Publicado por AICA
“Hoy es un tiempo de tremendos desafíos y retos que cada uno tiene, pero más que nunca debe poder encontrar y dar razones de nuestra esperanza”, dice el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, en la editorial del primer número del periódico diocesano, publicado recientemente.
Al mencionar una serie de “desafíos”, el prelado advierte en primer lugar sobre la “perplejidad frente a la invasión de problemas que golpean a diario nuestras mentes y nuestras conciencias”, y señala que “un problema central es la falta de objetividad que tenemos frente a la realidad, frente a los acontecimientos”, ya que “hoy más que nunca hay una sensibilidad, una susceptibilidad de lo individual, de lo que le pasa a uno, de lo que sufre uno, de lo que vive uno o de lo que experimenta uno”, por eso “hay que hacer el esfuerzo de dar un paso más adelante, más hacia arriba, hacia aquello que es objetivo y aquello que es verdad”.
“Para ser auténticamente cristianos -agrega-, debemos experimentar una conversión personal y a la vez eclesial para ser capaces de responder a estos tiempos como luz del mundo y como sal que da gusto a las cosas de la tierra. Esto específicamente es el Evangelio, y en forma coherente debemos dar la respuesta”.
Menciona luego otro elemento que es “el pensamiento”, y sostiene que “lo más difícil es tener tiempo para pensar. Para pensar y pensar bien”. En ese sentido explica que “el pensamiento iluminado por la fe es algo esencial; es la razón que quiere entender y el entendimiento de la fe que hace comprender la razón. Las dos realidades de una persona están comprometidas en un punto integral”.
También destaca la necesidad de una “actitud crítica”, al subrayar: “Es importante tener una actitud crítica para ejercer el señorío del discernimiento, el señorío de la persona humana. Una persona que no sabe discernir, o que no sabe criticar la realidad de este mundo para poder sopesarla, fácilmente va a ser tragada por los patrones vigentes que están en la sociedad, en el mundo”.
Aclara que esta actitud crítica “debe llevar a la concreción para no quedar sólo en el mundo de las ideas sino de la realidad”, y considera que “la magnitud de los problemas nos exige concretar en aquello que podemos y debemos hacer sin transferir la responsabilidad a otros. Una vez más decimos que la caridad es concreta y no abstracta”.
Al destacar la “importancia de la identidad”, expresa: “una acción muy importante en nuestra vida es el diálogo en la verdad, la identidad en la verdad y participar en todas las cosas que el Señor nos pide a través del Evangelio”.+
Al mencionar una serie de “desafíos”, el prelado advierte en primer lugar sobre la “perplejidad frente a la invasión de problemas que golpean a diario nuestras mentes y nuestras conciencias”, y señala que “un problema central es la falta de objetividad que tenemos frente a la realidad, frente a los acontecimientos”, ya que “hoy más que nunca hay una sensibilidad, una susceptibilidad de lo individual, de lo que le pasa a uno, de lo que sufre uno, de lo que vive uno o de lo que experimenta uno”, por eso “hay que hacer el esfuerzo de dar un paso más adelante, más hacia arriba, hacia aquello que es objetivo y aquello que es verdad”.
“Para ser auténticamente cristianos -agrega-, debemos experimentar una conversión personal y a la vez eclesial para ser capaces de responder a estos tiempos como luz del mundo y como sal que da gusto a las cosas de la tierra. Esto específicamente es el Evangelio, y en forma coherente debemos dar la respuesta”.
Menciona luego otro elemento que es “el pensamiento”, y sostiene que “lo más difícil es tener tiempo para pensar. Para pensar y pensar bien”. En ese sentido explica que “el pensamiento iluminado por la fe es algo esencial; es la razón que quiere entender y el entendimiento de la fe que hace comprender la razón. Las dos realidades de una persona están comprometidas en un punto integral”.
También destaca la necesidad de una “actitud crítica”, al subrayar: “Es importante tener una actitud crítica para ejercer el señorío del discernimiento, el señorío de la persona humana. Una persona que no sabe discernir, o que no sabe criticar la realidad de este mundo para poder sopesarla, fácilmente va a ser tragada por los patrones vigentes que están en la sociedad, en el mundo”.
Aclara que esta actitud crítica “debe llevar a la concreción para no quedar sólo en el mundo de las ideas sino de la realidad”, y considera que “la magnitud de los problemas nos exige concretar en aquello que podemos y debemos hacer sin transferir la responsabilidad a otros. Una vez más decimos que la caridad es concreta y no abstracta”.
Al destacar la “importancia de la identidad”, expresa: “una acción muy importante en nuestra vida es el diálogo en la verdad, la identidad en la verdad y participar en todas las cosas que el Señor nos pide a través del Evangelio”.+
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