Por CAMINO MISIONERO
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 6-11
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 6-11
Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si sanaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. Peto Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y quédate de pie delante de todos». Él se levantó y permaneció de pie.
Luego les dijo: «Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?» y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: «Extiende tu mano». Él la extendió y su mano quedó sana.
Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.
Los primeros discípulos han comprendido que su llamado al seguimiento tiene en la base una experiencia de la misericordia del Señor. La obra de Jesús en sus vidas ha traído para ellos tiempos nuevos y vida nueva que, quienes los ven desde fuera, comienzan a percibir a través de sus comportamientos distintivos con relación a la gente del entorno (ver las críticas que les hacen en 5,30.33 y 6,2).
Esto no sólo lo han visto los discípulos en sí mismos sino también las obras poderosas y de misericordia que Jesús ha venido obrando con personas marginadas y necesitadas de ayuda.
Después de haber visto de cerca la misericordia de Jesús con ellos mismos, en la escena de las espigas arrancadas en sábado, la pequeñísima comunidad de Jesús pasa a un segundo plano y nos encontramos con un nuevo pasaje que destaca la increíble misericordia de Jesús con los enfermos. De nuevo Jesús hace una obra prohibida en sábado y, más aún, en la sinagoga, delante del pueblo reunido para celebrar el reposo sabático.
Leamos despacio el texto y observemos siete puntos clave de la enseñanza del pasaje:
(1) Las circunstancias. Hay una circunstancia de tiempo y una de lugar:
(a) De tiempo: de nuevo nos encontramos en sábado (6,1a), por lo tanto el mensaje del texto está en estrecha relación con el “tiempo” de gracia de Jesús, profeta liberador ungido por el Espíritu.
(b) De lugar: Jesús entra en una sinagoga con la intención clara de “enseñar” (6,1b; ver 4,15.31.44). Allí Jesús no aparece leyendo la Biblia ni haciendo un discurso: el contenido de la enseñanza es la curación de un hombre que tiene la mano paralizada. Jesús no solamente enseña con palabras sino también con hechos concretos (como en 4,31-32.36).
(2) La iniciativa proviene de Jesús. El hombre con la deficiencia física no le ha pedido ningún favor, simplemente se enuncia: “Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca” (6,6b).
(3) La enfermedad de este hombre no es grave, no estamos ante una situación desesperada. El hecho de que Jesús se interese por restablecer la mano derecha (normalmente la más necesaria para el trabajo) de este hombre, muestra que para Jesús todas las situaciones en las que las personas se ven limitadas para su bienestar son importantes. Incluso aquellos casos que habitualmente pasan desapercibidos ante la gente (a uno lo impresiona la primera vez, pero luego se va poco a poco acostumbrando a ver la persona así. Debían ser muchas las personas presentes aquél día en la sinagoga, pero Jesús se interesó particularmente en ésta.
(4) Jesús conoce los pensamientos e intenciones de sus adversarios. Éstos consideran que Jesús tiene comportamientos heréticos y le montan una pesquisa que el evangelio describe como espionaje: “Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle” (6,7). Enseguida se dice que él escruta sus pensamientos: “Pero él, conociendo sus pensamientos…” (6,8a).
(5) Jesús actúa abiertamente. En medio del drama se acentúa un contraste: por una parte los adversarios de Jesús hacen todo ocultamente, como dice el texto “estaban al acecho” (6,7a); pero aún así Jesús “conocía sus pensamientos” (6,7), él escruta los pensamientos de sus adversarios que lo consideran herético. Por otra parte, Jesús todo lo hace abiertamente:
(a) hace que el hombre se ponga de pie: “¡Levántate!” (6,8b);
(b) lo invita a colocarse en medio de todos: “¡Ponte ahí en medio!” (6,8b);
(c) le pide que extienda sus manos: “¡Extiende tu mano!” (6,10b).
(6) Jesús desafía a sus adversarios. El punto central de la enseñanza de Jesús se descubre en la pregunta que los escribas y fariseos deben responderle: “¿En sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla?” (6,9). Notemos el énfasis: el espíritu de la Ley del sábado (lo legal) es “hacer el bien”, lo cual para Jesús es una forma concreta de “salvar una vida”; dejar de hacer el bien –la omisión- es una mala acción, no puede haber un verdadero culto a Dios cuando falta el interés por el prójimo. Jesús no da chance de responder porque la respuesta es obvia (esto se llama “pregunta retórica”); luego confirma su verdad curando la mano del hombre delante de todos.
(7) La tensión aumenta. Ante la evidencia, los adversarios se ofuscan –con rabia ciega- y comienzan a deliberar entre sí de qué manera se van a deshacer del incómodo profeta Jesús (ver 6,11). Ahora sabemos que Jesús tiene enemigos. Éstos de la crítica pasan a la deliberación del asesinato del profeta. Así en este pasaje se introduce el tema del rechazo de Jesús (la decisión de matarlo sólo aparecerá en 19,47); ya en un pasaje anterior por boca de Jesús habíamos sido informados que “el novio será arrebatado” (5,35), como suspensión provisional de la fiesta.
Por lo tanto, la muerte de Jesús será consecuencia de su opción por la vida del hombre, en consonancia con el Plan de Dios.
Las excepciones al cumplimiento estricto de algunas leyes bíblicas ya eran conocidas por la tradición rabínica. A manera de ejemplo recordemos un famoso pasaje: “Siempre que haya duda sobre si una vida está en verdadero peligro, no se aplicará el precepto del sábado” (Yom. 8,6).
Pero Jesús va mucho más allá. Su libertad profética es mayor, al considerar excepcional cualquier situación de sufrimiento, por pequeña que parezca.
Los discípulos de Jesús aprenden esta libertad interior que los impulsa a hacer el bien y salvar una vida cada vez que se presente la ocasión. Ellos harán el bien sin ponerse límites. Trabajarán a toda costa por la vida. ¡Es la prioridad del evangelio!
1. Por qué podemos decir que Jesús actuó abiertamente? ¿Qué nos enseña este actuar de Jesús?
2. ¿En qué momento de mi vida he tomado la iniciativa, sin que me lo pidan, de “salvar una vida” es decir, de salir al encuentro de las necesidades de alguien y dar una ayuda efectiva?
3. ¿Qué podemos hacer concretamente en nuestra familia o comunidad para dar vida en el contexto en el cual nos encontramos? ¿Qué acciones concretas hemos hecho?
Luego les dijo: «Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?» y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: «Extiende tu mano». Él la extendió y su mano quedó sana.
Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.
Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL
Lucas 6, 6-11
“¿En sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal,
salvar una vida en vez de destruirla?”
Por CELAM - CEBIPAL
Lucas 6, 6-11
“¿En sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal,
salvar una vida en vez de destruirla?”
Los primeros discípulos han comprendido que su llamado al seguimiento tiene en la base una experiencia de la misericordia del Señor. La obra de Jesús en sus vidas ha traído para ellos tiempos nuevos y vida nueva que, quienes los ven desde fuera, comienzan a percibir a través de sus comportamientos distintivos con relación a la gente del entorno (ver las críticas que les hacen en 5,30.33 y 6,2).
Esto no sólo lo han visto los discípulos en sí mismos sino también las obras poderosas y de misericordia que Jesús ha venido obrando con personas marginadas y necesitadas de ayuda.
Después de haber visto de cerca la misericordia de Jesús con ellos mismos, en la escena de las espigas arrancadas en sábado, la pequeñísima comunidad de Jesús pasa a un segundo plano y nos encontramos con un nuevo pasaje que destaca la increíble misericordia de Jesús con los enfermos. De nuevo Jesús hace una obra prohibida en sábado y, más aún, en la sinagoga, delante del pueblo reunido para celebrar el reposo sabático.
Leamos despacio el texto y observemos siete puntos clave de la enseñanza del pasaje:
(1) Las circunstancias. Hay una circunstancia de tiempo y una de lugar:
(a) De tiempo: de nuevo nos encontramos en sábado (6,1a), por lo tanto el mensaje del texto está en estrecha relación con el “tiempo” de gracia de Jesús, profeta liberador ungido por el Espíritu.
(b) De lugar: Jesús entra en una sinagoga con la intención clara de “enseñar” (6,1b; ver 4,15.31.44). Allí Jesús no aparece leyendo la Biblia ni haciendo un discurso: el contenido de la enseñanza es la curación de un hombre que tiene la mano paralizada. Jesús no solamente enseña con palabras sino también con hechos concretos (como en 4,31-32.36).
(2) La iniciativa proviene de Jesús. El hombre con la deficiencia física no le ha pedido ningún favor, simplemente se enuncia: “Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca” (6,6b).
(3) La enfermedad de este hombre no es grave, no estamos ante una situación desesperada. El hecho de que Jesús se interese por restablecer la mano derecha (normalmente la más necesaria para el trabajo) de este hombre, muestra que para Jesús todas las situaciones en las que las personas se ven limitadas para su bienestar son importantes. Incluso aquellos casos que habitualmente pasan desapercibidos ante la gente (a uno lo impresiona la primera vez, pero luego se va poco a poco acostumbrando a ver la persona así. Debían ser muchas las personas presentes aquél día en la sinagoga, pero Jesús se interesó particularmente en ésta.
(4) Jesús conoce los pensamientos e intenciones de sus adversarios. Éstos consideran que Jesús tiene comportamientos heréticos y le montan una pesquisa que el evangelio describe como espionaje: “Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle” (6,7). Enseguida se dice que él escruta sus pensamientos: “Pero él, conociendo sus pensamientos…” (6,8a).
(5) Jesús actúa abiertamente. En medio del drama se acentúa un contraste: por una parte los adversarios de Jesús hacen todo ocultamente, como dice el texto “estaban al acecho” (6,7a); pero aún así Jesús “conocía sus pensamientos” (6,7), él escruta los pensamientos de sus adversarios que lo consideran herético. Por otra parte, Jesús todo lo hace abiertamente:
(a) hace que el hombre se ponga de pie: “¡Levántate!” (6,8b);
(b) lo invita a colocarse en medio de todos: “¡Ponte ahí en medio!” (6,8b);
(c) le pide que extienda sus manos: “¡Extiende tu mano!” (6,10b).
(6) Jesús desafía a sus adversarios. El punto central de la enseñanza de Jesús se descubre en la pregunta que los escribas y fariseos deben responderle: “¿En sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla?” (6,9). Notemos el énfasis: el espíritu de la Ley del sábado (lo legal) es “hacer el bien”, lo cual para Jesús es una forma concreta de “salvar una vida”; dejar de hacer el bien –la omisión- es una mala acción, no puede haber un verdadero culto a Dios cuando falta el interés por el prójimo. Jesús no da chance de responder porque la respuesta es obvia (esto se llama “pregunta retórica”); luego confirma su verdad curando la mano del hombre delante de todos.
(7) La tensión aumenta. Ante la evidencia, los adversarios se ofuscan –con rabia ciega- y comienzan a deliberar entre sí de qué manera se van a deshacer del incómodo profeta Jesús (ver 6,11). Ahora sabemos que Jesús tiene enemigos. Éstos de la crítica pasan a la deliberación del asesinato del profeta. Así en este pasaje se introduce el tema del rechazo de Jesús (la decisión de matarlo sólo aparecerá en 19,47); ya en un pasaje anterior por boca de Jesús habíamos sido informados que “el novio será arrebatado” (5,35), como suspensión provisional de la fiesta.
Por lo tanto, la muerte de Jesús será consecuencia de su opción por la vida del hombre, en consonancia con el Plan de Dios.
Las excepciones al cumplimiento estricto de algunas leyes bíblicas ya eran conocidas por la tradición rabínica. A manera de ejemplo recordemos un famoso pasaje: “Siempre que haya duda sobre si una vida está en verdadero peligro, no se aplicará el precepto del sábado” (Yom. 8,6).
Pero Jesús va mucho más allá. Su libertad profética es mayor, al considerar excepcional cualquier situación de sufrimiento, por pequeña que parezca.
Los discípulos de Jesús aprenden esta libertad interior que los impulsa a hacer el bien y salvar una vida cada vez que se presente la ocasión. Ellos harán el bien sin ponerse límites. Trabajarán a toda costa por la vida. ¡Es la prioridad del evangelio!
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1. Por qué podemos decir que Jesús actuó abiertamente? ¿Qué nos enseña este actuar de Jesús?
2. ¿En qué momento de mi vida he tomado la iniciativa, sin que me lo pidan, de “salvar una vida” es decir, de salir al encuentro de las necesidades de alguien y dar una ayuda efectiva?
3. ¿Qué podemos hacer concretamente en nuestra familia o comunidad para dar vida en el contexto en el cual nos encontramos? ¿Qué acciones concretas hemos hecho?
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