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Por OMPRESS
* Intención misionera para el mes de noviembre: "Que el nombre de Dios sea portador de paz"
* "Un país con tantos abortos no puede ser verdaderamente rico": las Misioneras de la Caridad, 30 años en Japón
* Una nueva casa para acoger a los misioneros en El Firme, Colombia
* La paciencia de la persona africana: Alexandre Alapont, misionero en Zimbabwe
Intención misionera para el mes de noviembre: "Que el nombre de Dios sea portador de paz"
OMPRESS-ROMA (29-10-10) “Para que los creyentes de las diversas religiones, con el testimonio de sus vidas y mediante el diálogo fraterno, ofrezcan una demostración clara de que el Nombre de Dios es portador de paz”, es la intención misionera indicada por el Santo Padre Benedicto XVI para estel mes de noviembre.
En el mensaje que dirigió a los Jefes de las delegaciones que participaron en el Encuentro Internacional por la Paz, en el Aula Magna del Seminario Arzobispal de Capodimonte, en Nápoles, el Santo Padres les recordó:
“Respetando las diferencias de las religiones, todos estamos llamados a trabajar por la paz y a un compromiso activo para promover la reconciliación entre los pueblos. Este es el auténtico ‘espíritu de Asís’, que se opone a toda forma de violencia y al abuso de la religión como pretexto para la violencia. Ante un mundo desgarrado por conflictos, donde a veces se justifica la violencia en nombre de Dios, es importante reafirmar que las religiones jamás pueden convertirse en vehículos de odio; jamás, invocando el nombre de Dios, se puede llegar a justificar el mal y la violencia.
Al contrario, las religiones pueden y deben ofrecer valiosos recursos para construir una humanidad pacífica, porque hablan de paz al corazón del hombre. La Iglesia católica quiere seguir recorriendo el camino del diálogo para fomentar el entendimiento entre las diversas culturas, tradiciones y sabidurías religiosas. Deseo vivamente que este espíritu se difunda cada vez más sobre todo donde son más fuertes las tensiones, donde se niega la libertad y el respeto al otro, y donde hombres y mujeres sufren las consecuencias de la intolerancia y la incomprensión”.
“Un país con tantos abortos no puede ser verdaderamente rico”: las Misioneras de la Caridad, 30 años en Japón
OMPRESS-JAPÓN (29-10-10) Las Misioneras de la Caridad llegaron a Japón en 1980 y abrieron cuatro casas en el país, una de ellas un monasterio para su rama contemplativa.
En Ama, en la prefectura japonesa de Aichí, hay hermanas de la India, Sri Lanka, Papúa-Nueva Guinea y también japonesas. Las hermanas, durante la semana, organizan cocinas en los parques para las personas sin hogar. Antes de repartir la comida rezan todos juntos. Las comidas que preparan las hermanas se convierten, para estas personas necesitadas, en lugares de intercambio de información, de manera que se pueden ayudar unas a otras.
Cuando la Madre Teresa llegó a Japón le impresionó que, aunque nadie moría de hambre, hubiera tan alto número de abortos. Decía que un país con tantos abortos no puede ser verdaderamente rico. Por eso las Misioneras de la Caridad se han centrado en apoyar a madres solteras proporcionándoles un lugar de acogida. Para no olvidarse de su primera intención a la hora de rezar, algunas hermanas llevan en su rosario una réplica de un dedo de un bebé de 10 meses. Mide 1 centímetro y con él recuerdan que en todo momento una pequeña vida está siendo asesinada.
La Madre Teresa decía que “no se trata de cuánto hacemos sino de cuánto amor ponemos en lo que hacemos. No se trata de cuánto damos sino de cuánto amor ponemos en lo que damos”. Algo que sin duda inspira a sus hijas en el país del Sol naciente.
Una nueva casa para acoger a los misioneros en El Firme, Colombia
OMPRESS-COLOMBIA (29-10-10) Una de las zonas más pobres de Guapi, en el Cauca colombiano, es la que rodea a El Firme. Es en este lugar donde, desde hace 80 años, se ha levantado una casa destinada a alojar a la comunidad de las Hermanas de la Providencia y en la que se hospedaban los misioneros, en ellas descansaban de sus recorridos por esta región tan apartada del vicariato apostólico de Guapi. La humedad y los insectos, algo propio de la zona de la costa del Pacífico, han hecho imposible volver a reparar esta vieja construcción.
Como la población es muy pobre las Obras Misionales Pontificias, gracias al DOMUND, ha aportado 12.000 dólares para una nueva casa. La contribución local será la mano de obra y algunos materiales.
En el mismo vicariato se han destinado otros 5.000 dólares para la sede del mismo, que sufrió la explosión de una bomba que destruyó las paredes y el techo. Los autores del atentado buscaban con este acto amedrentar a la Iglesia por su labor en la zona.
La paciencia de la persona africana: Alexandre Alapont, misionero en Zimbabwe
OMPRESS-VALENCIA (29-10-10) El misionero valenciano del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME), Alexandre Alapont, ha estado destinado en Zimbabwe desde 1957. Muy conocido por su valioso trabajo como traductor de la Biblia y el Misal Romano a la lengua nambya, a lo que ha dedicado 29 años, escribe en un mensaje que acaba de enviar sobre la paciencia de la persona africana:
“Una cosa que siempre me ha sorprendido en África es la paciencia del pueblo africano. Saben esperar. No hay que correr. No hay que sofocarse, ni enfadarse, ni gritar, ni insultarse. Hablo en general, explicando lo que suele pasar normalmente, pues hay veces que si se enfadan. Pero la tónica general es guardar el equilibrio de la existencia diaria, no producir altercados, no cambiar mucho las cosas para no crear confusiones ni situaciones nuevas desconocidas. En la vida habrá que esperar pacientemente, sin alterarse, y ver como van evolucionando los problemas.
Actualmente en Zimbabwe hay colas en todos los sitios, especialmente en las zonas urbanas. Hay colas interminables de gente que espera por horas y horas para conseguir lo que desean. Y este pueblo espera pacientemente, sin alterarse y a veces hasta riendo y hablando. Yo me quedo admirado al verlo en la cola, y pienso en mi poca paciencia para esperar tanto tiempo. Es verdad que en Zimbabwe hay un 90% de parados, pues no hay trabajo en el país; así y todo es admirable lo que pueden esperar.
Otra cosa que me admira es que no hay unos tiempos algo fijos para comer. La gente tiene poca comida en sus casas. Por la mañana no hay desayuno, y al medio día no suele haber comida. Solamente allá al atardecer cuando comienza a caer el sol, se juntará la familia para comer aquello que tengan. Los niños ya estarán en casa después de la escuela o de apacentar el ganado por los bosques. Lentamente se irá sentando en el suelo, y la madre traerá su harina de maíz hervida y algunas hierbas también hervidas y allí poco a poco irán consumiendo su pobre comida. Pero todo en paz y sin prisas.
Para mi manera de entender las cosas, yo encuentro a los Zimbabwenses demasiados sumisos. Después de tantos años de sumisión bajo un mismo tirano, ya no tienen fuerzas de protestar. Si falta comida, se aguantan; si falta semillas para sembrar en los campos, dicen ¿Qué podemos hacer? Si no llegan los autobuses esperan hasta el día siguiente, si no hay medicinas en la clínica, se aguantan sufriendo. Me parece a mí que un poco de sentido de la protesta, de no conformarse con el dolor, la miseria y las carencias, les ayudaría a buscar soluciones a muchos problemas.”
* "Un país con tantos abortos no puede ser verdaderamente rico": las Misioneras de la Caridad, 30 años en Japón
* Una nueva casa para acoger a los misioneros en El Firme, Colombia
* La paciencia de la persona africana: Alexandre Alapont, misionero en Zimbabwe
OMPRESS-ROMA (29-10-10) “Para que los creyentes de las diversas religiones, con el testimonio de sus vidas y mediante el diálogo fraterno, ofrezcan una demostración clara de que el Nombre de Dios es portador de paz”, es la intención misionera indicada por el Santo Padre Benedicto XVI para estel mes de noviembre.
En el mensaje que dirigió a los Jefes de las delegaciones que participaron en el Encuentro Internacional por la Paz, en el Aula Magna del Seminario Arzobispal de Capodimonte, en Nápoles, el Santo Padres les recordó:
“Respetando las diferencias de las religiones, todos estamos llamados a trabajar por la paz y a un compromiso activo para promover la reconciliación entre los pueblos. Este es el auténtico ‘espíritu de Asís’, que se opone a toda forma de violencia y al abuso de la religión como pretexto para la violencia. Ante un mundo desgarrado por conflictos, donde a veces se justifica la violencia en nombre de Dios, es importante reafirmar que las religiones jamás pueden convertirse en vehículos de odio; jamás, invocando el nombre de Dios, se puede llegar a justificar el mal y la violencia.
Al contrario, las religiones pueden y deben ofrecer valiosos recursos para construir una humanidad pacífica, porque hablan de paz al corazón del hombre. La Iglesia católica quiere seguir recorriendo el camino del diálogo para fomentar el entendimiento entre las diversas culturas, tradiciones y sabidurías religiosas. Deseo vivamente que este espíritu se difunda cada vez más sobre todo donde son más fuertes las tensiones, donde se niega la libertad y el respeto al otro, y donde hombres y mujeres sufren las consecuencias de la intolerancia y la incomprensión”.
“Un país con tantos abortos no puede ser verdaderamente rico”: las Misioneras de la Caridad, 30 años en Japón
OMPRESS-JAPÓN (29-10-10) Las Misioneras de la Caridad llegaron a Japón en 1980 y abrieron cuatro casas en el país, una de ellas un monasterio para su rama contemplativa.
En Ama, en la prefectura japonesa de Aichí, hay hermanas de la India, Sri Lanka, Papúa-Nueva Guinea y también japonesas. Las hermanas, durante la semana, organizan cocinas en los parques para las personas sin hogar. Antes de repartir la comida rezan todos juntos. Las comidas que preparan las hermanas se convierten, para estas personas necesitadas, en lugares de intercambio de información, de manera que se pueden ayudar unas a otras.
Cuando la Madre Teresa llegó a Japón le impresionó que, aunque nadie moría de hambre, hubiera tan alto número de abortos. Decía que un país con tantos abortos no puede ser verdaderamente rico. Por eso las Misioneras de la Caridad se han centrado en apoyar a madres solteras proporcionándoles un lugar de acogida. Para no olvidarse de su primera intención a la hora de rezar, algunas hermanas llevan en su rosario una réplica de un dedo de un bebé de 10 meses. Mide 1 centímetro y con él recuerdan que en todo momento una pequeña vida está siendo asesinada.
La Madre Teresa decía que “no se trata de cuánto hacemos sino de cuánto amor ponemos en lo que hacemos. No se trata de cuánto damos sino de cuánto amor ponemos en lo que damos”. Algo que sin duda inspira a sus hijas en el país del Sol naciente.
Una nueva casa para acoger a los misioneros en El Firme, Colombia
OMPRESS-COLOMBIA (29-10-10) Una de las zonas más pobres de Guapi, en el Cauca colombiano, es la que rodea a El Firme. Es en este lugar donde, desde hace 80 años, se ha levantado una casa destinada a alojar a la comunidad de las Hermanas de la Providencia y en la que se hospedaban los misioneros, en ellas descansaban de sus recorridos por esta región tan apartada del vicariato apostólico de Guapi. La humedad y los insectos, algo propio de la zona de la costa del Pacífico, han hecho imposible volver a reparar esta vieja construcción.
Como la población es muy pobre las Obras Misionales Pontificias, gracias al DOMUND, ha aportado 12.000 dólares para una nueva casa. La contribución local será la mano de obra y algunos materiales.
En el mismo vicariato se han destinado otros 5.000 dólares para la sede del mismo, que sufrió la explosión de una bomba que destruyó las paredes y el techo. Los autores del atentado buscaban con este acto amedrentar a la Iglesia por su labor en la zona.
La paciencia de la persona africana: Alexandre Alapont, misionero en Zimbabwe
OMPRESS-VALENCIA (29-10-10) El misionero valenciano del Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME), Alexandre Alapont, ha estado destinado en Zimbabwe desde 1957. Muy conocido por su valioso trabajo como traductor de la Biblia y el Misal Romano a la lengua nambya, a lo que ha dedicado 29 años, escribe en un mensaje que acaba de enviar sobre la paciencia de la persona africana:
“Una cosa que siempre me ha sorprendido en África es la paciencia del pueblo africano. Saben esperar. No hay que correr. No hay que sofocarse, ni enfadarse, ni gritar, ni insultarse. Hablo en general, explicando lo que suele pasar normalmente, pues hay veces que si se enfadan. Pero la tónica general es guardar el equilibrio de la existencia diaria, no producir altercados, no cambiar mucho las cosas para no crear confusiones ni situaciones nuevas desconocidas. En la vida habrá que esperar pacientemente, sin alterarse, y ver como van evolucionando los problemas.
Actualmente en Zimbabwe hay colas en todos los sitios, especialmente en las zonas urbanas. Hay colas interminables de gente que espera por horas y horas para conseguir lo que desean. Y este pueblo espera pacientemente, sin alterarse y a veces hasta riendo y hablando. Yo me quedo admirado al verlo en la cola, y pienso en mi poca paciencia para esperar tanto tiempo. Es verdad que en Zimbabwe hay un 90% de parados, pues no hay trabajo en el país; así y todo es admirable lo que pueden esperar.
Otra cosa que me admira es que no hay unos tiempos algo fijos para comer. La gente tiene poca comida en sus casas. Por la mañana no hay desayuno, y al medio día no suele haber comida. Solamente allá al atardecer cuando comienza a caer el sol, se juntará la familia para comer aquello que tengan. Los niños ya estarán en casa después de la escuela o de apacentar el ganado por los bosques. Lentamente se irá sentando en el suelo, y la madre traerá su harina de maíz hervida y algunas hierbas también hervidas y allí poco a poco irán consumiendo su pobre comida. Pero todo en paz y sin prisas.
Para mi manera de entender las cosas, yo encuentro a los Zimbabwenses demasiados sumisos. Después de tantos años de sumisión bajo un mismo tirano, ya no tienen fuerzas de protestar. Si falta comida, se aguantan; si falta semillas para sembrar en los campos, dicen ¿Qué podemos hacer? Si no llegan los autobuses esperan hasta el día siguiente, si no hay medicinas en la clínica, se aguantan sufriendo. Me parece a mí que un poco de sentido de la protesta, de no conformarse con el dolor, la miseria y las carencias, les ayudaría a buscar soluciones a muchos problemas.”
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