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domingo, 6 de junio de 2010

31 años de servicio episcopal de Monseñor Goic. Anunciar a Cristo y su proyecto


Arzobispado de Rancagua *
Publicado por Adital

Hace ya 31 años, un 27 de mayo, fue ordenado nuestro Obispo monseñor Alejandro Goic, siendo uno de los obispos chilenos ordenados a más temprana edad. Al celebrar el próximo jueves un nuevo aniversario, nuestro Pastor nos habla de su ministerio.
Monseñor, ¿cuál ha sido su prioridad pastoral a lo largo de todos estos años?

- Efectivamente, fui ordenado obispo cuando tenía 39 años y en todos estos años, ya 31, creo que el anhelo más grande que he tenido es cómo anunciar a Jesucristo y su proyecto del Reino, porque lo central de la misión de la Iglesia y, por lo tanto, del pastor en ella, es presentar a Jesús, el salvador del mundo, como quien le da sentido a toda la vida y trabajar por su proyecto del Reino, que está explicitado en todo lo que Él hizo y todo lo que Él dijo y que está presente en el evangelio. Por eso, uno sin duda, después de las tareas pastorales, a veces pone el acento más en los jóvenes, en las comunidades, según las circunstancias de cada lugar, pero lo central, lo esencial, es dar a conocer el nombre, la persona, la salvación realizada por Jesucristo, con toda su entrega radical hasta la muerte y su resurrección. Es lo que yo he procurado hacer y le pido a Dios hacer hasta el último día de mi vida.

¿Quiénes han sido sus modelos de vida, fe y espiritualidad desde que nació su vocación sacerdotal?
- En la vida de la Iglesia uno va encontrando en su caminar a gente con la cual ha compartido su experiencia de fe. Sin duda que los modelos más importantes son, obviamente, el mismo Jesús, la Virgen María, algunos santos de especial devoción. A mí siempre me ha llenado el alma la vida y la espiritualidad de san Francisco de Asís y en esta época moderna san Alberto Hurtado. Pero también el testimonio de gente humilde y sencilla, con la que me ha tocado compartir en mi vida de sacerdote y de obispo. Gente humilde que, en medio de las alegrías y las dificultades de la vida, me han dado testimonios de fe impresionantes, con una disposición a asumir la voluntad de Dios tanto en momentos de alegría como de dolor. Es decir, es tanta la gente que en mi ya larga vida ministerial me ha ayudado, que sólo puedo bendecir a Dios por esos testimonios de entrega, algunos evidentemente más conocidos, porque han sido reconocidos por la Iglesia como santos, pero otros seres anónimos, que han vivido o que viven todavía y que me han dado testimonio de fe, de esperanza y de amor y que me han ayudado en mi propia consagración ministerial como pastor.

¿Cuáles son sus sueños, como nuestro Pastor, para la Diócesis de la Santa Cruz de Rancagua?

- De alguna manera están expresados en el Sínodo diocesano que estamos realizando. Cuando hemos señalado que queremos pedirle a Dios la gracia de ser una Iglesia eucarística, centrada en Cristo; una Iglesia fraterna, donde todos los creyentes procuremos seguir a Cristo y vivir su mensaje; una Iglesia misionera, que procure llegar a todos; y una Iglesia solidaria, a quien nada de lo humano le es ajeno. Con una gran participación de los laicos. Creo que el Sínodo está despertando el sentido de la vocación del laico en la vida de la Iglesia y, al mismo tiempo, su compromiso en el mundo. Por lo tanto, mi esperanza es que el Sínodo nos acerque más a la Iglesia como la quiere el evangelio, una Iglesia cercana a la gente, misericordiosa, una Iglesia que lleva esperanza, aliento, gozo y consuelo a todos, especialmente a los que sufren.


* www.iglesia.cl/rancagua

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WebJCP | Abril 2007