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MISIONEROS EN CAMINO: XXIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 18, 1-8) - Ciclo C: ORAR, PERSEVERAR, HACER JUSTICIA…
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jueves, 14 de octubre de 2010

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 18, 1-8) - Ciclo C: ORAR, PERSEVERAR, HACER JUSTICIA…


La Madre Teresa de Calcuta, la servidora de los más pobres entre los pobres, visitó un día al famoso y poderoso abogado de Washington Edward Bennett Williams.
Williams, abogado de Richard Nixon, Frank Sinatra y otros personajes importantes, presidía una pequeña fundación caritativa y Madre Teresa decidió visitarle en busca de ayuda para un hospital de enfermos del Sida que iba a construir.
Antes de la visita, Williams confió a su colaborador Paul Dietrich: “Pablo, sabes que el Sida no es mi enfermedad preferida y no quiero dar dinero para esa causa, pero tengo una santa católica que viene a verme y no sé qué hacer”.
Decidieron recibirla con cortesía, escucharla y decirle que no.
Madre Teresa entró en la oficina, les expuso su proyecto y les pidió la ayuda económica.
Wlliams le dijo: ”Nos conmueve su petición, pero no es posible”.
Madre Teresa contestó: “Vamos a rezar”.
Williams y Paul bajaron sus cabezas y terminada la oración Madre Teresa hizo la misma súplica.
De nuevo Williams le dijo que no era posible.
Madre Teresa dijo una vez más: “Vamos a rezar”.
Williams, exasperado, miró al techo y dijo: “Está bien, está bien. Paul tráeme la chequera”.
Madre Teresa no se dejó intimidar por las negativas del abogado y salió de la importante oficina con un cheque.
Madre Teresa, como la viuda del evangelio, persevera en la oración, llama a las puertas de los jueces y abogados de este mundo y alcanza la justicia que los más pobres del mundo son merecedores.

NO SE RINDAN. PERSEVEREN
“Así, Moisés, sostuvo en lo alto las manos hasta la puesta del sol”.
“Timoteo, permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado”.
“Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse les propuso esta parábola”.
Me rindo, tiro la toalla, no aguanto más, imposible… montones de expresiones para manifestar nuestro cansancio e inutilidad, nuestro renunciar a la lucha de la defensa de nuestras convicciones en la plaza pública y nuestro miedo a proclamar la fuerza del evangelio de Jesucristo a tiempo y a destiempo.
Sólo los hombres tozudos y perseverantes consiguen grandes metas y realizan sus sueños.
Tres años necesitó Winston Churchill para aprobar el curso de octavo, no aprobaba el inglés.
Muchos años más tarde, le pidieron que pronunciara el discurso de comienzo de curso de la Universidad de Oxford. Su famosa alocución contenía sólo tres palabras: “Don’t give up”. Nunca os rindáis.
La inconstancia y la impaciencia son las causantes de que nos quedemos pequeños en lo humano y en lo espiritual.
La viuda del evangelio no se rindió, siguió “fastidiando al juez” y su petición fue atendida por su persistente oración.

LA PERSEVERANCIA HECHA ORACIÓN
El cristiano es un orante.
En la Iglesia hablamos mucho de oración. El evangelio de Lucas nos recuerda muchos pasajes en los que nuestro maestro Jesús ora.
Nosotros, los curas, se lo recordamos a los demás, pero la verdad es que somos los primeros en no creerlo y en no hacerlo.
Rezamos un poco. Oramos menos.
Estamos muy ocupados mejorando nuestras vidas, realizándonos, cambiando el mundo, trabajando mucho.
Dios mío perdona, pero soy un hombre muy ocupado.
El cristiano y los curas tienen que hablar menos de Dios y hablar más con Dios, es decir, orar más.
San Benito nos recuerda su lema, válido para todos los tiempos y todos los creyentes: “ora et labora”. Dos alas, una para volar hacia Dios y la otra para volar hacia los hermanos.

HACER JUSTICIA
“¿No hará Dios justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?”
Dos mil años después que Jesús prometiera hacer justicia a los que le gritan, los pobres y oprimidos, no están aún cerca de la justicia y compasión prometidas.
Dios tiene todo el tiempo del mundo, pero los que gritan y pleitean sólo tienen este hoy.
Hoy, más que nunca, hablamos de crisis económica y social. Cada uno intenta salvarse a sí mismo y olvidamos a los más necesitados.
A las puertas de celebrar el domingo del Domund recordamos a los misioneros que hacen justicia sin cámaras te televisión, que ofrecen su presencia liberadora, que curan, que alimentan y enseñan a tantos pobres de los que nadie se acuerda.
Ellos y otros muchos hacen la justicia de Dios.
Ellos y otros muchos escuchan su clamor y son la cara radiante de Dios.
Ellos y nosotros urgidos a construir un mundo más humano, más justo y más solidario para que todos los hombres puedan vivir como hombres libres, como hijos de Dios

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WebJCP | Abril 2007