Por CAMINO MISIONERO
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 20-26
Jesús fijando la mirada en sus discípulos, dijo:
¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!
En estos tiempos que corren, es muy común leer en todos los medios estadísticas alarmantes. Por un lado aumento el índice de pobres. Cada vez son más los que eligen suicidarse. Un número sin precedente de muertos por violencia. Aumentan los enfermos de HIV. Son incontables los adictos a alguna droga. Violaciones y prostitución de niños. Los matrimonios cada vez duran menos, etc, etc, etc.
Somos bombardeados todos los días con estas noticias de tal manera, que llegamos a insensibilizarnos o a deprimirnos sin esperanza alguna. Estas reacciones son dos caras de la misma moneda. No podemos desmentir la realidad dura que nos toca vivir, pero tampoco debemos caer en la angustiosa radicalidad de convencernos que todo está perdido.
El hombre en busca del sentido, es el título de la obra maestra de Victor Frankl, que fue escrito después de vivir el infierno de un campo de concentración nazi, donde tuvo que vivir lo indecible, pero que a pesar de todo eso, este escrito se cuestiona sobre como superar todo lo malo, vivido y por vivir, si es posible... Les recomiendo la lectura de este libro, que estoy seguro alguna enseñanza les habrá de dejar.
Volviendo a lo nuestro, el cristiano a pesar de tener el mundo en su contra, viento y mareas intentando hundirlo, debe poner su brújula en Aquel que da el sentido verdadero y trascendente a su vida: Jesús.
Si nosotros ponemos los ojos en Él y afinamos nuestros oídos para escuchar su Palabra, entraremos en el fabuloso mundo propuesto por Dios y experimentado por los santos. Cristo nos propone una lógica nueva. Quizás muy loca para la mirada del mundo. Pero es la que debe dar sentido a nuestras vidas y con lo que daremos, también, el sentido a las vidas de nuestros hermanos.
¿A quien le creemos? ¿A Jesús cuando nos dice felices los pobres? O ¿A la publicidad que nos dice que no podemos ser feliz sin tener la última tecnología?
¿A quien le creemos? ¿A Jesús cuando dice felices los que tienen hambre? 0 ¿A Mc Donalds cuando te ofrece la cajita “feliz”?
¿A quien le creemos? ¿A Jesus cuando dice felices los que lloran? O ¿A la publicidad de la bebida alcoholica que nos ofrece diversión sin fin?
¿A quien le creemos? ¿A Jesús cuando nos dice felices los que la pasen mal por mi nombre? O ¿A los manuales de cómo conseguir el éxito en poco tiempo, pisando cabezas y cometiendo fechorías?
Es fácil. Es una cuestión de elegir: ¿El sacrificio que me ayuda a valorar las cosas? O ¿Lo fácil que me pierde y me aleja de mis hermanos?
Hay que creerle a Jesús, de lo contrario no podemos llamarnos cristianos. Porque cuando nuestros corazones se convierten al Amor del Señor, experimentamos la infinita gracia de no necesitar nada más que estar con Dios, compartiendolo con nuestros hermanos. Es por esto que estamos llamados a ser sal y luz en esta tierra. Si los cristianos no tienen fuerza, estan abatidos, deprimidos o derrotados, es porque no lo conocieron realmente a Jesús, o bien han renunciado a seguirlo, en su camino de la cruz, que nos llevará a la salvación eterna.
A continuación les transcribo un fragmento que les propongo para orar los interrogantes que hemos planteado hace apenas un momento y también para ejercitarnos en el manejo de la Biblia:
Bienaventuranzas bíblicas (Extraído de Orar con la Biblia)
José Caravias sj
1. Dichoso el mortal que vela por el derecho y practica la justicia (Is 56,1s).
2. Dichoso el que tiene piedad de los pobres (Prov 14,21).
3. El que confía en Yavé será feliz (Prov 16,20).
4. ¡Feliz el hombre a quien corrige Dios! (Job 5,17).
5. El respeto al Señor recrea el corazón, da contento y regocijo y largos días (Eclo 1,12).
6. Feliz el hombre que no se ha deslizado con su boca (Eclo 14,1).
7. Dichoso el hombre que se ejercita en la sabiduría, y que se hace preguntas hasta que obtiene respuestas (Eclo 14,20).
8. Dichoso el hombre que halla su felicidad en sus hijos (Eclo 25,7).
9. Dichoso el que no ha cometido errores hablando de más (Eclo 25,8).
10. ¡Dichoso el que encuentra un amigo y es capaz de dirigirse a un auditorio atento! (Eclo 25,9).
11. Dichoso el marido de una mujer buena; se doblarán los años de su vida (Eclo 26,1).
12. Dichoso el rico que es hallado intachable, y no se pervierte por la riqueza (Eclo 31,8).
13. Regocijo del corazón y contento del alma es el vino bebido a tiempo y con medida (Eclo 31,28).
14. Dichoso el que cuida del débil y del pobre; en el día malo lo pondrá a salvo el Señor (Sal 41,2).
15. Dichoso el que tú eliges y acercas para que viva en tus atrios (Sal 65,5).
16. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza y la esperanza de su corazón (Sal 84,6).
17. ¡Señor, dichoso el hombre que confía en ti! (Sal 84,13).
18. Dichoso el hombre al que tú educas, al que enseñas tu ley, Señor, dándole descanso tras los años duros (Sal 94,12s).
19. Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia (Sal 106,3).
20. Dichoso el que se apiada y presta y administra rectamente sus asuntos (Sal 112,5).
21. Felices los que guardan sus mandamientos y buscan a Dios con todo el corazón (Sal 119,2).
22. Dichosos los pobres con Espíritu, porque el reinado de Dios les pertenece (Mt 5,3).
23. Dichosos los afligidos, porque serán consolados (Mt 5,4).
24. Dichosos los desposeídos, porque heredarán la tierra (Mt 5,5).
25. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque se saciarán (Mt 5,6).
26. Dichosos los misericordiosos, porque los tratarán con misericordia (Mt 5,7).
27. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios (Mt 5,8).
28. Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios (Mt 5,9).
29. Dichosos los que son perseguidos por causa del bien, porque el reinado de Dios les pertenece. Dichosos ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo (Mt 5,10-12).
30. Dichosos ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece (Lc 6,20).
31. Dichosos ustedes los que ahora padecen hambre, porque serán saciados. Dichosos ustedes los que ahora lloran, porque después reirán (Lc 6, 21).
32. Dichosos ustedes cuando los hombres los odien, y los destierren, y los insulten, y, por causa del Hijo del hombre, proscriban su nombre como infame. Alégrense y salten de gozo cuando llegue ese momento, porque en el cielo les espera una gran recompensa (Lc 6,22s).
33. ¡Dichosos aquellos para quienes yo no soy causa de tropiezo! (Lc 7,23).
34. Felices los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica (Lc 11,28).
35. ¡Dichosos los que creen sin haber visto! (Jn 20,29).
36. ¡Dichosos aquellos a quienes Dios ha perdonado sus culpas y ha sepultado en lo profundo sus pecados! (Rm 4,7).
37. ¡Dichoso el hombre que puede tomar una decisión sin angustias de conciencia! (Rm 14,22).
38. Si son ultrajados por seguir a Cristo, dichosos ustedes, porque el Espíritu glorioso de Dios alienta en ustedes (1Pe 4,14).
39. Dichosos ya desde ahora los muertos que mueren en el Señor (Ap 14,13).
40. Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero (Ap 19,9).
41. Mira que estoy a punto de llegar. ¡Dichoso quien preste atención al mensaje profético de este libro! (Ap 22,7).
42. ¡Dichosos los que han decidido lavar sus vestiduras para tener acceso al árbol de la vida y poder entrar por las puertas de la ciudad! (Ap 22,14).
¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!
Compartiendo la Palabra
En estos tiempos que corren, es muy común leer en todos los medios estadísticas alarmantes. Por un lado aumento el índice de pobres. Cada vez son más los que eligen suicidarse. Un número sin precedente de muertos por violencia. Aumentan los enfermos de HIV. Son incontables los adictos a alguna droga. Violaciones y prostitución de niños. Los matrimonios cada vez duran menos, etc, etc, etc.
Somos bombardeados todos los días con estas noticias de tal manera, que llegamos a insensibilizarnos o a deprimirnos sin esperanza alguna. Estas reacciones son dos caras de la misma moneda. No podemos desmentir la realidad dura que nos toca vivir, pero tampoco debemos caer en la angustiosa radicalidad de convencernos que todo está perdido.
El hombre en busca del sentido, es el título de la obra maestra de Victor Frankl, que fue escrito después de vivir el infierno de un campo de concentración nazi, donde tuvo que vivir lo indecible, pero que a pesar de todo eso, este escrito se cuestiona sobre como superar todo lo malo, vivido y por vivir, si es posible... Les recomiendo la lectura de este libro, que estoy seguro alguna enseñanza les habrá de dejar.
Volviendo a lo nuestro, el cristiano a pesar de tener el mundo en su contra, viento y mareas intentando hundirlo, debe poner su brújula en Aquel que da el sentido verdadero y trascendente a su vida: Jesús.
Si nosotros ponemos los ojos en Él y afinamos nuestros oídos para escuchar su Palabra, entraremos en el fabuloso mundo propuesto por Dios y experimentado por los santos. Cristo nos propone una lógica nueva. Quizás muy loca para la mirada del mundo. Pero es la que debe dar sentido a nuestras vidas y con lo que daremos, también, el sentido a las vidas de nuestros hermanos.
¿A quien le creemos? ¿A Jesús cuando nos dice felices los pobres? O ¿A la publicidad que nos dice que no podemos ser feliz sin tener la última tecnología?
¿A quien le creemos? ¿A Jesús cuando dice felices los que tienen hambre? 0 ¿A Mc Donalds cuando te ofrece la cajita “feliz”?
¿A quien le creemos? ¿A Jesus cuando dice felices los que lloran? O ¿A la publicidad de la bebida alcoholica que nos ofrece diversión sin fin?
¿A quien le creemos? ¿A Jesús cuando nos dice felices los que la pasen mal por mi nombre? O ¿A los manuales de cómo conseguir el éxito en poco tiempo, pisando cabezas y cometiendo fechorías?
Es fácil. Es una cuestión de elegir: ¿El sacrificio que me ayuda a valorar las cosas? O ¿Lo fácil que me pierde y me aleja de mis hermanos?
Hay que creerle a Jesús, de lo contrario no podemos llamarnos cristianos. Porque cuando nuestros corazones se convierten al Amor del Señor, experimentamos la infinita gracia de no necesitar nada más que estar con Dios, compartiendolo con nuestros hermanos. Es por esto que estamos llamados a ser sal y luz en esta tierra. Si los cristianos no tienen fuerza, estan abatidos, deprimidos o derrotados, es porque no lo conocieron realmente a Jesús, o bien han renunciado a seguirlo, en su camino de la cruz, que nos llevará a la salvación eterna.
A continuación les transcribo un fragmento que les propongo para orar los interrogantes que hemos planteado hace apenas un momento y también para ejercitarnos en el manejo de la Biblia:
Bienaventuranzas bíblicas (Extraído de Orar con la Biblia)
José Caravias sj
1. Dichoso el mortal que vela por el derecho y practica la justicia (Is 56,1s).
2. Dichoso el que tiene piedad de los pobres (Prov 14,21).
3. El que confía en Yavé será feliz (Prov 16,20).
4. ¡Feliz el hombre a quien corrige Dios! (Job 5,17).
5. El respeto al Señor recrea el corazón, da contento y regocijo y largos días (Eclo 1,12).
6. Feliz el hombre que no se ha deslizado con su boca (Eclo 14,1).
7. Dichoso el hombre que se ejercita en la sabiduría, y que se hace preguntas hasta que obtiene respuestas (Eclo 14,20).
8. Dichoso el hombre que halla su felicidad en sus hijos (Eclo 25,7).
9. Dichoso el que no ha cometido errores hablando de más (Eclo 25,8).
10. ¡Dichoso el que encuentra un amigo y es capaz de dirigirse a un auditorio atento! (Eclo 25,9).
11. Dichoso el marido de una mujer buena; se doblarán los años de su vida (Eclo 26,1).
12. Dichoso el rico que es hallado intachable, y no se pervierte por la riqueza (Eclo 31,8).
13. Regocijo del corazón y contento del alma es el vino bebido a tiempo y con medida (Eclo 31,28).
14. Dichoso el que cuida del débil y del pobre; en el día malo lo pondrá a salvo el Señor (Sal 41,2).
15. Dichoso el que tú eliges y acercas para que viva en tus atrios (Sal 65,5).
16. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza y la esperanza de su corazón (Sal 84,6).
17. ¡Señor, dichoso el hombre que confía en ti! (Sal 84,13).
18. Dichoso el hombre al que tú educas, al que enseñas tu ley, Señor, dándole descanso tras los años duros (Sal 94,12s).
19. Dichosos los que respetan el derecho y practican siempre la justicia (Sal 106,3).
20. Dichoso el que se apiada y presta y administra rectamente sus asuntos (Sal 112,5).
21. Felices los que guardan sus mandamientos y buscan a Dios con todo el corazón (Sal 119,2).
22. Dichosos los pobres con Espíritu, porque el reinado de Dios les pertenece (Mt 5,3).
23. Dichosos los afligidos, porque serán consolados (Mt 5,4).
24. Dichosos los desposeídos, porque heredarán la tierra (Mt 5,5).
25. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque se saciarán (Mt 5,6).
26. Dichosos los misericordiosos, porque los tratarán con misericordia (Mt 5,7).
27. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios (Mt 5,8).
28. Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios (Mt 5,9).
29. Dichosos los que son perseguidos por causa del bien, porque el reinado de Dios les pertenece. Dichosos ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo (Mt 5,10-12).
30. Dichosos ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece (Lc 6,20).
31. Dichosos ustedes los que ahora padecen hambre, porque serán saciados. Dichosos ustedes los que ahora lloran, porque después reirán (Lc 6, 21).
32. Dichosos ustedes cuando los hombres los odien, y los destierren, y los insulten, y, por causa del Hijo del hombre, proscriban su nombre como infame. Alégrense y salten de gozo cuando llegue ese momento, porque en el cielo les espera una gran recompensa (Lc 6,22s).
33. ¡Dichosos aquellos para quienes yo no soy causa de tropiezo! (Lc 7,23).
34. Felices los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica (Lc 11,28).
35. ¡Dichosos los que creen sin haber visto! (Jn 20,29).
36. ¡Dichosos aquellos a quienes Dios ha perdonado sus culpas y ha sepultado en lo profundo sus pecados! (Rm 4,7).
37. ¡Dichoso el hombre que puede tomar una decisión sin angustias de conciencia! (Rm 14,22).
38. Si son ultrajados por seguir a Cristo, dichosos ustedes, porque el Espíritu glorioso de Dios alienta en ustedes (1Pe 4,14).
39. Dichosos ya desde ahora los muertos que mueren en el Señor (Ap 14,13).
40. Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero (Ap 19,9).
41. Mira que estoy a punto de llegar. ¡Dichoso quien preste atención al mensaje profético de este libro! (Ap 22,7).
42. ¡Dichosos los que han decidido lavar sus vestiduras para tener acceso al árbol de la vida y poder entrar por las puertas de la ciudad! (Ap 22,14).
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