Por Juan Jauregui
Monición de entrada
(A)
Domingo tras domingo acudimos a Misa. Participamos en la Celebración del Día del Señor. Pero la rutina nos acompaña.
Corremos el peligro de pensar que la Misa es una devoción con la que cumplimos con Dios y así nos quedamos tranquilos.
En la Misa: Pedimos perdón, escuchamos la Palabra de Dios y oramos. En la Misa ofrecemos el pan y el vino que se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
En la Misa, compartimos el Cuerpo de Jesús, nos damos la paz y recibimos la Bendición.
Pero, muchas veces, todo acaba con el "podéis ir en paz". Y sin embargo ahí es donde empieza nuestra misa, nuestro sacrificio; ahí es donde empieza nuestra tarea diaria.
Vamos a participar en esta Celebración. Y cuando al final escuchemos el "podemos ir en paz", debemos darnos cuenta de que la Celebración aquí se acaba, pero comienza en nuestras vidas, comienza en la tarea de cada día.
(B)
Hermanos: ¡Bienvenidos todos!
Un domingo más nos reunimos para celebrar la presencia de Dios entre nosotros; para escuchar su Palabra y alimentarnos en su Mesa. Despertemos nuestro corazón, alegrémonos de verdad porque el Señor está con nosotros. Él es quien nos regala el don de la fe; Él es quien despierta en nosotros el deseo de seguirle. Él es quien nos hace capaces de reconocerle como único Señor y Maestro.
Nos disponemos a comenzar nuestra celebración. Que el Señor abra nuestros ojos y nuestro corazón para que podamos decirle con el apóstol Pedro: "Tú tienes palabras de vida eterna".
(C)
Nuestra celebración eucarística está basada, y viene exigida, por la fe en Cristo-Jesús.
El Señor nos ha venido hablando en los domingos pasados de que "El es el pan bajado del cielo".
El participar de ese Pan lleva consigo:
* aceptarle como alimento de vida,
* compartirlo fraternalmente con los demás,
* y hacerlo con alegría y aires de fiesta.
Hoy el Señor nos va a obligar a dar un paso adelante en nuestra fe: tenemos que dar respuesta al ofrecimiento que nos hace.
Un ofrecimiento nada fácil de acoger. Pero que debemos darle la respuesta del apóstol Pedro "solamente tú tienes palabras de vida eterna".
Saludo del Sacerdote
Que el Dios del Amor y del Perdón, el Dios de cada día esté con todos vosotros...
Pedimos perdón
(A)
- Venimos a Misa y rezamos, pero al salir nos olvidamos de Dios y de los demás. Señor, ten piedad...
- Venimos a Misa y escuchamos la Palabra de Dios, pero al salir nos olvidamos de Ella y de cumplir su Mensaje. Cristo, ten piedad...
- Venimos a Misa y comulgamos el Cuerpo de Jesús, pero al salir nos olvidamos de compartir nuestras vidas con los más necesitados. Señor, ten piedad...
(B)
Todos debemos reconocernos pecadores ante Dios y ante los hermanos. Pero si nuestra conciencia nos acusa, mayor es el amor de Dios, su perdón.
- Tú, Señor, que eres nuestra vida. ¡Señor, ten piedad!
- Tú, Señor, que eres el camino. ¡Cristo, ten piedad!
- Tú, Señor, que eres fiel en el amor. ¡Señor, ten piedad!
Dios todopoderoso, el Padre del amor, tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
(C)
Pedimos perdón por nuestros pecados de incredulidad y de infidelidad:
* Por las veces que nuestra fe ha vacilado en la presencia real de Cristo entre nosotros, te decimos: ¡Señor, ten piedad!
* Por las veces que no hemos hecho realidad las exigencias de la Eucaristía como Sacramento de unidad y fraternidad, te rogamos: ¡Cristo, ten piedad!
* Por las veces que participamos en la Misa con frialdad o prescindimos en nuestra vida diaria de la presencia de Jesús como "pan de vida", te decimos: ¡Señor, ten piedad!
Escuchamos la Palabra
Monición
En momentos de desaliento Josué plantea a su pueblo, de forma clara las dos opciones: seguir al Dios liberador o a los ídolos esclavizantes.
Monición al Evangelio
Pedro le dice a Jesús: Tú tienes palabras de vida eterna. Tú eres la felicidad y el sentido de nuestras vidas.
Evangelio dialogado (Niños)
Narrador: Muchos de los que seguían y escuchaban a Jesús, después de oírle decir que "Él era el Pan de vida", y que quien quisiera tener vida eterna tenía que "comer su carne y beber su sangre", no aceptaron aquellas palabras. Le abandonaron y se fueron.
Al ver esto, Jesús preguntó a sus más amigos, a los que El había elegido como apóstoles:
Jesús: - ¿También vosotros vais a marcharos?
Narrador: Entonces Pedro, en nombre del resto de los apóstoles le contestó:
Pedro: - Señor, ¿a dónde vamos a ir? Nosotros creemos que sólo Tú tienes palabras de vida eterna.
Narrador: Después de oír la respuesta de Pedro, Jesús les dijo:
Jesús: - Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. La carne no sirve de nada; el espíritu es quien da vida.
Narrador: Palabra del Señor
Homilías
(A)
Domingo tras domingo acudimos a Misa , celebramos el Sacrificio de Jesús. Pero domingo tras domingo corremos el riesgo de ir devaluando la Misa. Y puede ser para nosotros, como un paréntesis religioso en medio de una vida profana. Y nada más.
La Misa corre el peligro de convertirse en una isla religiosa en medio de nuestras vidas en las que nos olvidamos de Dios.
Entonces la Misa no es el lugar de encuentro de los que estamos unidos en el amor; no es el lugar de encuentro con la Palabra de Dios. No es un encuentro con nuestras vidas, con nuestros problemas y los de los demás.
La Misa se queda en una devoción con la que intentamos eludir, o en el mejor de los casos, ir amortizando nuestro compromiso, nuestra obligación como cristianos.
La Misa se convierte, así, en una trampa legal: al acudir a Misa cumplimos con Dios para quedar satisfechos y así no tener que cumplir con lo que Dios manda.
Vamos a Misa, es decir, cumplimos con ese Mandamiento de la Iglesia; pero acabada la Celebración volvemos a las andadas, nos olvidamos de Dios y de que somos cristianos hasta el domingo siguiente.
Así, cuando escuchamos el "podéis ir en paz" , abandonamos el templo y abandonamos a Cristo. Porque ahí se termina nuestra obligación religiosa. Con el rato de culto, con el rato de la Misa, ya ha terminado nuestra obligación religiosa. Podemos dejar de lado a Jesús. Ya nos vale por esta semana.
Es el peligro que corremos todos. También yo : pensar que ya hemos cumplido y vale. Y si la Misa ha sido corta, mejor.
Sin embargo tenemos que darnos cuenta de que cuando acaba la Misa, cuando acaba el Sacrificio de Jesús, entonces empieza nuestra tarea, nuestro sacrificio.
En el Evangelio de hoy nos ha dicho Jesús : ¿También vosotros queréis marcharos?. Vamos a tratar de responderle de forma personal.
- La respuesta se la podremos dar con palabras bonitas y vacías de contenido. Pero no nos engañemos a nosotros mismos.
- También podemos responderle con nuestro gesto de acudir a Misa, y así demostrarle que no le abandonamos, pero también va a pensar que es poco acompañamiento.
- O también podemos responderle con nuestras vidas, con la tarea de cada día. Con el cumplimiento del deber y la misión que nos ha sido encomendada a cada uno.
Si nuestra respuesta es esta última, entonces cuando al terminar la Misa escuchamos, "podemos ir en paz", no nos marcharemos tranquilos, sin más; nos marcharemos dispuestos a cumplir nuestra Misión. Saldremos a cumplir , lo que hemos aprendido, Marcharemos dispuestos a seguir el Mensaje de Jesús, a seguir trabajando y colaborando en paz. Esta debe ser nuestra respuesta, la del buen cristiano, seguidor de Jesús, cuando Él nos pregunta : " ¿También vosotros queréis marcharos?".
(B)
¿QUIERES MARCHARTE?
El mundo en que vivimos no puede ser considerado como cristiano. Las nuevas generaciones no aceptan fácilmente la visión de la vida que se transmitía de padres a hijos por vía de autoridad. Las ideas y directrices que predominan en la cultura moderna se alejan mucho de la inspiración cristiana. Vivimos en una época «poscristiana».
Esto significa que la fe ya no es «algo evidente y natural». Lo cristiano está sometido a un examen crítico cada vez más implacable. Son muchos los que en este contexto se sienten sacudidos por la duda y bastantes los que, dejándose llevar por las corrientes del momento, lo abandonan todo.
Una fe combatida desde tantos frentes no puede ser vivida como hace unos años. El creyente no puede ya apoyarse en la cultura ambiental ni en las instituciones. La fe va a depender cada vez más de la decisión personal de cada uno. Será cristiano quien tome la decisión consciente de aceptar y seguir a Jesucristo. En el futuro, el cristianismo será fruto de una opción libre y responsable. Este es el dato, tal vez, más decisivo en el momento religioso que vive hoy Europa: se está pasando de un cristianismo por nacimiento a un cristianismo por elección.
Ahora bien, el hombre moderno necesita apoyarse en algún tipo de experiencia positiva para tomar una decisión tan importante. La experiencia se está convirtiendo en una especie de patente de autenticidad y en factor fundamental para decidir la orientación de la propia vida. Esto significa que, en el futuro, la experiencia religiosa será cada vez más importante para fundamentar la fe. Será creyente aquel que experimente que Dios le hace bien y que Jesucristo le ayuda a vivir.
El relato evangélico de Juan resulta hoy más significativo que nunca. En un determinado momento, muchos discípulos de Jesús dudan y se echan atrás. Entonces Jesús dice a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» Simón Pedro le contesta en nombre de todos desde una experiencia básica: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos». Muchos se mueven hoy en un estado intermedio entre un cristianismo tradicional y un proceso de descristianización. No es bueno vivir en la ambigüedad. Es necesario tomar una decisión fundamentada en la propia experiencia. Muchos abandonan lo religioso pues piensan que les irá mejor. Y tú, ¿también quieres marcharte?
(C)
¿A QUIEN ACUDIREMOS?
Quien se acerca a Jesús tiene, con frecuencia, la impresión de encontrarse con alguien extrañamente actual y más presente a nuestros problemas de hoy que muchos de nuestros contemporáneos.
Hay gestos y palabras de Jesús que nos impactan todavía hoy porque tocan el nervio de nuestros problemas y preocupaciones más vitales.
Son gestos y palabras que se resisten al paso de los tiempos y al cambio de ideologías. Los siglos transcurridos no han amortiguado la fuerza y la vida que encierran, a poco que estemos atentos y abramos sinceramente nuestro corazón.
Sin embargo, son muchos los hombres y mujeres que no logran encontrarse con su evangelio. No han tenido nunca la suerte de escuchar con sencillez y directamente sus palabras. Su mensaje les ha llegado desfigurado por demasiadas capas de doctrinas, fórmulas, conceptualizaciones y discursos interesados.
A lo largo de veinte siglos es mucho el polvo que inevitablemente se ha ido acumulando sobre su persona, su actuación y su mensaje. Un cristianismo lleno de buenas intenciones y fervores venerables ha impedido, a veces, a muchos cristianos sencillos encontrarse con la frescura llena de vida de aquel que perdonaba a las prostitutas, abrazaba a los niños, lloraba con los amigos, contagiaba esperanza e invitaba a los hombres a vivir con la libertad y el amor de los hijos de Dios.
Cuántos hombres y mujeres han tenido que escuchar las disquisiciones de moralistas bien intencionados y las exposiciones de predicadores ilustrados, sin lograr encontrarse con El.
No nos ha de extrañar la interpelación de J. Onimus: «¿Por qué vas a ser tú propiedad privada de predicadores, doctores y de algunos eruditos, tú que has dicho cosas tan simples, tan directas, palabras que siguen siendo palabras de vida para todos los hombres?».
Sin duda, uno de los mayores servicios que podemos realizar en la Iglesia actual es poner la persona y el mensaje de Jesús al alcance de los hombres y mujeres de nuestros días. Ayudarles a abrirse camino hacia él. Acercarles a su mensaje.
Muchos cristianos que se han ido alejando estos años de la Iglesia, quizás, porque no siempre han encontrado en ella a Jesucristo, sentirían de nuevo aquello expresado un día por Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos».
(A)
Vamos a pedir por todos y vamos a prometer poner nuestro esfuerzo, nuestro granito de arena para que se cumpla lo que deseamos y pedimos.
1- Por el Papa y los Pastores que dirigen la Iglesia, para que con su ejemplo cumplan lo que predican : Roguemos al Señor.
2- Por todos los fieles cristianos, para que siguiendo el Mensaje de Jesús, trabajen por conseguir una sociedad más libre y liberadora: Roguemos al Señor.
3- Por todos los que hemos venido a esta Misa, para que salgamos dispuestos a plasmar en la tarea de cada día, la Misión que aquí recibimos: Roguemos al Señor.
Jesús, te pedimos esto, pero ayúdanos a conseguirlo poniendo cada uno lo que está de nuestra parte. Amén.
(B)
Desde el ejemplo de Jesús, cuya vida fue una entrega continua a la voluntad del Padre y al bien de los hombres, pidamos, hermanos, por todos los hombres y sus necesidades.
1.- Por la Iglesia de Dios y por cuantos ejercen en ella el ministerio pastoral, para que su unión con Cristo sea signo y fuente de salvación para todos los hombres. OREMOS AL SEÑOR
2.- Por todos los dirigentes de las naciones de la tierra y, en forma especial, por nuestros dirigentes, para que sean conscientes de su responsabilidad de líderes de los pueblos. OREMOS AL SEÑOR
3.- Por cuantos vacilan o dudan en su fe, para que el Espíritu del Señor les ilumine y nuestro testimonio de vida les fortalezca en sus debilidades. OREMOS AL SEÑOR
4.- Por los matrimonios, para que realmente sean sacramento del amor entrañable que Dios nos tiene. OREMOS AL SEÑOR
5.- Por todos nosotros, reunidos hoy en esta celebración, para que, fortalecidos con la gracia del Señor, seamos valientes testigos, en medio del mundo, de nuestra fe y alegría. OREMOS AL SEÑOR
(C)
Oremos al Padre, unidos en la misma fe.
1.- Por la Iglesia extendida por todo el mundo y edificada sobre la fe en Cristo, para que sea un verdadero testimonio de su lealtad a Dios. Roguemos al Señor.
2. Por las familias, por los matrimonios con dificultades, para que sus relaciones se fundamenten en el amor y el respeto mutuo. Roguemos al Señor.
3. Por la paz y solidaridad entre todos los pueblos. Roguemos al Señor.
4. Por quienes en estos días se trasladan al finalizar las vacaciones; para que todos seamos respetuosos en el tráfico, nos interesemos por las personas y cuidemos el ambiente y la naturaleza. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros, los que participamos en esta celebración, para que no tengamos miedo de fiarnos de Jesús, aunque a veces nos resulten duras o difíciles sus palabras. Roguemos al Señor.
Escucha, Padre, la oración de tus hijos, y concédenos lo que te
pedimos con fe. Por Cristo, nuestro Señor.
Ofrendas
PRESENTACIÓN DE UN MONEDERO
(Lo puede hacer uno de los jóvenes de la comunidad. Luego, dice:)
Mira, Señor, yo te ofrezco hoy este monedero, como símbolo de nuestra renuncia a cuanto se opone a Jesucristo en este mundo y que se concentra en el consumo. Y lo hago como joven, pues somos el grupo más tentado de toda la sociedad. Quiero decirte, con Israel: «Lejos de nosotros abandonar al Señor», y con Pedro: «¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna». Por último, te doy gracias, y de todo corazón, porque Tú, y sólo Tú, eres quien pones en mi corazón la gracia de la fe en tu Hijo Jesucristo.
PRESENTACIÓN DE UN MATRIMONIO
(Puede hacer la ofrenda o bien el matrimonio más veterano de la comunidad o bien el último. Uno de ellos dice:)
Aquí nos tienes a nosotros, Señor, dispuestos a ofrecerte nuestro amor y compromiso como pareja y como matrimonio cristiano. Queremos ser en medio de este mundo, en el que se rompen tan pronto todas las cosas y, entre ellas, el amor, signo de la unión indisoluble de Cristo con la Iglesia. Precisamente de esa unión, nosotros confesamos públicamente que recibimos de Ti la fortaleza para vivir día a día nuestro amor. Haz que todos los matrimonios de la comunidad vivamos la gracia sacramental y seamos auténticos educadores de nuestros hijos.
OFRENDA DE UNO DE LOS CATEQUISTAS DE LA COMUNIDAD
Yo te traigo, Señor, mi entrega y servicio a la formación de los más pequeños de nuestra comunidad. Pero lo quiero hacer hoy, Señor, como el símbolo y el compromiso de todos los que componemos esta comunidad en orden a la evangelización de los alejados. Que ninguno de nosotros nos avergoncemos de nuestra fe. Que sintamos la fuerza de tu Espíritu para ser intrépidos testigos, en medio de los hombres, de nuestra fe y de nuestra alegría por celebrar el recuerdo de la muerte y resurrección de tu Hijo, como alimento y auxilio para nuestras vidas.
Plegaria Eucarística
Te damos gracias, Señor,
por habernos reunido en este Templo,
por habernos enviado a Tu Hijo Jesús,
que nos enseña a rezar y a vivir unidos.
Tu nos has dado el mundo
y las riquezas de la tierra
para que todos las disfrutemos.
Tu nos enseñas a compartir las cosas
y a trabajar por una sociedad más justa.
Reconocemos que somos débiles,
pero con Tu Ayuda y nuestro esfuerzo
conseguiremos hacer realidad en la vida
lo que aquí en la Misa celebramos.
Ahora nos unimos a los santos,
a los que trabajan ayudando a los demás
para entonar un himno de alabanza
diciendo:
Santo, Santo, Santo...
Padre Nuestro
Todos los domingos rezamos el Padre Nuestro y otras muchas veces más en la vida. Y sin embargo nos cuesta perdonar a los demás y no hacemos tu Voluntad. Hoy no queremos ser mentirosos y vamos a rezarlo con sencillez y humildad diciendo : Padre Nuestro...
Rito de la Paz
Deseamos la paz y no llega. Es que queremos que nos llegue como por arte de magia, y sin ningún esfuerzo por nuestra parte, o incluso buscando discordia en la vida. Vamos a poner nuestro esfuerzo en favor de la paz y llegará aunque sea despacio y poco a poco.
- Que la paz del señor esté con todos nosotros ...
- Como amigos y hermanos nos damos la paz.
Compartimos el Pan de Jesús
Hemos ofrecido el pan y el vino. Ahora Jesús nos los devuelve convertidos en su Cuerpo y Sangre, y nos invita a acercarnos a su Mesa.
-Dichosos nosotros por haber sido invitados a su Comunión.
Señor, no soy digno de que entres ...
Despedida
Amigos: el problema no es "a dónde ir" sino "a quién". Pedro, que vive cerca de Jesús, prefiere permanecer a su lado, aunque no le entienda mucho, porque sólo en Él ha encontrado palabras de vida. Y nosotros, ¿a quién iremos? Ojalá el Señor nos ayude a ser transmisores de vida y que nuestra palabra pueda llenar de sentido el vacío en el que se encuentran tantas personas. Que el Señor, con su gracia, nos ayude a ser fieles a nuestros compromisos. Que seamos una Comunidad abierta y estemos más cerca de los enfermos, ancianos, parados, los más débiles, los preferidos del Señor. Haznos, Señor, cercanos y solidarios con todos ellos.
Ayúdanos con tu Bendición.
La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo ...
Corremos el peligro de pensar que la Misa es una devoción con la que cumplimos con Dios y así nos quedamos tranquilos.
En la Misa: Pedimos perdón, escuchamos la Palabra de Dios y oramos. En la Misa ofrecemos el pan y el vino que se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Jesús.
En la Misa, compartimos el Cuerpo de Jesús, nos damos la paz y recibimos la Bendición.
Pero, muchas veces, todo acaba con el "podéis ir en paz". Y sin embargo ahí es donde empieza nuestra misa, nuestro sacrificio; ahí es donde empieza nuestra tarea diaria.
Vamos a participar en esta Celebración. Y cuando al final escuchemos el "podemos ir en paz", debemos darnos cuenta de que la Celebración aquí se acaba, pero comienza en nuestras vidas, comienza en la tarea de cada día.
(B)
Hermanos: ¡Bienvenidos todos!
Un domingo más nos reunimos para celebrar la presencia de Dios entre nosotros; para escuchar su Palabra y alimentarnos en su Mesa. Despertemos nuestro corazón, alegrémonos de verdad porque el Señor está con nosotros. Él es quien nos regala el don de la fe; Él es quien despierta en nosotros el deseo de seguirle. Él es quien nos hace capaces de reconocerle como único Señor y Maestro.
Nos disponemos a comenzar nuestra celebración. Que el Señor abra nuestros ojos y nuestro corazón para que podamos decirle con el apóstol Pedro: "Tú tienes palabras de vida eterna".
(C)
Nuestra celebración eucarística está basada, y viene exigida, por la fe en Cristo-Jesús.
El Señor nos ha venido hablando en los domingos pasados de que "El es el pan bajado del cielo".
El participar de ese Pan lleva consigo:
* aceptarle como alimento de vida,
* compartirlo fraternalmente con los demás,
* y hacerlo con alegría y aires de fiesta.
Hoy el Señor nos va a obligar a dar un paso adelante en nuestra fe: tenemos que dar respuesta al ofrecimiento que nos hace.
Un ofrecimiento nada fácil de acoger. Pero que debemos darle la respuesta del apóstol Pedro "solamente tú tienes palabras de vida eterna".
Saludo del Sacerdote
Que el Dios del Amor y del Perdón, el Dios de cada día esté con todos vosotros...
Pedimos perdón
(A)
- Venimos a Misa y rezamos, pero al salir nos olvidamos de Dios y de los demás. Señor, ten piedad...
- Venimos a Misa y escuchamos la Palabra de Dios, pero al salir nos olvidamos de Ella y de cumplir su Mensaje. Cristo, ten piedad...
- Venimos a Misa y comulgamos el Cuerpo de Jesús, pero al salir nos olvidamos de compartir nuestras vidas con los más necesitados. Señor, ten piedad...
(B)
Todos debemos reconocernos pecadores ante Dios y ante los hermanos. Pero si nuestra conciencia nos acusa, mayor es el amor de Dios, su perdón.
- Tú, Señor, que eres nuestra vida. ¡Señor, ten piedad!
- Tú, Señor, que eres el camino. ¡Cristo, ten piedad!
- Tú, Señor, que eres fiel en el amor. ¡Señor, ten piedad!
Dios todopoderoso, el Padre del amor, tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
(C)
Pedimos perdón por nuestros pecados de incredulidad y de infidelidad:
* Por las veces que nuestra fe ha vacilado en la presencia real de Cristo entre nosotros, te decimos: ¡Señor, ten piedad!
* Por las veces que no hemos hecho realidad las exigencias de la Eucaristía como Sacramento de unidad y fraternidad, te rogamos: ¡Cristo, ten piedad!
* Por las veces que participamos en la Misa con frialdad o prescindimos en nuestra vida diaria de la presencia de Jesús como "pan de vida", te decimos: ¡Señor, ten piedad!
Escuchamos la Palabra
Monición
En momentos de desaliento Josué plantea a su pueblo, de forma clara las dos opciones: seguir al Dios liberador o a los ídolos esclavizantes.
Monición al Evangelio
Pedro le dice a Jesús: Tú tienes palabras de vida eterna. Tú eres la felicidad y el sentido de nuestras vidas.
Evangelio dialogado (Niños)
Narrador: Muchos de los que seguían y escuchaban a Jesús, después de oírle decir que "Él era el Pan de vida", y que quien quisiera tener vida eterna tenía que "comer su carne y beber su sangre", no aceptaron aquellas palabras. Le abandonaron y se fueron.
Al ver esto, Jesús preguntó a sus más amigos, a los que El había elegido como apóstoles:
Jesús: - ¿También vosotros vais a marcharos?
Narrador: Entonces Pedro, en nombre del resto de los apóstoles le contestó:
Pedro: - Señor, ¿a dónde vamos a ir? Nosotros creemos que sólo Tú tienes palabras de vida eterna.
Narrador: Después de oír la respuesta de Pedro, Jesús les dijo:
Jesús: - Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. La carne no sirve de nada; el espíritu es quien da vida.
Narrador: Palabra del Señor
Homilías
(A)
Domingo tras domingo acudimos a Misa , celebramos el Sacrificio de Jesús. Pero domingo tras domingo corremos el riesgo de ir devaluando la Misa. Y puede ser para nosotros, como un paréntesis religioso en medio de una vida profana. Y nada más.
La Misa corre el peligro de convertirse en una isla religiosa en medio de nuestras vidas en las que nos olvidamos de Dios.
Entonces la Misa no es el lugar de encuentro de los que estamos unidos en el amor; no es el lugar de encuentro con la Palabra de Dios. No es un encuentro con nuestras vidas, con nuestros problemas y los de los demás.
La Misa se queda en una devoción con la que intentamos eludir, o en el mejor de los casos, ir amortizando nuestro compromiso, nuestra obligación como cristianos.
La Misa se convierte, así, en una trampa legal: al acudir a Misa cumplimos con Dios para quedar satisfechos y así no tener que cumplir con lo que Dios manda.
Vamos a Misa, es decir, cumplimos con ese Mandamiento de la Iglesia; pero acabada la Celebración volvemos a las andadas, nos olvidamos de Dios y de que somos cristianos hasta el domingo siguiente.
Así, cuando escuchamos el "podéis ir en paz" , abandonamos el templo y abandonamos a Cristo. Porque ahí se termina nuestra obligación religiosa. Con el rato de culto, con el rato de la Misa, ya ha terminado nuestra obligación religiosa. Podemos dejar de lado a Jesús. Ya nos vale por esta semana.
Es el peligro que corremos todos. También yo : pensar que ya hemos cumplido y vale. Y si la Misa ha sido corta, mejor.
Sin embargo tenemos que darnos cuenta de que cuando acaba la Misa, cuando acaba el Sacrificio de Jesús, entonces empieza nuestra tarea, nuestro sacrificio.
En el Evangelio de hoy nos ha dicho Jesús : ¿También vosotros queréis marcharos?. Vamos a tratar de responderle de forma personal.
- La respuesta se la podremos dar con palabras bonitas y vacías de contenido. Pero no nos engañemos a nosotros mismos.
- También podemos responderle con nuestro gesto de acudir a Misa, y así demostrarle que no le abandonamos, pero también va a pensar que es poco acompañamiento.
- O también podemos responderle con nuestras vidas, con la tarea de cada día. Con el cumplimiento del deber y la misión que nos ha sido encomendada a cada uno.
Si nuestra respuesta es esta última, entonces cuando al terminar la Misa escuchamos, "podemos ir en paz", no nos marcharemos tranquilos, sin más; nos marcharemos dispuestos a cumplir nuestra Misión. Saldremos a cumplir , lo que hemos aprendido, Marcharemos dispuestos a seguir el Mensaje de Jesús, a seguir trabajando y colaborando en paz. Esta debe ser nuestra respuesta, la del buen cristiano, seguidor de Jesús, cuando Él nos pregunta : " ¿También vosotros queréis marcharos?".
(B)
¿QUIERES MARCHARTE?
El mundo en que vivimos no puede ser considerado como cristiano. Las nuevas generaciones no aceptan fácilmente la visión de la vida que se transmitía de padres a hijos por vía de autoridad. Las ideas y directrices que predominan en la cultura moderna se alejan mucho de la inspiración cristiana. Vivimos en una época «poscristiana».
Esto significa que la fe ya no es «algo evidente y natural». Lo cristiano está sometido a un examen crítico cada vez más implacable. Son muchos los que en este contexto se sienten sacudidos por la duda y bastantes los que, dejándose llevar por las corrientes del momento, lo abandonan todo.
Una fe combatida desde tantos frentes no puede ser vivida como hace unos años. El creyente no puede ya apoyarse en la cultura ambiental ni en las instituciones. La fe va a depender cada vez más de la decisión personal de cada uno. Será cristiano quien tome la decisión consciente de aceptar y seguir a Jesucristo. En el futuro, el cristianismo será fruto de una opción libre y responsable. Este es el dato, tal vez, más decisivo en el momento religioso que vive hoy Europa: se está pasando de un cristianismo por nacimiento a un cristianismo por elección.
Ahora bien, el hombre moderno necesita apoyarse en algún tipo de experiencia positiva para tomar una decisión tan importante. La experiencia se está convirtiendo en una especie de patente de autenticidad y en factor fundamental para decidir la orientación de la propia vida. Esto significa que, en el futuro, la experiencia religiosa será cada vez más importante para fundamentar la fe. Será creyente aquel que experimente que Dios le hace bien y que Jesucristo le ayuda a vivir.
El relato evangélico de Juan resulta hoy más significativo que nunca. En un determinado momento, muchos discípulos de Jesús dudan y se echan atrás. Entonces Jesús dice a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?» Simón Pedro le contesta en nombre de todos desde una experiencia básica: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos». Muchos se mueven hoy en un estado intermedio entre un cristianismo tradicional y un proceso de descristianización. No es bueno vivir en la ambigüedad. Es necesario tomar una decisión fundamentada en la propia experiencia. Muchos abandonan lo religioso pues piensan que les irá mejor. Y tú, ¿también quieres marcharte?
(C)
¿A QUIEN ACUDIREMOS?
Quien se acerca a Jesús tiene, con frecuencia, la impresión de encontrarse con alguien extrañamente actual y más presente a nuestros problemas de hoy que muchos de nuestros contemporáneos.
Hay gestos y palabras de Jesús que nos impactan todavía hoy porque tocan el nervio de nuestros problemas y preocupaciones más vitales.
Son gestos y palabras que se resisten al paso de los tiempos y al cambio de ideologías. Los siglos transcurridos no han amortiguado la fuerza y la vida que encierran, a poco que estemos atentos y abramos sinceramente nuestro corazón.
Sin embargo, son muchos los hombres y mujeres que no logran encontrarse con su evangelio. No han tenido nunca la suerte de escuchar con sencillez y directamente sus palabras. Su mensaje les ha llegado desfigurado por demasiadas capas de doctrinas, fórmulas, conceptualizaciones y discursos interesados.
A lo largo de veinte siglos es mucho el polvo que inevitablemente se ha ido acumulando sobre su persona, su actuación y su mensaje. Un cristianismo lleno de buenas intenciones y fervores venerables ha impedido, a veces, a muchos cristianos sencillos encontrarse con la frescura llena de vida de aquel que perdonaba a las prostitutas, abrazaba a los niños, lloraba con los amigos, contagiaba esperanza e invitaba a los hombres a vivir con la libertad y el amor de los hijos de Dios.
Cuántos hombres y mujeres han tenido que escuchar las disquisiciones de moralistas bien intencionados y las exposiciones de predicadores ilustrados, sin lograr encontrarse con El.
No nos ha de extrañar la interpelación de J. Onimus: «¿Por qué vas a ser tú propiedad privada de predicadores, doctores y de algunos eruditos, tú que has dicho cosas tan simples, tan directas, palabras que siguen siendo palabras de vida para todos los hombres?».
Sin duda, uno de los mayores servicios que podemos realizar en la Iglesia actual es poner la persona y el mensaje de Jesús al alcance de los hombres y mujeres de nuestros días. Ayudarles a abrirse camino hacia él. Acercarles a su mensaje.
Muchos cristianos que se han ido alejando estos años de la Iglesia, quizás, porque no siempre han encontrado en ella a Jesucristo, sentirían de nuevo aquello expresado un día por Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos».
Oración de los fieles
(A)
Vamos a pedir por todos y vamos a prometer poner nuestro esfuerzo, nuestro granito de arena para que se cumpla lo que deseamos y pedimos.
1- Por el Papa y los Pastores que dirigen la Iglesia, para que con su ejemplo cumplan lo que predican : Roguemos al Señor.
2- Por todos los fieles cristianos, para que siguiendo el Mensaje de Jesús, trabajen por conseguir una sociedad más libre y liberadora: Roguemos al Señor.
3- Por todos los que hemos venido a esta Misa, para que salgamos dispuestos a plasmar en la tarea de cada día, la Misión que aquí recibimos: Roguemos al Señor.
Jesús, te pedimos esto, pero ayúdanos a conseguirlo poniendo cada uno lo que está de nuestra parte. Amén.
(B)
Desde el ejemplo de Jesús, cuya vida fue una entrega continua a la voluntad del Padre y al bien de los hombres, pidamos, hermanos, por todos los hombres y sus necesidades.
1.- Por la Iglesia de Dios y por cuantos ejercen en ella el ministerio pastoral, para que su unión con Cristo sea signo y fuente de salvación para todos los hombres. OREMOS AL SEÑOR
2.- Por todos los dirigentes de las naciones de la tierra y, en forma especial, por nuestros dirigentes, para que sean conscientes de su responsabilidad de líderes de los pueblos. OREMOS AL SEÑOR
3.- Por cuantos vacilan o dudan en su fe, para que el Espíritu del Señor les ilumine y nuestro testimonio de vida les fortalezca en sus debilidades. OREMOS AL SEÑOR
4.- Por los matrimonios, para que realmente sean sacramento del amor entrañable que Dios nos tiene. OREMOS AL SEÑOR
5.- Por todos nosotros, reunidos hoy en esta celebración, para que, fortalecidos con la gracia del Señor, seamos valientes testigos, en medio del mundo, de nuestra fe y alegría. OREMOS AL SEÑOR
(C)
Oremos al Padre, unidos en la misma fe.
1.- Por la Iglesia extendida por todo el mundo y edificada sobre la fe en Cristo, para que sea un verdadero testimonio de su lealtad a Dios. Roguemos al Señor.
2. Por las familias, por los matrimonios con dificultades, para que sus relaciones se fundamenten en el amor y el respeto mutuo. Roguemos al Señor.
3. Por la paz y solidaridad entre todos los pueblos. Roguemos al Señor.
4. Por quienes en estos días se trasladan al finalizar las vacaciones; para que todos seamos respetuosos en el tráfico, nos interesemos por las personas y cuidemos el ambiente y la naturaleza. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros, los que participamos en esta celebración, para que no tengamos miedo de fiarnos de Jesús, aunque a veces nos resulten duras o difíciles sus palabras. Roguemos al Señor.
Escucha, Padre, la oración de tus hijos, y concédenos lo que te
pedimos con fe. Por Cristo, nuestro Señor.
Ofrendas
PRESENTACIÓN DE UN MONEDERO
(Lo puede hacer uno de los jóvenes de la comunidad. Luego, dice:)
Mira, Señor, yo te ofrezco hoy este monedero, como símbolo de nuestra renuncia a cuanto se opone a Jesucristo en este mundo y que se concentra en el consumo. Y lo hago como joven, pues somos el grupo más tentado de toda la sociedad. Quiero decirte, con Israel: «Lejos de nosotros abandonar al Señor», y con Pedro: «¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna». Por último, te doy gracias, y de todo corazón, porque Tú, y sólo Tú, eres quien pones en mi corazón la gracia de la fe en tu Hijo Jesucristo.
PRESENTACIÓN DE UN MATRIMONIO
(Puede hacer la ofrenda o bien el matrimonio más veterano de la comunidad o bien el último. Uno de ellos dice:)
Aquí nos tienes a nosotros, Señor, dispuestos a ofrecerte nuestro amor y compromiso como pareja y como matrimonio cristiano. Queremos ser en medio de este mundo, en el que se rompen tan pronto todas las cosas y, entre ellas, el amor, signo de la unión indisoluble de Cristo con la Iglesia. Precisamente de esa unión, nosotros confesamos públicamente que recibimos de Ti la fortaleza para vivir día a día nuestro amor. Haz que todos los matrimonios de la comunidad vivamos la gracia sacramental y seamos auténticos educadores de nuestros hijos.
OFRENDA DE UNO DE LOS CATEQUISTAS DE LA COMUNIDAD
Yo te traigo, Señor, mi entrega y servicio a la formación de los más pequeños de nuestra comunidad. Pero lo quiero hacer hoy, Señor, como el símbolo y el compromiso de todos los que componemos esta comunidad en orden a la evangelización de los alejados. Que ninguno de nosotros nos avergoncemos de nuestra fe. Que sintamos la fuerza de tu Espíritu para ser intrépidos testigos, en medio de los hombres, de nuestra fe y de nuestra alegría por celebrar el recuerdo de la muerte y resurrección de tu Hijo, como alimento y auxilio para nuestras vidas.
Plegaria Eucarística
Te damos gracias, Señor,
por habernos reunido en este Templo,
por habernos enviado a Tu Hijo Jesús,
que nos enseña a rezar y a vivir unidos.
Tu nos has dado el mundo
y las riquezas de la tierra
para que todos las disfrutemos.
Tu nos enseñas a compartir las cosas
y a trabajar por una sociedad más justa.
Reconocemos que somos débiles,
pero con Tu Ayuda y nuestro esfuerzo
conseguiremos hacer realidad en la vida
lo que aquí en la Misa celebramos.
Ahora nos unimos a los santos,
a los que trabajan ayudando a los demás
para entonar un himno de alabanza
diciendo:
Santo, Santo, Santo...
Padre Nuestro
Todos los domingos rezamos el Padre Nuestro y otras muchas veces más en la vida. Y sin embargo nos cuesta perdonar a los demás y no hacemos tu Voluntad. Hoy no queremos ser mentirosos y vamos a rezarlo con sencillez y humildad diciendo : Padre Nuestro...
Rito de la Paz
Deseamos la paz y no llega. Es que queremos que nos llegue como por arte de magia, y sin ningún esfuerzo por nuestra parte, o incluso buscando discordia en la vida. Vamos a poner nuestro esfuerzo en favor de la paz y llegará aunque sea despacio y poco a poco.
- Que la paz del señor esté con todos nosotros ...
- Como amigos y hermanos nos damos la paz.
Compartimos el Pan de Jesús
Hemos ofrecido el pan y el vino. Ahora Jesús nos los devuelve convertidos en su Cuerpo y Sangre, y nos invita a acercarnos a su Mesa.
-Dichosos nosotros por haber sido invitados a su Comunión.
Señor, no soy digno de que entres ...
Despedida
Amigos: el problema no es "a dónde ir" sino "a quién". Pedro, que vive cerca de Jesús, prefiere permanecer a su lado, aunque no le entienda mucho, porque sólo en Él ha encontrado palabras de vida. Y nosotros, ¿a quién iremos? Ojalá el Señor nos ayude a ser transmisores de vida y que nuestra palabra pueda llenar de sentido el vacío en el que se encuentran tantas personas. Que el Señor, con su gracia, nos ayude a ser fieles a nuestros compromisos. Que seamos una Comunidad abierta y estemos más cerca de los enfermos, ancianos, parados, los más débiles, los preferidos del Señor. Haznos, Señor, cercanos y solidarios con todos ellos.
Ayúdanos con tu Bendición.
La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo ...
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