público de su Pontificado, Benedicto XVI creó 24 nuevos cardenales a los que hoy, domingo 21 de noviembre, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo, les entregó el anillo. El colegio cardenalicio se enriqueció con nuevos miembros, elegidos de diversas partes del mundo, entre ellos, José Manuel Estepa Llaurens, de España; Raúl Eduardo Vela Chiriboga, del Ecuador, y Raymundo Damasceno Assis, del Brasil.

A partir de ahora, el Colegio Cardenalicio cuenta con 203 miembros, de los cuales 121 son electores. Según la composición por continentes, hay 111 cardenales europeos, 21 de América del Norte, 31 de América Latina, 17 de África, 19 de Asia y 4 de Oceanía.

El Papa destacó que “se trata de Pastores que gobiernan con celo pastoral importantes comunidades diocesanas, de prelados superiores de los dicasterios de la Curia Romana, o que han servido con ejemplar fidelidad a la Iglesia y a la Santa Sede”.

“Desde ahora -dijo el pontífice-, ellos pasan a formar parte de aquel ‘coetus peculiaris’, que presta una colaboración más inmediata y asidua al Sucesor de Pedro, sosteniéndolo en el ejercicio de su ministerio universal. A ellos, ante todo, dirijo mi afectuoso saludo, renovando la expresión de mi estima y mi vivo aprecio por el testimonio que dan a la Iglesia y al mundo”.

“El vínculo de especial comunión y afecto, que une a estos nuevos cardenales con el Papa, los hace singulares y preciosos colaboradores del mandato confiado por Cristo a Pedro, de pastorear a sus ovejas, para reunir a los pueblos con la solicitud de la caridad de Cristo. Precisamente de este amor es que ha nacido la Iglesia, llamada a vivir y a caminar según el mandamiento del Señor, en el que se resumen toda la ley y los profetas. Estar unidos a Cristo en la fe y en comunión con Él significa estar ‘arraigados y cimentados en la caridad’, el tejido que une todos los miembros del cuerpo de Cristo”.

Reflexionando sobre este aspecto tan fundamental, afianzado en la Palabra de Dios de esta celebración, el Papa destacó que así como Jesús “no ha venido a ser servido sino a servir, su estilo de vida se propone como la base de las nuevas relaciones en la comunidad cristiana y como un nuevo modo de ejercer la autoridad”.

“Jesús indica el camino del humilde don de sí mismo hasta el sacrificio de la vida, de la Pasión, de la Cruz. El necesario ‘éxodo’ de una mentalidad mundana a la mentalidad de Dios. El Maestro enseña qué significa ser un seguidor suyo, en total obediencia a Dios, hasta el final. Pasando por la humillación, el sufrimiento y la muerte por amor. Benedicto XVI subrayó que el hombre no debe calcular, debe simplemente abandonarse a Dios, sin pretensiones, conformándose a su voluntad”.

“En la Iglesia nadie es patrón, sino que todos somos llamados, todos somos invitados, todos somos alcanzados y guiados por la gracia divina. ¡Y ésta es también nuestra seguridad!”, exclamó Benedicto XVI, poniendo en guardia contra el riesgo de ser como los jefes de los pueblos, por lo que nunca se debe dominar y oprimir. Jesús indica a los discípulos el criterio de la grandeza y el primado según Dios. No es el dominio, sino el servicio.

“Jesús indica también el punto de referencia: el Hijo del hombre, que ha venido a servir; sintetiza toda su misión bajo la categoría del servicio, entendido no en sentido genérico, sino en el sentido concreto de la Cruz, del don total de la vida como ‘rescate’, como redención para muchos, y lo indica como condición de su seguimiento. Es un mensaje que vale para los Apóstoles, vale para toda la Iglesia, vale sobre todo para quienes tienen la tarea de guía en el Pueblo de Dios. No es la lógica del dominio, del poder según los criterios humanos, sino la lógica de arrodillarse para lavar los pies, la lógica del servicio, la lógica de la Cruz que es la base de todo ejercicio de la autoridad. En todo tiempo la Iglesia está comprometida en conformarse a esta lógica y a testimoniarla para hacer transparentar el verdadero ‘Señorío de Dios’, el del amor”.

En este contexto, Benedicto XVI se dirigió directamente a los nuevos purpurados:

“Venerados Hermanos elegidos para la dignidad cardenalicia, la misión a la que Dios los llama hoy y que los habilita para un servicio eclesial aún más cargado de responsabilidad, requiere una voluntad siempre mayor de asumir el estilo del Hijo de Dios, que vino en medio de nosotros como el que sirve. Se trata de seguirlo en su donación de amor humilde y total a la Iglesia, su esposa, en la Cruz: es sobre aquel signo de la cruz que el grano, dejado caer por el Padre sobre el campo del mundo, muere para convertirse en fruto maduro. Por esto es necesario un arraigamiento aún mayor y fuerte en Cristo. La relación íntima con Él, que transforma siempre más la vida para poder decir con san Pablo ‘no vivo yo, es Cristo quien vive en mí’, constituye la exigencia primaria para que nuestro servicio sea sereno y alegre y pueda dar el fruto que espera el Señor de nosotros”.+


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WebJCP | Abril 2007