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MISIONEROS EN CAMINO: XXIV Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 15, 1-32) - Ciclo C: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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viernes, 10 de septiembre de 2010

XXIV Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 15, 1-32) - Ciclo C: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


La oveja perdida, o el sinsentido del amor.
Publicado por DABAR

Un buen amigo me dijo una vez: “Si las parábolas de Jesús no te escandalizan, o tienes el don del Espíritu o quizá las hayas entendido mal”, y yo con la experiencia he llegado a la conclusión de que tiene razón, aunque todavía me cabe una alternativa más: puede que las haya o hayamos interpretado erróneamente, pero… ¿por ignorancia o por interés?

Este año en 1º de Bachillerato trabajé con mis alumnos la parábola de “la oveja perdida” entre otras. Me descargué de Youtube un par de vídeos ilustrativos al respecto de los que se utilizan en catequesis. Os mando las páginas web por si queréis verlos por curiosidad:
http://www.youtube.com/watch?v=Qg1Q7uVtf7s
http://www.youtube.com/watch?v=9NoQAG5MvLY
Están bien hechos, son simpáticos, atractivos, amenos… pero difieren, y mucho, de la parábola real. están manipulados con intención para dar un mensaje moral y resaltar lo bueno que es Jesús con aquel que se deja llevar por la tentación (el lobo) y se desvía de su camino (no se pierde, sino que desobedece intencionadamente)
Después de ver los dos vídeos analizamos las similitudes y diferencias hasta que llegamos a la conclusión antes indicada.
Luego les leí Lc 15, 4-7 y comparamos: no hay lobo, no hay desobediencia, no hay establo o redil (como lo había en los vídeos, y Jesús no salía en busca de su oveja desparecida hasta que no dejaba bien a salvo a las otras noventa y nueve) “¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar la que se perdió, hasta que la encuentra?” ¿Qué pastor –no hebreo del siglo I, sino español, marroquí o francés del siglo XXI- deja 99 ovejas solas en un desierto para ir a buscar una que se ha perdido?, ¿en qué cabeza cabe tamaña insensatez?
A los chicos les pasó como a mí la primera vez que lo contemplé desde esa perspectiva (que es la de la parábola): no entendía a Jesús, ¿cómo puede poner en riesgo a noventa y nueve por una?, ¿no valen más noventa y nueve vidas que una?, ¿es peor la muerte de cien inocentes que la de uno solo?

Nuestra mentalidad pragmática y racional se rebela contra esta insensatez de Jesús porque para nosotros todo es cuantitativo; pero Jesús nos enseña que el amor es cualitativo, irracional y sin sentido práctico.

A Él le importamos todos y cada uno como totalidad.

Además hay otra conclusión que nos descoloca otro poco. Podíamos entender perfectamente los vídeos en los que la oveja sucumbe a la tentación del lobo y desobedece a su pastor alejándose del rebaño en busca de una muerte que ignora. Moraleja (o mejor dicho, moralina) no hay que dejarse llevar por las tentaciones de libertad o felicidad (que es lo que prometía el lobo), hay que ser sumiso y obediente. No obstante, Jesús es tan bueno que incluso en esos casos es capaz de salvarnos.
La parábola real no juzga a la oveja, ni le aconseja cumplir una norma, ni se sabe si hay o no tentación. No es un discurso ni un reproche, en realidad no tiene importancia el motivo que llevó a la oveja a perderse; sólo nos asegura que, en caso de vernos perdidos, su amor por cada uno -por tí, por mí- es capaz de hacerlo salir de sí para rescatarnos. ¡Tanto me ama!, ¡tanto te ama!

Somos muy dados a juzgar y a recriminar con un “¡ya te lo decía yo!”, y muy poco a consolar, aceptar y sencillamente -y por eso mismo, tan difícil- a amar.
Creemos que el amor nos da derechos. Lo vemos o experimentamos con bastante claridad con los hijos. Intentamos educarlos, pero cuando se pierden no sabemos “montar una fiesta al encontrarlos”, nos creemos con derecho al sermón y a la regañina porque vivimos el amor como posesión, no como entrega que ayuda a crecer y hace libre al amado. Acordémonos del padre del hijo pródigo. No le deja ni disculparse, le besa, le abraza y le devuelve su dignidad de hijo y hombre libre. Ni un reproche, ni uno.
¡Qué difícil!, ¿no?

Ahora que mis hijos son adolescentes, ya casi jóvenes –con sus 23 y 21 años- y se equivocan, y se pierden, me cuesta mucho no soltarles el sermón (que es lo que hago más a menudo) Pero en alguna ocasión, cuando su error les provoca sufrimiento, algo dentro de mí me llama a callar, abrazar, rescatar y sonreír, porque “se había perdido y ha sido hallado”, y mi corazón se esponja con su abrazo, y sus lágrimas se funden con las mías en una sonrisa de consuelo.

Si podemos, si sabemos amar como Él amó, sólo hay que recorrer el difícil camino que va de la cabeza al corazón.

Pidamos al Espíritu que nos acompañe, que haga de ese camino una autopista ligera para que el sinsentido del amor triunfe en nuestra vida.

CONCHA MORATA
concha@dabar.net



DIOS HABLA

ÉXODO 32,7-11.13-14
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: «Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”». Y el Señor añadió a Moisés: «Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo». Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: «¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre”». Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

I TIMOTEO 1,12-17
Querido hermano: Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí, porque yo no era creyente y no sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia en mi, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús. Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo Jesús toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que creerán en él y tendrán vida eterna. Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

LUCAS 15, 1-32
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: “¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido”. Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: “¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido”. Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta». También les dijo: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: “Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”. Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus criados: “Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”. Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: “Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”. Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: “Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mi nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”. El padre le dijo: “Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”».



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA

Contexto. Concluido el rito de la Alianza, el cap. 24 termina con estas palabras: 'Moisés se adentró en la nube y subió al monte, y estuvo allí cuarenta días con sus noches'. Tras la interrupción literaria de los cap. 25 31 (orden de construir el santuario con sus utensilios, consagración de sacerdotes), de nuevo encontramos al pueblo, impaciente, porque no sabe qué le ha ocurrido a su guía, Moisés.
La etapa de peregrinaje es siempre dura y difícil, mucho más si falta el guía. Al ver que Moisés no baja, no queriendo perder a su jefe, el pueblo se fabrica, con la anuencia de Aarón, un becerro de oro, un dios humano que le dirija, le oriente y le interprete los más variados acontecimientos. Es la única forma de sentirse seguro.

Texto. Por desviarse de la ruta adecuada, el Señor se irrita con su pueblo y Moisés ha de interceder por él. Esta súplica intercesión, descrita en los vs. 10 14, se basa en un triple fundamento: 1') si ahora se destruye todo, ¿qué sentido tiene la liberación que Dios ha obrado a favor de los suyos? (v.1 l); 21) si el Señor aniquila a su pueblo, El es el que, de verdad, pierde la reputación ya que queda en ridículo a los ojos egipcios (v.12: argumento del ridículo); 31) ¿dónde irá a parar la promesa hecha a los padres? (v.13). Si el Dios de Israel quiere llevar a feliz término la promesa que juró a los antepasados debe continuar su obra liberadora..
En la hipótesis de destruir a Israel, el único heredero de la promesa sería Moisés. El Señor le propone este plan tan halagüeño: 'veo que este pueblo es... testarudo. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti sacaré un gran pueblo' (v.10). Moisés no acepta esta honrosísima excepción y responde, sin pensárselo dos veces: '0 perdonas sus pecados, o me borras de tu registro' (v. 32). Por solidaridad, Moisés debe morir, pero esto es algo imposible ya que quedarían sin efecto el juramento y la promesa hecha a los Padres. Al querer correr la misma suerte que los suyos intercede eficazmente por ellos. A Dios no le queda otro remedio que arrepentirse 'de la amenaza que había pronunciado'.

Reflexiones. El auténtico líder y mediador de un pueblo es el que desea correr su misma suerte, sin ceder al halago, al privilegio, a las ventajas personales. ¿Así son nuestros líderes políticos y religiosos? Dicen que viven con y para el pueblo, que comparten su dolor, sus angustias, sus penurias..., pero la triste realidad es que se venden por el vil metal, se pírrian por cualquier condecoración, por ser la excepción… ¡Pobre pueblo!, ¿por qué te dejas engañar?
Es de gran importancia, en todo peregrinar humano, también religio¬sos, la existencia de un guía experto (no necesariamente clérigo; a veces el menos indicado) que nos oriente en medio de los avatares de la vida, que nos enseñe a caminar por rutas diversas... Israel no sabía caminar solo y se fabricó sus ídolos; hoy muchos cristianos tampoco saben orientarse en la vida... y se construyen nuevos ídolos... Guía sin escrúpulos, opresor.. será aquel que goce teniendo sometidos a los demás por su conciencia, por el deber de estar agradecidos... ¡Pobre pueblo!, ¿por qué te dejas engañar?



SEGUNDA LECTURA
En la actualidad se ha extendido mucho la opinión de que las Pastorales (1,2 Timoteo, Tito) no fueron escritas por Pablo. Se aprecian razones de tipo lingüístico, histórico, eclesial... Pero no todos están de acuerdo y hay también detalles que resultan más difíciles de explicar desde la hipótesis de la inautenticidad, que, de todas formas resulta lo más verosímil. Quizás sea posible que el autor - es el mismo para los tres escritos - a finales del siglo I usase algún material paulino anterior. En todo caso, sean auténticos o no, estos escritos siguen siendo igualmente inspirados y canónicos.

Después de los primeros versículos de la carta viene una acción de gracias que, en casi todas las cartas auténticas viene después del saludo. Quizás el autor, para dar más verosimilitud paulina a su escrito, quiere insertar ese rasgo y, quizás también por ese motivo, adopta un tono muy personalizado en figura de Pablo. El motivo de tal acción de gracias es la acción salvadora de Cristo en la conversión y cambio de Pablo. Se parece mucho a lo que dice la correspondencia paulina y deuteropaulina sobre el punto. Pero hay diferencias interesantes aunque menos relevantes para el contenido básico.

Lo central, en efecto, es destacar el poder de la salvación manifestada y realizada en Cristo por pura misericordia divina, mencionada dos veces en los vv. 13 y 16 respectivamente. Es de destacar la frase inicial del v. 15 sobre la afirmación cierta y digna de ser aceptada; frase típica de las Pastorales y que es un modo de llamar la atención sobre algo que los lectores ya conocen.

La doxología (alabanza) del v. 17 tiene cuño litúrgico y probablemente fue tomada de ese contexto.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


EVANGELIO

1. Observaciones al texto
V.1 Publicanos: Mal vistos por su participación en el cobro de impuestos. Pecadores: Mal vistos por su conducta en desacuerdo con la Ley. Fariseos: Miembros de una asociación comprometida en el seguimiento de reglas sobre pureza ritual, ayunos, diezmos y otras costumbres religiosas. Letrados. Laicos encargados de la enseñanza de la Ley y de su aplicación a las nuevas situaciones.
Vs.3, 8 y 11. Parábola como recurso pedagógico; historia o situación ideada por Jesús, con una conclusión-declaración final, en la que Jesús condensaba la enseñanza que quería transmitir a los oyentes. Las declaraciones finales del texto de hoy se encuentran en los vs.7, 10, 24 y 32.
Vs.6 y 9 ¡Felicitadme! Así traduce el texto litúrgico lo que en el original griego es una invitación expresa a compartir la alegría: ¡Alegraos conmigo!
Vs.7 y 10 Os digo: aseveración característica de Jesús para dar realce a lo que va a decir; aseveración enfática, solemne.

2. Texto
Un hecho real (vs.1-2) y tres parábolas (vs.3-7; 8-10; 11-32). Las dos primeras, breves y esquemáticas; la tercera, larga y pormenorizada.
Vs.1-2. Punto de partida del texto: críticas de fariseos y letrados al hecho reiterado por parte de Jesús de compartir mesa con recaudadores y pecadores.
Vs.3-7 y 8-10. Recogen dos parábolas gemelas en las que Jesús da razón de porqué comparte mesa con recaudadores y pecadores. Las dos reproducen un mismo esquema con cuatro datos: pérdida, hallazgo, invitación a compartir la alegría por el hallazgo, aseveración solemne final. Las dos concluyen con la misma transición a la aseveración final: Os digo. En ambas, lo perdido es poco en comparación con lo no perdido (de cien ovejas, una; de diez monedas, una). ¡Lo poco es también valioso! Dos parábolas; dos experiencias que los oyentes han podido vivir ellos mismos.
Jesús descubre a sus oyentes el mundo de Dios. ¡Ése es el mundo en el que Jesús se inspira para actuar como actúa.
Vs.11-32. Recogen la tercera parábola: Un hombre tenía dos hijos. Parábola larga, detallando el comportamiento de cada uno de los dos hijos. Al hacerlo así, Jesús consigue que los oyentes identifiquen a los dos hijos de la parábola con cada uno de los dos grupos de los vs.1-2: hijo menor = recaudadores y pecadores; hijo mayor = fariseos y letrados. La parábola queda felizmente cerrada en lo que al hijo menor se refiere (vs.11-24). En cambio, en lo que al hijo mayor se refiere, la parábola queda abierta (vs.25-32). ¿Aceptarán los fariseos y letrados la invitación a compartir la alegría? ¡Enorme la habilidad y la delicadeza de Jesús!
En sus dos partes, esta tercera parábola reproduce el esquema de las dos primeras en sus tres primeros datos (pérdida, hallazgo, invitación a compartir la alegría por el hallazgo), dejando fuera el cuarto dato (aseveración solemne final). Esta omisión es el recurso adoptado por Jesús para que los oyentes identifiquen al padre de la parábola con Dios, el Padre por antonomasia. Este Padre fue la fuente de inspiración de Jesús en su hablar y en su actuar.

3. Comprensión actualizante
Pieza maestra, mírese por donde se mire: arte literario, delicadeza, religiosidad.
Gracias a Jesús sabemos incontestablemente quién y cómo es Dios.
Sabemos incontestablemente que Dios tiene por cada uno de sus hijos un cariño individual, particular. Quiere a cada uno de sus hijos tal y como cada uno de ellos decide ser y comportarse. Sufre y se alegra por cada uno de ellos. Sabemos incontestablemente que Dios desconoce el adjetivo poco tratándose de sus hijos. Para Dios no hay poco hijo ni mucho hijo. Existe sencillamente el sustantivo hijo, individualmente, maravillosamente.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net


NOTAS PARA LA HOMILIA

MATARLOS A BESOS
¿Quién no ha oído hablar a unos padres quejándose de unos hijos a los que en algún momento “matarían”?

La tensión interior por quienes quieren de un modo tan desorbitado les hace sentir preocupación, ira, angustia, frustración y ternura, todo a la vez. ¡Cómo no se darán cuenta de los peligros inminentes o de las oportunidades fallidas! ¡Cómo no hacen caso a quienes saben! Se lamentan los padres.

Y Moisés, pobre atrevido, se pone a hacer de intermediario sin saber lo que trae consigo hacer de intermediario entre padres e hijos. Mejor lo sabía el autor del libro de Jonás, cuando rechaza asumir el encargo que recibe de mediar con los habitantes de Nínive, peligrosos enemigos del pueblo de Dios, pero hijos al fin, también ellos, de un Dios demasiado blandengue.

Es conocida la experiencia de los mediadores familiares. Si la intervención mediadora tiene éxito, la explosión de alegría, la tensión reprimida, el alborozo sentido y la euforia desatada no entienden de reconocimientos ni de justificadas cortesías. Si, en cambio, la intervención no alcanza su objetivo, es que no se ha actuado adecuadamente y no se ha puesto el empeño oportuno. El fracaso no puede achacarse a unos padres cuyo corazón ya estaba volcado ni a unos hijos que, de haber oído la palabra adecuada, habrían reaccionado positivamente. ¡Menudos son mis hijos para no reaccionar ante una invitación paterna bien expresada!

EL LENGUAJE DE LA BIBLIA
Lo dicho. No es aconsejable entrar en los ámbitos de la relación familiar con criterios ajenos a los sentimientos que rigen las relaciones de sus miembros.

Por lo tanto, no puede entenderse la Biblia, sus personajes y, sobre todo, a Dios, desde nuestros esquemas lógicos, racionales, legales o científicos.

El intento de conocer a Dios desde los esquemas de una relación de justicia ha fracasado siempre. Le costó la fe a Israel, le costó una terrible crisis religiosa a Saulo, le costó otra crisis a la religiosidad tradicional de la Edad Media.

La pretensión racionalista de acceder a Dios desde la razón abocó a la cultura moderna del XIX al ateísmo práctico y, finalmente, a la negación teórica de Dios.

El funcionalismo científico que querría someter a Dios a las pruebas de sus hipótesis y verificaciones, podrá referirse a Él como principio inicial de un proceso muy complejo de interacciones pero nunca llegará a lo que es el rasgo más propio y sublime de Dios.

Lo que más valoramos, lo que más admiramos, lo que en nosotros se manifiesta como el rasgo específico y admirable es nuestra capacidad para la interrelación, a la vez necesaria, libre y sorprendente.

Rotas pero no dejadas las ataduras de la necesidad instintiva, nuestras relaciones son tanto más humanas cuanto más intensas, afectadas, afectuosas e implicadas son.

Y ese rasgo tan humano, tan divino, es el que la Biblia predica de Dios en un proceso continuo de evolución pedagógica que llega hasta Jesús en donde Dios se nos muestra como perdón generoso y gratuito.

En nada es tan grande el ser humano como en el perdón. Nadie es tan humano y tan Dios como el ser que perdona porque ama, como los padres.

No es de extrañar el recurso a la parábola del hijo pródigo que de una manera narrativa, como historieta tan profunda de historia y de esperanza, nos habla de un corazón que desborda los horizontes de la justicia, de la razón, de la ciencia y de todo lo que nosotros mercantilizamos. Dios es gracia. Un regalo que El Corte Inglés no podrá nunca poner en sus vitrinas ni un juez otorgar por sentencia ni un científico sacar de un laboratorio. En cambio sí lo podemos encontrar en nuestra propia necesidad de compasión, piedad y amor.

JOSE ALEGRE ARAGÜES
pepe@dabar.net




PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse
(Lc 15, 7)

Sugerencias, preguntas y cuestiones
-El conjunto del evangelio de hoy, no es sólo la parábola del padre que tenía dos hijos. Precedida por la parábola de la oveja perdida ante la murmuración de fariseos y escribas, podemos fijarnos en una actitud que se repite e insiste: salir a buscar. El pastor a la oveja, el Padre al hijo pequeño, después al hijo mayor (los padres siempre preocupados por sus hijos…). ¿Es verdaderamente nuestra forma de estar en el mundo, en la comunidad, en la Iglesia,? Estamos en actitud vital de preocuparnos y buscar (activamente), renovar nuestra dimensión misionera, o más bien estamos en conservar…¿?


PARA LA ORACION

Al comenzar nuestra celebración recordando tu capacidad de acogernos sin pasarnos factura por nuestra vida, queremos pedirte que hagas posible un toque interior en nuestra experiencia religiosa para disfrutar de Ti, como le ocurrió al hijo pequeño que te descubrió en la miseria y en la necesidad, en la ausencia y en la distancia.
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Nuestra oferta de vida hecha presente en el pan y el vino quiere ser el reflejo de nuestra propia existencia atada a lo material, a lo limitado, a la necesidad y a la nostalgia de un futuro mejor que Tú harás posible pero que requiere de nuestra colaboración. Toma, Señor, nuestro deseo y únelo a tu generosidad.
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Nuestra capacidad de agradecimiento se queda pequeña, Señor, al querer expresar toda la alegría que sentimos por lo que significas en nuestra vida.
Contigo todo queda transformado y buena muestra de ello es nuestra propia condición que, por sí misma, no tendría futuro ni esperanza pero en Ti sabe que puede hacer realidad todo lo que profundamente añora.
Lo mismo nuestro mundo tan atrapado en la decepción y el pesimismo, pero que Tú puedes cambiar como hiciste con tu antiguo pueblo y sigues haciendo con nuestra comunidad la Iglesia tan metida en situaciones de crisis pero siempre renacida desde tu perdón y tu esperanza.
Te damos las gracias por quienes han sentido la gratitud de saberse queridos y se han dedicado a los demás en las ingentes tareas que llenan la historia y la convivencia.
Pero sobre todo, gracias por Jesús. Por Él sabemos cómo eres y por Él podemos hacer de nuestra religiosidad no una obligación sino un disfrute agradecido.
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Participar en nuestra reunión contigo es cultivar la esperanza, despertar el ánimo, recuperar las ganas de seguir, saciar el hambre y llenarnos de energía. Somos pocos, Señor, pero nos sentimos acompañados por Ti en los pasos de la vida.




LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
Nuestra celebración está motivada por la gratitud. Nos juntamos quienes sabemos que, como el hijo pródigo, somos aceptados en casa sin que los méritos nos justifiquen. Dios nos invita porque quiere, por eso le damos las gracias.

SALUDO
Sed todos bienvenidos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

ACTO PENITENCIAL
No nos da miedo mirar a nuestro interior y descubrir cómo somos. Dios nos ayuda a aceptarnos.
-Tú que eres un Padre bueno y generoso que siempre nos abres tu corazón. Señor, ten piedad.
-Tú que conoces por experiencia lo duro que es pasar por esta vida con el fardo o la cruz de nuestra condición. Cristo, ten piedad.
-Tú que siempre eres aire de libertad, espíritu de amor y lazo de unión. Señor, ten piedad.
Dios, que sabe como somos, nos acepta, nos quiere, no anima a seguir en nuestra superación y nos invita a reunirnos algún día en su casa.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Cuando uno hace un pacto no sabe hasta donde le puede obligar o comprometer, porque en un imprevisto, la otra parte puede reclamar la lealtad aunque duela. Si es uno quien hace un pacto sabiendo que va a perder pero todo lo valora menos que la persona con quien lo hace, no le importa. Está dispuesto a perderlo todo por ganar a alguien. Así son los padres. Así es Dios.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 50)
Me pondré en camino adonde está mi padre.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.
Me pondré en camino adonde está mi padre.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.
Me pondré en camino adonde está mi padre.
Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantando y humillado tú no lo desprecias.
Me pondré en camino adonde está mi padre.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Magnífico canto de gratitud con el que Pablo introduce esta carta a su amigo y colaborador Timoteo. Él mismo se pone como ejemplo de haber sido merecedor del rechazo y la acusación, en cambió ha vivido el regalo del perdón que le ha llevado a la libertad y al compromiso de dar a conocer a todos los que ha podido la maravilla de su propia experiencia que ha sido posible gracias a Jesús, el mensajero, la palabra, con que Dios se nos ha dado a conocer.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Es tan provocadora y desconcertante esta parábola sobre el perdón de Dios para todos los que sentimos la propia incompetencia y la situación de necesidad que el ser humano es, y, sin embargo, su provocación no termina de romper la mentalidad de justicia, premio y castigo, que llevamos en nuestro subconsciente por siglos. Aún no creemos en la gratuidad. Todavía nos obcecamos en tener que esperar lo que nos merecemos. Todavía no entendemos la parábola.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Terminando el verano y asomando sus colores primeros el otoño, no olvidamos dirigirnos a Ti, Dios bueno, para encomendarte nuestras necesidades.
-Por quienes nos decimos creyentes, para que confiemos más en Ti y proclamemos tu perdón a todos los seres humanos. Roguemos al Señor
-Para que no te relacionemos nunca con el rencor, la violencia o la exclusión. Para que te veamos siempre como el Dios que acoge a todos. Roguemos al Señor.
-Por quienes sufren la falta de justicia, por quienes viven en propia experiencia la corrupción de las instituciones, por quienes no tienen a quien recurrir en su necesidad. Roguemos al Señor
-Por quienes ven, con horror, que la crisis les cierra la posibilidad de un trabajo con el que servir a los demás y obtener los medios familiares. Roguemos al Señor
-Por todos los jóvenes que viven lejos de tu casa, para que descubran tu gran corazón y cómo puedes llegar a ser nuestra mejor alegría. Roguemos al Señor.
Oración: Escucha, Dios bueno, nuestra oración que recoge las penas de nuestro mundo, las necesidades de nuestros hermanos y la situación de nuestra comunidad. Hazlo porque lo necesitamos y porque te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.


CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada. Hoy vuelvo de lejos (CB-103); La alegría del perdón (de Gabaráin, casete “Bendito eres, Señor”); Delante de ti, Señor, mi Dios (disco “Cantos para participar y vivir la Misa”); Juntos como hermanos.
Salmo. LdS; Perdón, Señor, perdón (Espinosa).
Aleluya. 2CLN-E 13.
Ofertorio. La misericordia del Señor (Taizé).
Santo. Del nuevo disco “12 Canciones religiosas para el s. XXI”; Santo gregoriano (1CLN-I 1).
Cordero de Dios. 1CLN-Ñ 9; el nuevo del disco “15 Cantos para la cena del Señor”.
Comunión. Oveja perdida (Alcalde); Ten piedad, Dios mío (1CLN-111); El Señor es mi pastor (Gelineau); A las fuentes de agua viva (Erdozáin, casete “16 Cantos para la Misa”).
Final. Himno del jubileo 2000 dedicado a Jesucristo; Himno a Jesucristo (disco “Canciones religiosas y litúrgicas para el s. XXI”).



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007