Por Ángel Sanz Arribas, cmf
Señor Jesús,
tú nos has lanzado al mar de la vida
en un solo barco;
un barco para todos:
hombres y mujeres,
negros y blancos,
sanos y enfermos,
ateos y creyentes;
un barco que tú conduces hacia el puerto
con mano firme
en horas de bonanza y en tiempo de tempestad.
Cuida, Señor, a cada uno
de los que navegamos mar adentro.
¿Cómo íbamos a encontrar la paz
si un hermano nuestro, un solo hermano,
se hundiera ante nosotros
y desapareciera para siempre de nuestra vista?
¿Quién podría llenar su hueco
en nuestro corazón?
Haz, Señor, que,
a pesar de nuestras inseguridades,
de nuestras vacilaciones,
de nuestros miedos,
nos arriesguemos a dar la mano
a quienes necesiten nuestra ayuda
para que, agarrados a ti,
logremos desembarcar un día,
todos juntos,
en el único puerto:
el corazón del Padre.
Amén
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