Publicado por DABAR
Voy a confesaros un pecado, que no es un pecadillo y que a mí personalmente me duele descubrírmelo, más de uno sonreirá cuando lo lea, pensado que es un pecado muy común entre nosotros en estos días en que nos ha tocado mantener humeante socialmente la antorcha de la fe, pese a tantos que intentan apagarla no sólo con soplidos sino con medios exagerados comparados con los nuestros. Siento que uno de mis mayores pecados es la cobardía, por eso me viene que ni pintado este texto de Isaías, lo copio porque no tiene desperdicio, estoy segura que podemos rezarlo todos:
Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios (…) os salvará». Se despegará (…) la lengua del mudo que cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque; lo reseco, un manantial.
Reconozco que me siento mal al leerlo, algo en mí se remueve, constato que a mi cobardía se le une la poca fe o más bien la primera trae causa de la segunda. Me siento cobarde ante muchos y ante muchas situaciones, a veces me siento a veces como desnuda de argumentos, como si el silencio me inundara, y soy incapaz de defender lo que pienso y siento para enfrentarme a lo establecido, lo normalizado, lo banalizado, en definitiva a ir contra lo políticamente correcto. Me siento en esos momento de conflicto entre lo que debería decir según lo que creo y lo que se espera que diga y me gustaría pasar pies puntillas. Me siento en esas situaciones realmente mal, como atrapada, sin libertad para decir lo que pienso, sin encontrar palabras para expresar lo que siento. Y casi tan mal como ese momento es el que viene después, donde pienso tendría que haber dicho, en vez de esto debería haber dicho lo otro, no me he sabido expresar…(aunque algunos puedan dudarlo mi verbo crece en el papel, pero se aturulla bastante en la palabra verbal, así de paradójicos somos los hijos de Dios).
Quiero compartir un hecho donde constataba recientemente que realmente hay gente valiente. Contaba David en una boda en la que coincidimos que él asumía como necesario decirle que se equivocaban cuando gente conocida le contaba que se iba a separar, porque se había cansado de la pareja o había encontrado un nuevo amor, que la Iglesia tiene razón cuando dice que uno se casa para siempre, decía literalmente que les dice es que ‘estamos en la vida para aprender a perdonar, a pedir perdón, y a comprender y la pareja es un espacio idóneo para hacerlo’, decía David que la familia es un lugar privilegiado por el que había que priorizar y que no se puede cansar uno a la primera de cambio y encontrar otra persona, y que por eso él asumía como necesario decirles se equivocan al separarse. Y eso en una sociedad en la que parece que separarse es una cosa natural, que puede pasarle a cualquiera y que si hay hijos estos aprenden a vivirlo aunque al principio les cueste un poco, me parece un gesto valiente, porque en esta sociedad de la tolerancia, parece que hemos asumido que los demás deben templarnos siempre el agua en nuestras decisiones personales, y por tanto el que te cuenta algo está seguro que le vas a ratificar en su decisión, le vas a decir que somos libres para tomar decisiones, que cada uno hace con su vida lo que quiere, que total son cuatro días, el amor se acaba o la convivencia es muy dura,… nadie espera ser cuestionado y qué más que preguntarte cómo estás alguien tenga la valentía de decir que no le me parece bien esta decisión, que te equivocas, es ser hoy en día valiente.
Y no nos equivoquemos, no es no respetar o no querer a alguien decirle que crees que es no es el camino que le lleve a la felicidad, aunque vengo observando que son muchos los que confunden el sentirse queridos y respetados con que no les cuestiones las decisiones vitales, las opciones de fondo, y una cosa no va unida a otra aunque socialmente parece que sí. Parece que para sentirse querido, para ser amigos, se puede discutir de política o de religión pero no se puede disentir en las decisiones vitales, y uno pueden expresar que el otro se está equivocando sin que el otro se sienta rechazado, por lo que no te deja pese a todo apoyarle y respaldarle.
Entiendo que no está bien mentir ocultando que piensas que se equivoca, desenmascarar el error o el pecado. Pero para los que somos cobardes y tememos que el otro no entienda que sigas queriéndolo aunque creas que toma decisiones equivocadas, cuando tienes miedo de que si le dices lo que piensas, sentirá que no le quieres o se sentirá solo y sin respaldo, callas. Y cuando callas puede que en realidad tu cobardía se interponga a tu amor, y quizás el que el otro se sienta más amado sea un espejismo, una seguridad falsa en la que se apoya. Quizás. Pero como la vida no es sencilla, en ocasiones en función de la persona o la decisión, sin dejar de decirme cobarde, callo porque siento que es más importante que el otro se sienta amado, cuando sé que no va a entender mi cuestionamiento. Será también cobardía ocultada tras amor, será un lobo que me disfrazo de cordero, pero no basta con ser valiente… Bueno lo que quiero decir es que toda virtud, también la valentía de corazón tiene que estar supeditada a la virtud mayor: amarnos, así que tampoco se trata de ir por la vida lanzando verdades, y no quiero con eso ocultar mi cobardía, ya reconocida, sino que hay que saber encontrar el equilibrio…
DIOS HABLA
ISAIAS 35, 4 7a
Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará». Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque; lo reseco, un manantial.
SANTIAGO 2,1-5
Hermanos míos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado». Al pobre, en cambio: «Estate ahí de pie o siéntate en el suelo». Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?
MARCOS 7, 31 37
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete». Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
Los capítulos 34 y 35 del libro de Isaías parecen pertenecer al Déutero-Isaías, al cantor de la vuelta del destierro. Los exégetas los denominan “Escatología”. Al tono lúgubre y amenazante del cap 34 sigue el breve y esperanzador cap 35, que celebra, como anticipo del retorno, una gran peregrinación festiva por la Vía Sacra ( v. 8a).
Son palabras de aliento para los pusil-ánimes, o gente de corazón encogido, de mente estrecha (oligo-psychoi, vierte la LXX); encogido por las desgracias que les ha tocado vivir, estrecha por la angustia del sinsentido. Quien sabe pronunciar palabras de ánimo es capaz de ensanchar esos corazones abatidos, esos espíritus cobardes, mediante la magn-animidad de la alegría hecha canción; la generosidad no sólo afecta al bolsillo o al tiempo libre, hay formas de ser generoso que tienen que ver con la capacidad de tomar iniciativas, de aportar ideas, salidas, ilusión.
La experiencia personal y colectiva nos revela la ceguera en que caminamos cuando “pintan bastos”; la sordera de no querer oir el canto esperanzador y optimista; el deambular cojitranco por la vida que se tiñe de gris en la desgracia; el silencio opaco de la lengua moribunda. Cuando algunos entonan palabras de ánimo, de alianzas, de paz... no tardan en surgir agoreros que las tildan de mera palabrería; como si no fuese también con palabras como se generan el desánimo, los desencuentros o las guerras.
La sagrada vía que aquí se intuye no es una peregrinación a las fuentes, al modo hindú; ni un nostos (viaje de regreso) griego tras la guerra de Troya. La nost-algia, el dolor por volver, no tiene cabida en este himno, menos aún la añoranza en que parece languidecer nuestra Iglesia: “en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alborozo” (v. 10).
Para recobrar la tierra, es preciso haber experimentado el des-tierro. Entre uno y otra, el desierto. Y aunque la experiencia siempre es un grado, en esa vuelta por el páramo que llenó de desilusión a los que hicieron el camino de ida, “los inexpertos no se extraviarán” (v. 8b) en el de regreso.
De modo que el desquite, la venganza, de nuestro Dios no se sirve en el plato frío y calculador de espíritus huraños y justicieros, sino en el caldo (= cálido) de cuantos saben reanimar los espíritus abatidos. Tal es la escato-logía, el discurso venturoso, que podemos ir haciendo presente, seguros de seguir la vía sacra de la imitatio Christi , el que hacía oír a los sordos y hablar a los mudos.
En la Carta de Santiago tropezamos con un tema sencillo y fácil de comprender. Basta una lectura, ni siquiera demasiado atenta, para darse cuenta del contenido : la fe cristiana no es compatible con una acepción de personas que distingue entre ellas por motivos “de tejas abajo”. El autor es realista y muestra cómo la preferencia se da respecto al rico o poderoso. No se dan razones y pude suponerse que los motivos eran entonces los mismos que más tarde y aun en la actualidad: esperanzas de lograr algo, adulación, respeto humano... Y otra cosa aún: el contexto de esa acepción de personas en el párrafo es claramente litúrgico o eclesial. Probablemente no es casual que se rechace tal acepción de forma especial referida a un ambiente donde, con mayor claridad aún, deben prevalecer otros criterios. No que sea el único, pero parece razonable excluir la conducta criticada de la asamblea cristiana.
A lo largo de la historia, desde luego, y bien a menudo la comunidad cristiana, especialmente en sus instancias jerárquicas, no ha practicado siempre esa actitud. Por razones más o menos “razonables” se han introducido conductas ajenas al criterio evangélico y tendentes a adaptarse al “mundo”. Piénsese en palios, sillones, baldaquinos... por citar sólo lo más externo. Ciertamente no se trata de prescindir de signos externos que tienen su función en la vida humana colectiva. En ese sentido la iglesia funciona aceptando muchas de las formas humanas “normales” y no tiene en principio nada en contra, ni es su deseo convertirse en un grupo raro o extraño dentro de los comunes usos humanos. Pero :1) no son su criterio básico ; 2) no es lo propio de ella ; 3) ve los peligros reales que ese modo de proceder implica y en que se cae muy a menudo. De ahí que se haya de distanciar de él. Probablemente hoy en día los estrictos formalismos no sean tan fuertes (no estamos en el imperio bizantino ni en la España de los Austrias), pero el sentido básico de la advertencia sigue válido.
Texto. El comienzo del texto hace referencia a una estancia de Jesús en territorio no judío, el actual Líbano. Ya en territorio judío, el texto nos ofrece más de lo de siempre: presentan a Jesús un sordomudo para que lo cure. Jesús lo separa de la gente y lo cura. Pide que no se divulgue el hecho, pero no le hacen caso. Admiran a Jesús porque hace milagros, pero no dejan traslucir el más mínimo atisbo de que entiendan la razón de ser y el sentido de esos milagros.
Comentario. La dinámica del evangelio de Marcos no corre probablemente paralela con la dinámica litúrgica. Proponiendo como primera lectura el texto de Isaías 35,5-6, la liturgia ve en el comentario final de la gente el cumplimiento de las palabras de Isaías.
Sin embargo, la dinámica interna del evangelio de Marcos apunta más bien hacia una imagen superficial de una gente que es incapaz de ahondar en el milagro como expresión de la llegada aquí y ahora del Reino de Dios. Este Reino no es del interés de la gente. La prohibición de Jesús de divulgar el milagro obedece a su intento por hacer derivar la atención hacia el Reino de Dios y no hacia su persona. Pero los intentos en este sentido siguen resultando fallidos. La gente busca a Jesús por lo que hace o por lo que se espera que haga, pero no lo busca por su proclamación de la llegada del Reino de Dios.
NOTAS PARA LA HOMILIA
“¿Cómo creerán si no han oído hablar de él?”. ( Romanos 10, 14 ).
La escena de este evangelio de Marcos 7, 31-37, puede actualizarse viendo lo necesario y urgente que es abrir los oídos de tantos sordos a la voz de Dios. Sordos también porque no se enteran de lo manipulados que están por los medios de comunicación y por la opinión de las masas tan poco críticas ante la realidad.
La misma necesidad y urgencia puede aplicarse a los que tienen la misión de proclamar la Palabra de Dios a los hombres y mujeres de hoy, cuando su voz se reduce a decir rutinariamente palabras que poco dicen de Dios porque no han pasado por el interior del que las pronuncia para convertirle y salvarle.
Todos necesitamos que el dedo de Jesús penetre en nuestra cerrazón y despierte nuestra sensibilidad a las cosas de Dios.
También entre Tiro y Sidón discurre el itinerario de Jesús hoy, o sea, en tierra de paganos, donde la conversión a Dios está por hacer.
¿ Por qué estamos sordos a la voz de Dios ?
Porque el silencio sobre Dios es un hecho en ambientes donde sería su contexto natural y propio. Allí en vez de hablar de Dios, se tratan otros temas aparentemente más urgentes, o más asequibles, o más rentables.
Porque la vergüenza o la ignorancia de los llamados a ser testigos de Dios es más fuerte que su convicción o su experiencia.
Porque no hay tiempo para lo más importante; se distrae uno con lo secundario, lo superficial, lo que evita planteamientos comprometidos.
Porque hay muchos ruidos en el corazón.
Porque son pocos los que conocen la voz de Dios; son como Samuel en la primera parte de su noche y no hay guías, como el sumo sacerdote Elí, que enseñen a esperar y reconocer la voz de Dios.
Jesús reaccionó en seguida ante el sordo que le presentaron. Presentémonos ante Él con nuestra sordera y nuestros balbuceos sobre Dios. El primer paso es reconocer nuestra ignorancia y querer remediarla con oración, estudio, tiempo y paciencia.
Para escuchar, antes hay quitar los ruidos, sobre todo si ensordecen. Luego hay que acercarse al que hable, que en este caso es la Palabra de Dios, sus mensajeros y la realidad de cada día.
Hay que contar con las resistencias, porque escuchar a Dios exige cambiar y comprometerse. El compromiso es fácil y necesario cuando se ha dado el cambio; la dificultad está en la conversión. Por eso necesitamos que los dedos de Jesús penetren en nuestros oídos y nos liberen de los obstáculos; lo mismo que su saliva ha de tocar nuestra lengua para poder hablar en su nombre, con la fuerza de los profetas. Ellos interpelaban y hasta contagiaban salvación al que aceptaba su mensaje, porque el dedo de Dios les había tocado el alma.
La escena de hoy nos abre a la esperanza, porque Jesús respondió en seguida a la necesidad que le presentaron y regaló la salud al pobre, no se hizo de rogar. Si atendemos a nuestro interior también percibiremos su voz que intenta abrirnos, llenarnos y salvarnos.
La salvación nos llega siempre por el contacto personal con el Señor. La eucaristía nos acerca a la fuente de la gracia a la que hemos de acudir como hermanos de la misma familia; todos necesitamos la libertad y el crecimiento que nos proporciona el alimento de la Palabra, el Pan y el Vino. “ Quien tenga sed acuda a mi a beber “. Juan 7, 37. “ Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas”. Juan 8, 12. “ Como poseemos el mismo espíritu de fe del que está escrito “creí y por eso hablé “ ( Salmo 116, 10 ), también nosotros creemos y por eso hablamos”. 2 Corintios 4, 13.
Acudamos por tanto con fe a la fuente de la gracia que está en esta eucaristía, conscientes de la necesidad que tenemos de escuchar al Señor y con ganas de oírle, recibir su luz y seguirle.
Acudimos a Ti, Señor, conscientes de la necesidad de que abras nuestros oídos del alma para escuchar tu palabra y recibir la luz que con ella nos das.
Vivimos entre dudas y confusiones, indecisos a veces en tu seguimiento, necesitados de tu fuerza para proclamar ante el mundo tus maravillas.
Cumple en nosotros , Señor, lo que proclamó tu profeta cuando dijo:” los oídos del sordo se abrirán”. Te lo pedimos a Ti que “haces oír a los sordos y hablar a los mudos”.
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Sobre este altar ponemos, Señor, nuestras limitaciones como ofrenda necesitada de tu gracias transformante.
Muchas veces no sabemos percibir tu voz porque tenemos el alma embotada de tantos ruidos del mundo. Tampoco proclamamos con nuestras obras el testimonio de tu evangelio.
Recibe, Señor, con la ofrenda del pan y el vino, el conjunto de nuestra vida, para que con nuestro esfuerzo y tu gracia, seamos cada vez más semejantes a ti.
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Te alabamos, Señor, y te damos gracias por la salvación que tu Hijo, Jesucristo, nos ha ofrecido con tanta generosidad.
En él se han cumplido las promesas de salvación anunciadas en el Antiguo Testamento por los profetas.
Él ha proclamado el mensaje del reino de Dios y lo ha fundado con sus obras.
Él ha despegado nuestros ojos por la fe, ha tocado con su dedo nuestros oídos y hemos podido escuchar su palabra que nos habla de Ti, Padre.
Él nos ha liberado para cumplir tu voluntad y ha dado fuerza a nuestra lengua para proclamar con palabras y obras tus maravillas de salvación.
Con su venida el mundo se está transformando porque su Espíritu riega y llena de vida nuestra comunidad; Él sana nuestras enfermedades del alma, nos conduce como buen pastor, enardece nuestros corazones y nos anima a ser sus testigos en el mundo.
Por todo ello te damos gracias y te alabamos con todos los que profesan esta misma fe y aspiran a dar testimonio de ella en el mundo.
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Después de escuchar tu palabra y recibirte a Ti en esta eucaristía, te damos gracias, Señor, porque nos sentimos salvados por Ti.
En esta celebración de tu presencia entre nosotros has alimentado nuestra esperanza. Tu nos has consolado con tus dones; tus dedos han tocado nuestro espíritu y hemos quedado abiertos a Ti y a tu luz.
Ayúdanos a mantener vivos en nosotros tus dones para cumplir tu voluntad y ser tus testigos en el mundo.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
Las lecturas de la misa de hoy nos hablarán de la liberación anunciada por los profetas y realizada por Jesús. “ Los oídos del sordo se abrirán...la lengua del mudo cantará”. Todos necesitamos escuchar la voz de Dios y todos queremos ser sus testigos en el mundo. Esta celebración puede liberarnos y fortalecernos. Acudamos conscientes de la necesidad que tenemos y tengamos confianza en el que puede remediar nuestros males.
SALUDO
Que la gracia y la paz de Jesús liberador esté con vosotros.
ACTO PENITENCIAL
Las imágenes con las que los profetas anunciaron los tiempos de Jesús Salvador, son válidas para expresar también nuestras necesidades de salvación, pues también nosotros en algún aspecto somos sordos, ciegos, cojos y cobardes de corazón.
Presentemos por tanto al Señor nuestra necesidad de perdón.
- Tu que fortaleces a los cobardes de corazón. Señor, ten piedad.
- Tu que haces oír a los sordos y hablar a los mudos. Cristo, ten piedad.
- Tu que haces brotar aguas en el desierto y torrentes en la estepa. Señor, ten piedad.
Dios comprensivo y misericordioso tenga piedad de nosotros y nos ayude con su gracia a superar nuestros males. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Con bellas imágenes el profeta nos anuncia el cambio que se obrará en el mundo con la salvación prometida por medio del Mesías.
El evangelio de hoy usará las mismas palabras para describir la liberación obrada por Jesús y que continúa en nuestro mundo por obra del Espíritu.
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 145)
Alaba, alma mía, al Señor.
Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos.
Alaba, alma mía, al Señor.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos.
Alaba, alma mía, al Señor.
El Señor sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.
Alaba, alma mía, al Señor.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
El apóstol Santiago nos advierte que en la asamblea litúrgica todos somos hermanos y por tanto iguales. Todo lo que establezca rangos o categorías va contra el sentido de hermandad que ha de reinar en la celebración de la fe. Todos somos iguales y los pobres son los preferidos de Dios, al revés de la mentalidad de los paganos.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Mientras caminaba Jesús por tierras del mundo pagano, le presentan un sordo que apenas podía hablar y Jesús le cura con su contacto personal.
En Jesús se cumple la salvación que los profetas anunciaron para los tiempos del Mesías.
Hoy día esta salvación es una realidad concreta por medio de la fe, la palabra de Dios y la acción del Espíritu santo.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Acudamos con confianza a Jesús, nuestro salvador, y presentémosle la necesidad de salvación que nuestro mundo sufre de tantas maneras.
Respondamos: Ayúdanos, Señor.
- Señor, en nuestros días necesitamos encontrar un lenguaje más adaptado al mundo de hoy para proclamar la fe. Oremos.
- Señor, tu palabra encuentra resistencias porque exige cambios. Oremos.
- Señor, los cobardes de corazón necesitamos tu fortaleza para no temer. Oremos.
- Señor, nuestra esperanza es débil, pero tu eres capaz de hacer brotar aguas en el desierto. Oremos.
- Señor, en nuestro mundo hay mucho sufrimiento y mucha injusticia. Oremos.
- Señor, todos los niños tienen derecho a crecer alegres y felices, pero tu sabes lo que pasa. Oremos.
- Señor, con tanta crisis económica muchos están ya al límite de su resistencia. Oremos.
- Señor, los gobernantes podrían servir mejor al pueblo. Oremos.
- Señor, los que formamos tu Iglesia nos proponemos ser más coherentes con tu evangelio. Oremos.
Escucha, Señor, nuestras súplicas. Salen del fondo de nuestro corazón y son sinceras. Tu conoces bien la situación del mundo y la de cada uno de nosotros. Sigue obrando en nosotros la salvación que realizaste en los necesitados que se acercaban a ti. Tu que eres nuestro Dios y Salvador. Amén.
Entrada. El Señor es mi fuerza; Con nosotros está el Señor (del disco ‘15 nuevos cantos para la misa’); Juntos como hermanos; Cristo nos une en torno al altar (del Cd ‘15 Cantos para la cena del Señor’ de Erdozáin).
Salmo. LdS o el canto Alabaré; también existe un canto titulado Alaba al Señor, alma mía (CB-4B grabado en el disco ‘15 canciones famosas para las celebraciones’).
Ofertorio. Quiero estar, Señor, en tu presencia (del disco titulado ‘Cantos para participar y vivir la misa’); Bendito seas Señor (1 CLN-H 5).
Comunión. Te conocimos Señor (1 CLN-25); Donde hay caridad y amor (1 CLN-O 26); Os doy un nuevo mandato (1 CLN-153); El Señor nos invita junto a su mesa (del disco ‘15 Cantos para la cena del Señor’).
Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net
Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios (…) os salvará». Se despegará (…) la lengua del mudo que cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque; lo reseco, un manantial.
Reconozco que me siento mal al leerlo, algo en mí se remueve, constato que a mi cobardía se le une la poca fe o más bien la primera trae causa de la segunda. Me siento cobarde ante muchos y ante muchas situaciones, a veces me siento a veces como desnuda de argumentos, como si el silencio me inundara, y soy incapaz de defender lo que pienso y siento para enfrentarme a lo establecido, lo normalizado, lo banalizado, en definitiva a ir contra lo políticamente correcto. Me siento en esos momento de conflicto entre lo que debería decir según lo que creo y lo que se espera que diga y me gustaría pasar pies puntillas. Me siento en esas situaciones realmente mal, como atrapada, sin libertad para decir lo que pienso, sin encontrar palabras para expresar lo que siento. Y casi tan mal como ese momento es el que viene después, donde pienso tendría que haber dicho, en vez de esto debería haber dicho lo otro, no me he sabido expresar…(aunque algunos puedan dudarlo mi verbo crece en el papel, pero se aturulla bastante en la palabra verbal, así de paradójicos somos los hijos de Dios).
Quiero compartir un hecho donde constataba recientemente que realmente hay gente valiente. Contaba David en una boda en la que coincidimos que él asumía como necesario decirle que se equivocaban cuando gente conocida le contaba que se iba a separar, porque se había cansado de la pareja o había encontrado un nuevo amor, que la Iglesia tiene razón cuando dice que uno se casa para siempre, decía literalmente que les dice es que ‘estamos en la vida para aprender a perdonar, a pedir perdón, y a comprender y la pareja es un espacio idóneo para hacerlo’, decía David que la familia es un lugar privilegiado por el que había que priorizar y que no se puede cansar uno a la primera de cambio y encontrar otra persona, y que por eso él asumía como necesario decirles se equivocan al separarse. Y eso en una sociedad en la que parece que separarse es una cosa natural, que puede pasarle a cualquiera y que si hay hijos estos aprenden a vivirlo aunque al principio les cueste un poco, me parece un gesto valiente, porque en esta sociedad de la tolerancia, parece que hemos asumido que los demás deben templarnos siempre el agua en nuestras decisiones personales, y por tanto el que te cuenta algo está seguro que le vas a ratificar en su decisión, le vas a decir que somos libres para tomar decisiones, que cada uno hace con su vida lo que quiere, que total son cuatro días, el amor se acaba o la convivencia es muy dura,… nadie espera ser cuestionado y qué más que preguntarte cómo estás alguien tenga la valentía de decir que no le me parece bien esta decisión, que te equivocas, es ser hoy en día valiente.
Y no nos equivoquemos, no es no respetar o no querer a alguien decirle que crees que es no es el camino que le lleve a la felicidad, aunque vengo observando que son muchos los que confunden el sentirse queridos y respetados con que no les cuestiones las decisiones vitales, las opciones de fondo, y una cosa no va unida a otra aunque socialmente parece que sí. Parece que para sentirse querido, para ser amigos, se puede discutir de política o de religión pero no se puede disentir en las decisiones vitales, y uno pueden expresar que el otro se está equivocando sin que el otro se sienta rechazado, por lo que no te deja pese a todo apoyarle y respaldarle.
Entiendo que no está bien mentir ocultando que piensas que se equivoca, desenmascarar el error o el pecado. Pero para los que somos cobardes y tememos que el otro no entienda que sigas queriéndolo aunque creas que toma decisiones equivocadas, cuando tienes miedo de que si le dices lo que piensas, sentirá que no le quieres o se sentirá solo y sin respaldo, callas. Y cuando callas puede que en realidad tu cobardía se interponga a tu amor, y quizás el que el otro se sienta más amado sea un espejismo, una seguridad falsa en la que se apoya. Quizás. Pero como la vida no es sencilla, en ocasiones en función de la persona o la decisión, sin dejar de decirme cobarde, callo porque siento que es más importante que el otro se sienta amado, cuando sé que no va a entender mi cuestionamiento. Será también cobardía ocultada tras amor, será un lobo que me disfrazo de cordero, pero no basta con ser valiente… Bueno lo que quiero decir es que toda virtud, también la valentía de corazón tiene que estar supeditada a la virtud mayor: amarnos, así que tampoco se trata de ir por la vida lanzando verdades, y no quiero con eso ocultar mi cobardía, ya reconocida, sino que hay que saber encontrar el equilibrio…
ELENA GASCÓN
elena@dabar.net
elena@dabar.net
DIOS HABLA
ISAIAS 35, 4 7a
Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará». Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque; lo reseco, un manantial.
SANTIAGO 2,1-5
Hermanos míos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado». Al pobre, en cambio: «Estate ahí de pie o siéntate en el suelo». Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?
MARCOS 7, 31 37
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete». Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
Los capítulos 34 y 35 del libro de Isaías parecen pertenecer al Déutero-Isaías, al cantor de la vuelta del destierro. Los exégetas los denominan “Escatología”. Al tono lúgubre y amenazante del cap 34 sigue el breve y esperanzador cap 35, que celebra, como anticipo del retorno, una gran peregrinación festiva por la Vía Sacra ( v. 8a).
Son palabras de aliento para los pusil-ánimes, o gente de corazón encogido, de mente estrecha (oligo-psychoi, vierte la LXX); encogido por las desgracias que les ha tocado vivir, estrecha por la angustia del sinsentido. Quien sabe pronunciar palabras de ánimo es capaz de ensanchar esos corazones abatidos, esos espíritus cobardes, mediante la magn-animidad de la alegría hecha canción; la generosidad no sólo afecta al bolsillo o al tiempo libre, hay formas de ser generoso que tienen que ver con la capacidad de tomar iniciativas, de aportar ideas, salidas, ilusión.
La experiencia personal y colectiva nos revela la ceguera en que caminamos cuando “pintan bastos”; la sordera de no querer oir el canto esperanzador y optimista; el deambular cojitranco por la vida que se tiñe de gris en la desgracia; el silencio opaco de la lengua moribunda. Cuando algunos entonan palabras de ánimo, de alianzas, de paz... no tardan en surgir agoreros que las tildan de mera palabrería; como si no fuese también con palabras como se generan el desánimo, los desencuentros o las guerras.
La sagrada vía que aquí se intuye no es una peregrinación a las fuentes, al modo hindú; ni un nostos (viaje de regreso) griego tras la guerra de Troya. La nost-algia, el dolor por volver, no tiene cabida en este himno, menos aún la añoranza en que parece languidecer nuestra Iglesia: “en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alborozo” (v. 10).
Para recobrar la tierra, es preciso haber experimentado el des-tierro. Entre uno y otra, el desierto. Y aunque la experiencia siempre es un grado, en esa vuelta por el páramo que llenó de desilusión a los que hicieron el camino de ida, “los inexpertos no se extraviarán” (v. 8b) en el de regreso.
De modo que el desquite, la venganza, de nuestro Dios no se sirve en el plato frío y calculador de espíritus huraños y justicieros, sino en el caldo (= cálido) de cuantos saben reanimar los espíritus abatidos. Tal es la escato-logía, el discurso venturoso, que podemos ir haciendo presente, seguros de seguir la vía sacra de la imitatio Christi , el que hacía oír a los sordos y hablar a los mudos.
JEREMÍAS LERA BARRIENTOS
jeremias@dabar.net
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SEGUNDA LECTURA
En la Carta de Santiago tropezamos con un tema sencillo y fácil de comprender. Basta una lectura, ni siquiera demasiado atenta, para darse cuenta del contenido : la fe cristiana no es compatible con una acepción de personas que distingue entre ellas por motivos “de tejas abajo”. El autor es realista y muestra cómo la preferencia se da respecto al rico o poderoso. No se dan razones y pude suponerse que los motivos eran entonces los mismos que más tarde y aun en la actualidad: esperanzas de lograr algo, adulación, respeto humano... Y otra cosa aún: el contexto de esa acepción de personas en el párrafo es claramente litúrgico o eclesial. Probablemente no es casual que se rechace tal acepción de forma especial referida a un ambiente donde, con mayor claridad aún, deben prevalecer otros criterios. No que sea el único, pero parece razonable excluir la conducta criticada de la asamblea cristiana.
A lo largo de la historia, desde luego, y bien a menudo la comunidad cristiana, especialmente en sus instancias jerárquicas, no ha practicado siempre esa actitud. Por razones más o menos “razonables” se han introducido conductas ajenas al criterio evangélico y tendentes a adaptarse al “mundo”. Piénsese en palios, sillones, baldaquinos... por citar sólo lo más externo. Ciertamente no se trata de prescindir de signos externos que tienen su función en la vida humana colectiva. En ese sentido la iglesia funciona aceptando muchas de las formas humanas “normales” y no tiene en principio nada en contra, ni es su deseo convertirse en un grupo raro o extraño dentro de los comunes usos humanos. Pero :1) no son su criterio básico ; 2) no es lo propio de ella ; 3) ve los peligros reales que ese modo de proceder implica y en que se cae muy a menudo. De ahí que se haya de distanciar de él. Probablemente hoy en día los estrictos formalismos no sean tan fuertes (no estamos en el imperio bizantino ni en la España de los Austrias), pero el sentido básico de la advertencia sigue válido.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
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EVANGELIO
Texto. El comienzo del texto hace referencia a una estancia de Jesús en territorio no judío, el actual Líbano. Ya en territorio judío, el texto nos ofrece más de lo de siempre: presentan a Jesús un sordomudo para que lo cure. Jesús lo separa de la gente y lo cura. Pide que no se divulgue el hecho, pero no le hacen caso. Admiran a Jesús porque hace milagros, pero no dejan traslucir el más mínimo atisbo de que entiendan la razón de ser y el sentido de esos milagros.
Comentario. La dinámica del evangelio de Marcos no corre probablemente paralela con la dinámica litúrgica. Proponiendo como primera lectura el texto de Isaías 35,5-6, la liturgia ve en el comentario final de la gente el cumplimiento de las palabras de Isaías.
Sin embargo, la dinámica interna del evangelio de Marcos apunta más bien hacia una imagen superficial de una gente que es incapaz de ahondar en el milagro como expresión de la llegada aquí y ahora del Reino de Dios. Este Reino no es del interés de la gente. La prohibición de Jesús de divulgar el milagro obedece a su intento por hacer derivar la atención hacia el Reino de Dios y no hacia su persona. Pero los intentos en este sentido siguen resultando fallidos. La gente busca a Jesús por lo que hace o por lo que se espera que haga, pero no lo busca por su proclamación de la llegada del Reino de Dios.
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
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NOTAS PARA LA HOMILIA
“¿Cómo creerán si no han oído hablar de él?”. ( Romanos 10, 14 ).
La escena de este evangelio de Marcos 7, 31-37, puede actualizarse viendo lo necesario y urgente que es abrir los oídos de tantos sordos a la voz de Dios. Sordos también porque no se enteran de lo manipulados que están por los medios de comunicación y por la opinión de las masas tan poco críticas ante la realidad.
La misma necesidad y urgencia puede aplicarse a los que tienen la misión de proclamar la Palabra de Dios a los hombres y mujeres de hoy, cuando su voz se reduce a decir rutinariamente palabras que poco dicen de Dios porque no han pasado por el interior del que las pronuncia para convertirle y salvarle.
Todos necesitamos que el dedo de Jesús penetre en nuestra cerrazón y despierte nuestra sensibilidad a las cosas de Dios.
También entre Tiro y Sidón discurre el itinerario de Jesús hoy, o sea, en tierra de paganos, donde la conversión a Dios está por hacer.
¿ Por qué estamos sordos a la voz de Dios ?
Porque el silencio sobre Dios es un hecho en ambientes donde sería su contexto natural y propio. Allí en vez de hablar de Dios, se tratan otros temas aparentemente más urgentes, o más asequibles, o más rentables.
Porque la vergüenza o la ignorancia de los llamados a ser testigos de Dios es más fuerte que su convicción o su experiencia.
Porque no hay tiempo para lo más importante; se distrae uno con lo secundario, lo superficial, lo que evita planteamientos comprometidos.
Porque hay muchos ruidos en el corazón.
Porque son pocos los que conocen la voz de Dios; son como Samuel en la primera parte de su noche y no hay guías, como el sumo sacerdote Elí, que enseñen a esperar y reconocer la voz de Dios.
Jesús reaccionó en seguida ante el sordo que le presentaron. Presentémonos ante Él con nuestra sordera y nuestros balbuceos sobre Dios. El primer paso es reconocer nuestra ignorancia y querer remediarla con oración, estudio, tiempo y paciencia.
Para escuchar, antes hay quitar los ruidos, sobre todo si ensordecen. Luego hay que acercarse al que hable, que en este caso es la Palabra de Dios, sus mensajeros y la realidad de cada día.
Hay que contar con las resistencias, porque escuchar a Dios exige cambiar y comprometerse. El compromiso es fácil y necesario cuando se ha dado el cambio; la dificultad está en la conversión. Por eso necesitamos que los dedos de Jesús penetren en nuestros oídos y nos liberen de los obstáculos; lo mismo que su saliva ha de tocar nuestra lengua para poder hablar en su nombre, con la fuerza de los profetas. Ellos interpelaban y hasta contagiaban salvación al que aceptaba su mensaje, porque el dedo de Dios les había tocado el alma.
La escena de hoy nos abre a la esperanza, porque Jesús respondió en seguida a la necesidad que le presentaron y regaló la salud al pobre, no se hizo de rogar. Si atendemos a nuestro interior también percibiremos su voz que intenta abrirnos, llenarnos y salvarnos.
La salvación nos llega siempre por el contacto personal con el Señor. La eucaristía nos acerca a la fuente de la gracia a la que hemos de acudir como hermanos de la misma familia; todos necesitamos la libertad y el crecimiento que nos proporciona el alimento de la Palabra, el Pan y el Vino. “ Quien tenga sed acuda a mi a beber “. Juan 7, 37. “ Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas”. Juan 8, 12. “ Como poseemos el mismo espíritu de fe del que está escrito “creí y por eso hablé “ ( Salmo 116, 10 ), también nosotros creemos y por eso hablamos”. 2 Corintios 4, 13.
Acudamos por tanto con fe a la fuente de la gracia que está en esta eucaristía, conscientes de la necesidad que tenemos de escuchar al Señor y con ganas de oírle, recibir su luz y seguirle.
LORENZO TOUS
lorenzo@dabar.net
lorenzo@dabar.net
PARA LA ORACION
Acudimos a Ti, Señor, conscientes de la necesidad de que abras nuestros oídos del alma para escuchar tu palabra y recibir la luz que con ella nos das.
Vivimos entre dudas y confusiones, indecisos a veces en tu seguimiento, necesitados de tu fuerza para proclamar ante el mundo tus maravillas.
Cumple en nosotros , Señor, lo que proclamó tu profeta cuando dijo:” los oídos del sordo se abrirán”. Te lo pedimos a Ti que “haces oír a los sordos y hablar a los mudos”.
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Sobre este altar ponemos, Señor, nuestras limitaciones como ofrenda necesitada de tu gracias transformante.
Muchas veces no sabemos percibir tu voz porque tenemos el alma embotada de tantos ruidos del mundo. Tampoco proclamamos con nuestras obras el testimonio de tu evangelio.
Recibe, Señor, con la ofrenda del pan y el vino, el conjunto de nuestra vida, para que con nuestro esfuerzo y tu gracia, seamos cada vez más semejantes a ti.
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Te alabamos, Señor, y te damos gracias por la salvación que tu Hijo, Jesucristo, nos ha ofrecido con tanta generosidad.
En él se han cumplido las promesas de salvación anunciadas en el Antiguo Testamento por los profetas.
Él ha proclamado el mensaje del reino de Dios y lo ha fundado con sus obras.
Él ha despegado nuestros ojos por la fe, ha tocado con su dedo nuestros oídos y hemos podido escuchar su palabra que nos habla de Ti, Padre.
Él nos ha liberado para cumplir tu voluntad y ha dado fuerza a nuestra lengua para proclamar con palabras y obras tus maravillas de salvación.
Con su venida el mundo se está transformando porque su Espíritu riega y llena de vida nuestra comunidad; Él sana nuestras enfermedades del alma, nos conduce como buen pastor, enardece nuestros corazones y nos anima a ser sus testigos en el mundo.
Por todo ello te damos gracias y te alabamos con todos los que profesan esta misma fe y aspiran a dar testimonio de ella en el mundo.
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Después de escuchar tu palabra y recibirte a Ti en esta eucaristía, te damos gracias, Señor, porque nos sentimos salvados por Ti.
En esta celebración de tu presencia entre nosotros has alimentado nuestra esperanza. Tu nos has consolado con tus dones; tus dedos han tocado nuestro espíritu y hemos quedado abiertos a Ti y a tu luz.
Ayúdanos a mantener vivos en nosotros tus dones para cumplir tu voluntad y ser tus testigos en el mundo.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
Las lecturas de la misa de hoy nos hablarán de la liberación anunciada por los profetas y realizada por Jesús. “ Los oídos del sordo se abrirán...la lengua del mudo cantará”. Todos necesitamos escuchar la voz de Dios y todos queremos ser sus testigos en el mundo. Esta celebración puede liberarnos y fortalecernos. Acudamos conscientes de la necesidad que tenemos y tengamos confianza en el que puede remediar nuestros males.
SALUDO
Que la gracia y la paz de Jesús liberador esté con vosotros.
ACTO PENITENCIAL
Las imágenes con las que los profetas anunciaron los tiempos de Jesús Salvador, son válidas para expresar también nuestras necesidades de salvación, pues también nosotros en algún aspecto somos sordos, ciegos, cojos y cobardes de corazón.
Presentemos por tanto al Señor nuestra necesidad de perdón.
- Tu que fortaleces a los cobardes de corazón. Señor, ten piedad.
- Tu que haces oír a los sordos y hablar a los mudos. Cristo, ten piedad.
- Tu que haces brotar aguas en el desierto y torrentes en la estepa. Señor, ten piedad.
Dios comprensivo y misericordioso tenga piedad de nosotros y nos ayude con su gracia a superar nuestros males. Por Jesucristo, nuestro Señor.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Con bellas imágenes el profeta nos anuncia el cambio que se obrará en el mundo con la salvación prometida por medio del Mesías.
El evangelio de hoy usará las mismas palabras para describir la liberación obrada por Jesús y que continúa en nuestro mundo por obra del Espíritu.
SALMO RESPONSORIAL (Sal. 145)
Alaba, alma mía, al Señor.
Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos.
Alaba, alma mía, al Señor.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos.
Alaba, alma mía, al Señor.
El Señor sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.
Alaba, alma mía, al Señor.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
El apóstol Santiago nos advierte que en la asamblea litúrgica todos somos hermanos y por tanto iguales. Todo lo que establezca rangos o categorías va contra el sentido de hermandad que ha de reinar en la celebración de la fe. Todos somos iguales y los pobres son los preferidos de Dios, al revés de la mentalidad de los paganos.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Mientras caminaba Jesús por tierras del mundo pagano, le presentan un sordo que apenas podía hablar y Jesús le cura con su contacto personal.
En Jesús se cumple la salvación que los profetas anunciaron para los tiempos del Mesías.
Hoy día esta salvación es una realidad concreta por medio de la fe, la palabra de Dios y la acción del Espíritu santo.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Acudamos con confianza a Jesús, nuestro salvador, y presentémosle la necesidad de salvación que nuestro mundo sufre de tantas maneras.
Respondamos: Ayúdanos, Señor.
- Señor, en nuestros días necesitamos encontrar un lenguaje más adaptado al mundo de hoy para proclamar la fe. Oremos.
- Señor, tu palabra encuentra resistencias porque exige cambios. Oremos.
- Señor, los cobardes de corazón necesitamos tu fortaleza para no temer. Oremos.
- Señor, nuestra esperanza es débil, pero tu eres capaz de hacer brotar aguas en el desierto. Oremos.
- Señor, en nuestro mundo hay mucho sufrimiento y mucha injusticia. Oremos.
- Señor, todos los niños tienen derecho a crecer alegres y felices, pero tu sabes lo que pasa. Oremos.
- Señor, con tanta crisis económica muchos están ya al límite de su resistencia. Oremos.
- Señor, los gobernantes podrían servir mejor al pueblo. Oremos.
- Señor, los que formamos tu Iglesia nos proponemos ser más coherentes con tu evangelio. Oremos.
Escucha, Señor, nuestras súplicas. Salen del fondo de nuestro corazón y son sinceras. Tu conoces bien la situación del mundo y la de cada uno de nosotros. Sigue obrando en nosotros la salvación que realizaste en los necesitados que se acercaban a ti. Tu que eres nuestro Dios y Salvador. Amén.
CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada. El Señor es mi fuerza; Con nosotros está el Señor (del disco ‘15 nuevos cantos para la misa’); Juntos como hermanos; Cristo nos une en torno al altar (del Cd ‘15 Cantos para la cena del Señor’ de Erdozáin).
Salmo. LdS o el canto Alabaré; también existe un canto titulado Alaba al Señor, alma mía (CB-4B grabado en el disco ‘15 canciones famosas para las celebraciones’).
Ofertorio. Quiero estar, Señor, en tu presencia (del disco titulado ‘Cantos para participar y vivir la misa’); Bendito seas Señor (1 CLN-H 5).
Comunión. Te conocimos Señor (1 CLN-25); Donde hay caridad y amor (1 CLN-O 26); Os doy un nuevo mandato (1 CLN-153); El Señor nos invita junto a su mesa (del disco ‘15 Cantos para la cena del Señor’).
Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net
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