Publicado por Iglesia que Camina
Los Santos comienzan la vida como todos y sufren las consecuencias de la vida como todos. En un principio, la familia de Rosa era acomodada y rica, luego cayó y la realidad se hizo más difícil, entonces Rosa debió trabajar en casa para la subsistencia de la familia. Por eso siempre sintió un especial afecto a los indios, a los pobres y a los enfermos. Cuando uno ha experimentado en propia carne de realidad de la vida, se hace más sensible a las debilidades de los demás. No es fácil entender al enfermo cuando uno siempre ha gozado de buena salud. No es fácil entender una casa sin pan, cuando a uno le ha sobrado el pan. Por eso mismo, a veces los caminos de la vida están marcados no solo por la gracia de Dios sino también por los acontecimientos de la propia experiencia. La Carta a los Hebreos nos dice que Jesús es capaz de comprender nuestros sufrimientos porque Él pasó por ellos.
Si bien sentía un profundo atractivo por la vida religiosa consagrada, Dios llamó a Rosa a vivir su vida de fidelidad bautismal en su propia casa. No siempre nuestros deseos son los deseos de Dios, ni nuestros planes son sus planes. Lo cual nos dice a las claras que la santidad no es cuestión del lugar donde estamos ni de las cosas que hacemos, sino de la actitud del corazón y de la fidelidad a la gracia.
El Concilio Vaticano II cambió aquello de “estados perfección”, como si el vivir en determinado estado de vida fuese ya una garantía de santidad. Por eso nos habla de que en el Pueblo de Dios hay Ministerios y “condiciones de vida”. Además, como condiciones de vida pone desde el trabajo, la salud, la ancianidad, la enfermedad, la juventud o la ancianidad.
Ser Santo no es “dónde estoy” sino “qué hago y cómo vivo”. Además, ser Santo es vivir enamorado de Dios, pero amando profundamente a los demás. Rosa de Lima sentía una profunda preocupación por los indios, los necesitados y los enfermos. Es que Dios no hace competencia a los hombres, como los hombres no tienen por qué hacer competencia a los hombres. Al contrario, cuanto más vivimos configurados con Jesús, tanto más nos sentimos llamados a configurarnos con los hermanos y sus condiciones de vida.
Rosa vivió una profunda vida de oración la cual no fue obstáculo para que también viviese una intensa preocupación por los demás. Pasarse largas horas en contemplación de Dios no es una dificultad para dedicar nuestro tiempo a los hermanos que nos necesitan.
Este es uno de los rasgos que personalmente más me gustan de Santa Rosa. Una Santa que no vivió escondida en el Convento, sino que participó en la vida y los problemas de la familia. Para mí, fue una Santa seglar. Santa en el mundo. La primera evangelización estuvo marcada por la santidad religiosa, episcopal, pero también por la santidad laical. Religiosos santos. Obispos Santos. Seglares Santos.
“LOS SEGLARES, CORAZÓN DE LA IGLESIA”
El Documento Aparecida define a los laicos como “los cristianos que están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el Pueblo de Dios y participan de las funciones de Cristo: sacerdote, profeta y rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo”. (n.209) Y cita a continuación el Documento de Pueblo donde se dice de ellos: “Son hombres de la Iglesia en el corazón del mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia.” (DP 786)
Por eso, los seglares están llamados a participar en la misión de la Iglesia y en la realización y humanización del mundo. Hablando de su participación en la misión de la Iglesia, los Obispos nos dicen: “Los laicos también están llamados a participar en la acción pastoral de la Iglesia, primero con el testimonio de su vida y, en segundo lugar, con acciones en el campo de la evangelización, la vida litúrgica y otras formas de apostolado, según las necesidades locales bajo la guía de sus pastores. Ellos (los pastores) estarán dispuestos a abrirles espacios de participación y a confiarles ministerios y responsabilidades en una Iglesia donde todos vivan de manera responsable su compromiso cristiano.” (A.211)
Hay en todo ello un cambio de mentalidad y también unas nuevas responsabilidades. Si los pastores (Sacerdotes y Obispos) antes lo hacían todo y se creían indispensables, hoy tienen que cambiar de actitud y tienen que incorporar a los seglares en la pastoral de la Iglesia. “Abrirles espacios de participación.” Es decir, crear nuevos espacios donde los seglares puedan tener una participación directa y responsable en la pastoral. Además, “confiarles ministerios y responsabilidades”.
Algo que para muchos no les será nada fácil porque romperá con eso de que “siempre ha sido así”. Es preciso crear nuevos ministerios para los laicos y fiarnos de ellos confiándoles responsabilidades. Nosotros nos somos los únicos responsables de la Iglesia y del Evangelio. Toda la Iglesia es responsable.
PREPARACIÓN DE LOS SEGLARES
Tanto la actuación en el mundo como en la Iglesia, requiere de una preparación. No se trata de improvisar. Uno de los grandes problemas con los que podemos contar es “creer que ya lo sabemos todo y que no necesitamos nos enseñen”. Sobre todo, el gran obstáculo suele ser la “falta de interés”. Una falta de interés porque aún no hemos tomado conciencia de nuestras responsabilidades.
El Documento Aparecida es claro: “Para cumplir su misión con responsabilidad personal, los laicos necesitan una sólida formación doctrinal, pastoral, espiritual y un adecuado acompañamiento para dar testimonio de Cristo y de los valores del reino en el ámbito de la vida social, económica, política y cultural.” (n.212)
Muchos no se deciden porque “no saben qué decir ni qué hacer”. Otros creen saberlo todo. Por eso cuando se organizan charlas, cursos de preparación, de ordinario apenas asiste nadie. Y los que asisten son los que están metidos siempre en todo.
Comprendo que no resulte fácil, pues hasta la actualidad les hemos mantenido totalmente al margen de las responsabilidades cristianas en el mundo y en la Iglesia. Ahora, de golpe, queremos y esperamos de ellos un cambio de mentalidad y de actitud. Cosa que siempre es fácil. Creemos que necesitamos tiempo de mentalización, tiempo para crear conciencia, tiempo para que aprendan a asumir sus responsabilidades bautismales.
En la Iglesia no todo se hace con asistir a Misa, por más que sea importante. Hay un compromiso que Jesús nos dejó a todos, pero que hasta ahora solo lo asumían los sacerdotes. Ahora cuando queremos delegar funciones en los seglares no es fácil encontrar respuestas, nadie tiene tiempo, todo el mundo está muy ocupado. Mientras tanto, la Iglesia está perdiendo su oportunidad.
¿Seremos capaces los sacerdotes de delegar funciones y responsabilidades en los seglares? ¿Serán los seglares suficientemente sensibles a su fe como para prepararse adecuadamente para estas responsabilidades?
YO SOY UN SEGLAR
¿Y qué tiene eso de especial? ¿Acaso eso de seglar o religioso es un título que nos acredita delante de Dios? Ante Dios somos sencillamente lo que somos: personas.
Por la misma carretera viajan seglares y sacerdotes y religiosos. ¿Acaso hay carreteras especiales para unos y otros? La verdad es que las calles por donde yo transito tienen los mismos baches para mí que soy sacerdote que para ti que eres seglar.
Cuando voy a un restaurante, que suelo ir muy pocas veces y esto cuando me invitan, nadie me pregunta si soy sacerdote o soy seglar.
Cuando voy a comprar algo, nadie me pregunta si soy seglar o soy sacerdote. Bueno, algunos ya me conocen, y me llaman “padre”.
Siempre nos imaginamos que lo importante son los caminos que nos llevan a Dios. Yo pienso que lo importante no son los caminos sino que lo importante es que soy yo que vivo o dejo de vivir lo que Dios quiere de mí.
Lo importante en la Iglesia no es qué camino he elegido, sino si vivo plenamente mi bautismo, mi matrimonio, mi sacerdocio. No importa dónde lo vivo, sino si lo vivo. No importa dónde estoy, sino si soy fiel a mi esposa o mi esposo donde quiera que encuentre.
¿Eres sacerdote? Te felicito. Sé un buen sacerdote.
¿Eres religioso? Te felicito. Vive feliz tu consagración.
¿Eres seglar? Te felicito. Vive a fondo tu Bautismo, tu Confirmación, tu Matrimonio.
Lo que nos santifica no son los caminos sino nuestra fidelidad a nuestros compromisos. No todos son abogados, felizmente. Tampoco todos son médicos, también hay enfermos. No todos son arquitectos, hay también albañiles. ¿No crees que cada uno es importante en su camino y su misión?
LO MEJOR, ENEMIGO DE LO BUENO
Esto lo hemos repetido infinidad de veces.
Hasta puede que haya en ello algo de razón,
pero también se presta a muchos engaños.
Como no puedo lograr lo mejor, me contento con lo bueno.
Como no puedo ser el primero, me contento con ser un mediano.
Como no puedo ser santo, me quedo en un bueno vulgar.
Como no puedo no puedo remediar los males del mundo, no hago nada.
Como no puedo no puedo remediar la pobreza del mundo, me cruzo de brazos.
Es que cuando se renuncia al ideal,
cualquier cosa se convierte en ideal.
Así como sentimos que no podemos llegar a ser lo que otros son,
me doy por satisfecho en ser cualquier cosa.
En realidad, debiéramos aspirar siempre a lo máximo,
aunque luego nos quedemos a medio camino.
Debiéramos aspirar a ser los primeros,
aunque luego nos quedemos en segundos o terceros.
Debiéramos aspirar a ser santos,
por más que luego nos quedemos en buenos.
Es que quien apunta bajo, nunca llegará alto.
Quien aspira a poco, nunca logrará mucho.
Decir que lo mejor es enemigo de lo bueno,
puede ser una trampa que nosotros mismos nos ponemos
para justificar nuestra pobre vulgaridad.
El deportista que se contenta con ser el último,
nunca se esforzará por ser primero.
Pero quien lucha por ser primero
es posible que llegue muy arriba.
Quien mira la cima de la montaña como un imposible
nunca saldrá del llano.
El alpinista vive de la ilusión de alcanzar las cimas,
a veces tienen que renunciar en el camino,
pero ya había llegado muy alto.
No te contentes con poco,
porque es posible que estés renunciando a lo mucho.
No te contentes con ser bueno,
porque es posible que estés frustrando el santo que Dios espera de ti.
Aspirar a lo mejor siempre será un aliciente
para que luches y vueles más alto.
Aspirar a lo mejor es vivir de la esperanza
que te dará fuerzas para luchar.
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sábado, 29 de agosto de 2009
Homilías y Reflexiones: XXII Domingo del T.O. (Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23) - Ciclo B
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