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sábado, 30 de octubre de 2010

Palabra para la Misión: Anunciar a un Dios ecologista, “amigo de la vida”

XXXI Domingo del T. O. - Año C - 31.10.2010
Publicado por EUNTES

Sabiduría 11,22-12,2 / Salmo 144 / 2Tesalonicenses 1,11-2,2
Lucas 19,1-10

Reflexiones

Omnipotencia que crea y misericordia que sana y re-crea: son dos títulos divinos que el autor del libro de la Sabiduría (I lectura) pone derelieve. El autor es, a la vez, teólogo y poeta: con habilidad y estilo elegante profundiza y hace accesible el misterio de un Dios creador y padre que ama la vida (v. 26). Un Dios ante el cual “el mundo entero es como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero” (v. 22); un Dios que otorga subsistencia, existencia, conservación y vida a cada criatura (v. 25-26). Junto con estos títulos de grandeza y honor, el autor pone en evidencia el rostro de Dios: ama a todos los seres, tiene un corazón tierno, se compadece de todos, usa su inmenso poder para perdonar al que se arrepiente de sus pecados (v. 23-24).


Además de ser compasivo y misericordioso, Dios está enamorado de sus criaturas, decidido a protegerlas a todas, porque Él las ha creado. Hoy diríamos que Dios es el primer ecologista, porque es “amigo de la vida” (v. 26). Queda, por tanto, definitivamente superada y hasta sin sentido la idea de un Dios receloso de la felicidad y del poder del hombre, como si fuera su adversario o competidor. Es en realidad lo contrario: cuanto más feliz es el hombre y cuantos más éxitos consigue, Dios está más orgulloso de su criatura más hermosa.


Confluyen en este pasaje, escrito en un ambiente cultural helenista en la cercanía del Nuevo Testamento (s. I a. C.), las grandes experiencias espirituales vividas por Abrahán, Moisés, Elías, Isaías, Jeremías… quienes pregustaron la revelación de Dios “clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad”, un Dios bueno con todos y tierno, que “sostiene a los que van a caer”. Lo canta muy bien el salmo, al cual hacen eco las palabras de San Ireneo: “la gloria de Dios es que el hombre viva”. Verdaderamente, la gloria de Dios encuentra su plenitud en la vida del hombre.


Dentro de un emblemático juego de contrastes, volvemos a encontrar la misma plenitud de vida en la historia de Zaqueo (Evangelio), cuya conversión narra Lucas con extraordinaria finura de detalles. La narración es rica de verbos de movimiento: correr, subir y bajar de un árbol, miradas que se cruzan, intercambio de palabras, puertas que se abren para la fiesta (v. 4-6), y, sobre todo… bolsillos que se abren para devolver y compartir (v. 8). La salvación ha entrado de lleno en la casa de Zaqueo (v. 9), “jefe de publicanos y rico” (v. 2). Más aún, ha entrado en su corazón transformado: se ha realizado, en efecto, el encuentro entre su deseo de ver a Jesús (v. 3) y la auto-invitación de Jesús que tiene que (es decir, quiere) alojarse y celebrar una fiesta en casa de un pecador que lo recibe “muy contento” (v. 6). No se trata de una conversión intimista, sino total, abierta a los demás, compartida en la fiesta; una conversión auténtica hasta el punto que Zaqueo restituye y reparte el dinero, convirtiéndose así en un ejemplo de compartir, cosa que es siempre muy difícil. (*)


Fijemos ahora la mirada en el movimiento de los ojos de los protagonistas. Zaqueo busca estratégicamente un lugar elevado para ver a Jesús que pasa. Al llegar a aquel sitio, Jesús levanta los ojos, ve a Zaqueo sobre el árbol y lo invita a bajar en seguida… “Desde lo alto Zaqueo trataba de ver a Jesús, pero ahora es Jesús el que, desde abajo, lo ve primero. Ante el pecador Jesús levanta siempre la mirada, porque su postura es la del siervo que se ha humillado… Igualmente, cuando se queda solo con la adúltera, Jesús levanta la cabeza hacia ella (Jn 8,10), la mira desde abajo, porque el que ama nunca se la da de juez, se rebaja, escoge el último lugar, se inclina ante la persona amada para lavarle los pies” (F. Armellini).


Zaqueo quiere ver a Jesús y lo consigue; de igual manera, los peregrinos griegos que llegan a Jerusalén deseosos de ver a Jesús (Jn 12,21). Se trata de un deseo sagrado, que aspira a ser escuchado. Jesús lo satisface siempre, directamente o por medio del anuncio-testimonio de los que pueden decirles a otros: hemos visto al Señor y se lo anunciamos (Jn 20,25; Hch 3,6; 1Jn 1,1-4). Tales son los Santos, los misioneros, la gente de buen corazón; en una palabra, los testigos que, con la vida y la palabra, ayudan a otras personas en el camino del Evangelio, haciéndoles ver el rostro de Dios. La misión es anuncio de Dios “amigo de la vida”, Creador de cosas hermosas, Señor que acoge y sana, Padre que envía a su Hijo Jesús, Salvador que perdona y renueva, Maestro que camina con los pecadores, Amigo que hace causa común con los pobres, los excluidos, los últimos. El anuncio del Evangelio es siempre una opción por la vida. Cada opción por la vida es un servicio misionero a la familia humana.



Palabra del Papa

(*) “La gracia de ese encuentro imprevisible fue tal que cambió completamente la vida de Zaqueo… Una vez más, el Evangelio nos dice que el amor, partiendo del corazón de Dios y actuando a través del corazón del hombre, es la fuerza que renueva el mundo. Nadie es demasiado pequeño para Dios y cada uno puede acoger al Señor y dejarse transformar por Él”.

Benedicto XVI
Mensaje en el Angelus del 4.11.2007


Siguiendo los pasos de los Misioneros

- 1/11: “Solemnidad de Todos los Santos que con Cristo están en la gloria”, donde continúan ejerciendo el servicio misionero de la intercesión en favor de toda la humanidad.
- 2/11: Día de oración por todos los difuntos.- Jornada de los antepasados.
- 3/11: S. Hermengaudio, obispo de Seo de Urgel (Cataluña, +1035), uno de los evangelizadores españoles en las tierras recuperadas después de las invasiones de los árabes musulmanes.
- 3/11: S. Martín de Porres (1579-1639), mulato que vivió en Lima (Perú), en el Convento de Santo Domingo como hermano coadjutor, portero y enfermero; hombre de oración, austeridad y caridad.
- 4/11: S. Carlos Borromeo (1538-1584), arzobispo de Milán; hombre de doctrina y caridad, organizó sínodos y seminarios para la formación del clero, promovió la vida cristiana mediante asiduas visitas pastorales.
- 5/11: B. Guido María Conforti (1865-1931), obispo de Parma, animador del espíritu misionero en la comunidad eclesial, fundador de los Misioneros Javerianos.

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WebJCP | Abril 2007