Familia Beas: Misión en Angola
Pérez, 18 de febrero de 2008
Queridos amigos, que difícil se nos hizo escribir en este último tiempo, no sabemos si todos lo saben pero por las dudas les contamos, después de algunas dificultades con nuestro vuelo, regresamos de Angola, llegamos a la Argentina el dia 18 de enero, salimos de Luanda el día 15, después de pasar unos días de paseo y descanso con la comunidad de la Lixeira (basural), ya que salimos de Dondo el dia 6 de enero, entre llantos y pocas palabras, porque mucho no pudimos decir, ni en la cena, ni en la misa de despedida, era tanto lo que teníamos en nuestro corazón, que solo nos salían lagrimas, especialmente al ver a nuestros hijos con cuanto cariño se despidieron de sus amiguitos, especialmente de Lorenzo, Bebo, Fefinha, Finoca, y cada vecinito, con quienes compartieron tantos juegos, peleas, perdones, QUE PEDAZO DE MISIONEROS QUE SON LOS CHICOS CARAJO!!!!!!, POR ESO SON LOS PREFERIDOS DE JESUS, CUANDO APRENDEREMOS A TENER REALMENTE ALMA DE NIÑOS, no repararon en el color, en las diferencias, en la cultura, de dieron y recibieron, en abundancia, sin cálculos, ni prejuicios, cuanto nos enseñaron.
Recién ahora estamos dándonos cuenta de todo lo que vivimos en Angola, ahora que ya estamos en casa, cuando, gracias a Dios, ya estamos trabajando, y tenemos el comienzo de clases encima, después de ser recibidos con tanto cariño por nuestras familias, amigos y comunidad, a medida que pasan los días y nos vamos a adaptando a estar de nuevo aquí, en nuestro querido país, a medida que contamos lo que hemos vivido vamos descubriendo, nuevas cosas, sentimientos, sensaciones, que tenemos en nuestro corazón.
El primer sentimiento que sentimos es de inmensa gratitud, a Dios por sobre todas las cosas, por habernos invitado a vivir esta vida misionera, por habernos elegido a pesar de lo poco que podemos ofrecer a la misión, por cada misión de la que hemos participado y participaremos a lo largo de nuestra vida, pero especialmente por habernos hecho participes de la misión de la iglesia en África. También gratitud hacia nuestra familia, amigos, comunidad, diócesis, dehonianos, salesianos, ustedes, porque con su si, hicieron posible el nuestro, durante todo el año nos sentimos acompañados, en cada rezo del rosario, en cada eucaristía, en cada momento difícil, en cada dificultad, en cada alegría, en cada esperanza o tristeza, siempre estuvieron con nosotros, porque sin la comunidad que envía, el misionero no tiene sentido, y realmente nos sentimos enviados, gracias.
Otro de los sentimientos que tenemos es el de no encontrar la forma de expresar lo que hemos vivido, nada de lo que digamos o expresamos nos parece suficiente para contar la experiencia de Dios que hemos tenido y también en eso radica la dificultad para escribir.
Pero vamos a intentar en esta carta responder a esta pregunta o afirmación, que se nos presenta desde que llegamos, que experiencia!!!!..no????.
Y realmente fue una gran experiencia, una experiencia transformadora, profunda, que nos obligo a convertirnos cada día, a soltar seguridades y creer que Dios no nos abandona, y hace de nuestra pobreza una riqueza para los demás.
Fue una intima experiencia de familia, ¡que hermoso año!, en donde compartimos tanto tiempo juntos, sin tantas cosas que nos quitan, casi sin darnos cuenta, momentos únicos para rezar, para hablar, para escuchar, para expresar, para proteger, para discutir, para perdonar, para en una palabra SER FAMILIA.
Fue una gran experiencia social, estar en medio de un pueblo pobre, sufrido, que sale de a poco de los traumas que les dejo una guerra cruel, hasta el 2002, poder valorar hasta el pavimento que tenemos en Pérez, o el agua potable, o la vacuna contra la polio, el medico, la escuela, todo, …compartiendo sus luchas, progresos y fracasos, sufriendo minimamente lo mismo, y tratando de dar lo nuestro, por ej cuando nos toco enfermar de malaria o escuchar las historias de los jóvenes que se reunían los sábados a la noche en casa, historias difíciles, de jóvenes que se animan a soñar a pesar de ellas o mejor a partir de ellas, en donde solo pudimos dar una palabra de aliento o grandes silencios tratando de sentir lo que ellos tan generosamente nos contaban, o cuidar a Lorenzo, ese bebe que quedara para siempre en nuestros corazones, por su fragilidad y a la vez sus enormes deseos de vivir, o los abrazos de Finoca (una nena de 2 años mas o menos)
cuando entrábamos al patio de la misión, o la sonrisa de Bebo, el hermanito mayor, o
cuando en el patio de casa teníamos 20 0 30 chicos jugando y compartiendo con nuestros hijos y cada tanto nos preguntaban como era Argentina, como era la familia argentina.
Una inmensa experiencia cultural, viendo, disfrutando de cada signo del evangelio en esta cultura tan comunitaria como la africana, en donde las mujeres se destacan por su trabajo y entrega (la mayoría va a la labra de donde sacan la comida diaria, transportando las mandiocas, choclos, papas o camotes, que cultivaron, mas la azada y el machete en su cabeza, mas un hijito atado en la espalda, caminando muchos km, y
después cocina y lava la ropa en el río, etc.), o en su sistema de familia extensa, donde todos son responsables de todos, o en el lugar que tienen los viejos, son los mas respetados y generalmente el mas viejo junto con el concejo de ancianos es el responsable de la comunidad, pero especialmente en su manera de expresar todo, la vida y la muerte, la alegría y la tristeza, con danzas y cantos que expresan su origen milenario. (todo esto se da especialmente en las aldeas, en las ciudades se esta perdiendo por el avance de la cultura individualista y occidental).
Una original, generosa y maravillosa experiencia eclesial, en donde todas las vocaciones a la que Dios llama trabajan juntas, tratando de respetar la originalidad de cada una de ellas, los sacerdotes, las religiosas, los hermanos religiosos, los laicos solteros, jóvenes y no tanto, las familias, poniendo sus valores, características y talentos al servicio de la construcción del reino de Dios, de una sociedad con mejores oportunidades para todos, mas justa. Nosotros como matrimonio y familia nos sentimos totalmente respetados, comprendidos y apoyados en nuestra vocación misionera familiar, desde lo logístico (vivíamos en una casa dentro de la ciudad, no en la comunidad religiosa, lo que nos permitió hacer realmente vida de familia), hasta en la espiritualidad propia de la familia o simplemente comprendiendo que el trabajo de la familia en la misión va a otro ritmo, depende de los chicos, como se adaptan, cuando nos enfermamos, etc. (por ej, lo único que nos pedían al principio era vivir en casa y compartir nuestra vida de familia con los vecinos), en donde la MISION, atraviesa todo el trabajo pastoral, lo que permite ver que a pesar de los problemas diarios, hay un objetivo común mas importante, el anuncio del Reino. En donde todos saben que se hace lo que se puede, de acuerdo a las condiciones en que se trabaja, y Dios hace el inmenso resto, pero nadie mezquina entrega o esfuerzo, en donde cada uno da hasta lo ultimo que tiene cada día, y en eso realmente estamos sorprendidos de cómo Dios sostiene a los salesianos en esta obra inmensa, con sus centros profesionales, de donde salen jóvenes formados con un mínimo de conocimiento en oficios, o las escuelas, que tratan de dar instrucción a tantos, o la atención a las distintas comunidades, grupos y movimientos,… etc. Y en donde necesitan tanto de maestros, de aula y oficios, médicos, enfermeros, y todo aquel que quiera darse. En donde también tuvimos que aprender a respetar, a ese pueblo de Angola en su forma de expresar y vivir la fe, o las celebraciones, cuanta alegría nos brindaron en cada visita a las pequeñas comunidades de las aldeas, cuanta generosidad en los almuerzos compartidos, gracias Dios por permitirnos acercarle la eucaristía a aquel catequista anciano, o rezar en el velorio de un niño junto con la familia, o charlar de los problemas de cada comunidad, o el trabajo de los catequistas, animadores laicos, cuanta entrega a Dios, a los hermanos.
Una experiencia profundamente humana, en donde tuvimos que sacar todas nuestras fuerzas para respetar a los demás, a tratar de pensar desde su lugar, especialmente en el trabajo en el centro profesional, en la escuela, ver como el día a día es mas importante que los grandes proyectos, en donde nos sentimos muchas veces inútiles, o sin posibilidad de ayudar, comprender, en donde también mostramos todas nuestras miserias y debilidades con nuestros enojos e incomprensiones, en donde nos sentimos perdonados y queridos, en donde sentimos una gran lección de amor, y ver que las diferencias culturales se terminan en el corazón, o en los rostros de sufrimiento, alegría o tristeza, en el dolor y la desesperación, la esperanza, la risa, o el llanto, ver como el hombre puede llegar a ser cruel o bondadoso, dominador o solidario, explotador o justo, en cualquiera de las culturas en que se exprese.
Una profética experiencia misionera, esto es merito a la confianza infinita que nos demuestran los salesianos de Angola, la misión junto con laicos aun esta en pañales, ahora, la misión ad gentes con familias es realmente una 'locura', pero ellos confían e invitan, van caminando, gracias a este coraje ofrecen al mundo el total de la vocaciones a las cuales somos llamados los cristianos, gracias a esto hemos encontrado la posibilidad de vivir nuestro compromiso misionero como familia, compartiendo nuestra fe con el pueblo angolano, cuantos canales de participación se necesitan para que muchos otros (laicos y familias) puedan llevar adelante su vocación, ese es el desafío y la invitación para otros, para que desde los lugares donde se deciden las cosas podamos construir caminos de misión para todos, en ese camino esta el profetismo para nosotros mismos, los que somos IGLESIA, PUEBLO DE DIOS. Profética también porque desde el trabajo cotidiano se quiere construir un mundo en donde quepan todos los mundos, como decía Pocho Lepratti.
Terminando y sabiendo que no hemos podido transcribir todo lo que sentimos, les decimos que Dios sigue llamando, a la misión, a la entrega diaria, a salir de nosotros mismos para compartir con los demás nuestro tesoro, Jesús, todos estamos llamados a mostrar al mundo lo maravilloso que es el proyecto del Reino, pero depende de nosotros Dios siempre respeta nuestra decisión, hoy nos sigue interpelando a través de cada injusticia, de cada sufrimiento, de cada falta de desarrollo, de cada enfermo, olvidado, abandonado, marginado, se necesitan muchas cosas, pero solo una da respuesta, TU SI.
Tu ciudad, tu comunidad, tu parroquia, tu diócesis, tu país, Angola y el mundo necesitan de muchos como vos que no se resignan, que confían en Dios, que no bajan los brazos, El te esta invitando, ..'Quien pierda su vida por Mi, se salvara', creemos en esta promesa, estamos dispuestos?, gracias nuevamente, hasta la próxima eucaristía y que Nuestra Madre del Cielo nos cubra con su manto.
Recién ahora estamos dándonos cuenta de todo lo que vivimos en Angola, ahora que ya estamos en casa, cuando, gracias a Dios, ya estamos trabajando, y tenemos el comienzo de clases encima, después de ser recibidos con tanto cariño por nuestras familias, amigos y comunidad, a medida que pasan los días y nos vamos a adaptando a estar de nuevo aquí, en nuestro querido país, a medida que contamos lo que hemos vivido vamos descubriendo, nuevas cosas, sentimientos, sensaciones, que tenemos en nuestro corazón.
El primer sentimiento que sentimos es de inmensa gratitud, a Dios por sobre todas las cosas, por habernos invitado a vivir esta vida misionera, por habernos elegido a pesar de lo poco que podemos ofrecer a la misión, por cada misión de la que hemos participado y participaremos a lo largo de nuestra vida, pero especialmente por habernos hecho participes de la misión de la iglesia en África. También gratitud hacia nuestra familia, amigos, comunidad, diócesis, dehonianos, salesianos, ustedes, porque con su si, hicieron posible el nuestro, durante todo el año nos sentimos acompañados, en cada rezo del rosario, en cada eucaristía, en cada momento difícil, en cada dificultad, en cada alegría, en cada esperanza o tristeza, siempre estuvieron con nosotros, porque sin la comunidad que envía, el misionero no tiene sentido, y realmente nos sentimos enviados, gracias.
Otro de los sentimientos que tenemos es el de no encontrar la forma de expresar lo que hemos vivido, nada de lo que digamos o expresamos nos parece suficiente para contar la experiencia de Dios que hemos tenido y también en eso radica la dificultad para escribir.
Pero vamos a intentar en esta carta responder a esta pregunta o afirmación, que se nos presenta desde que llegamos, que experiencia!!!!..no????.
Y realmente fue una gran experiencia, una experiencia transformadora, profunda, que nos obligo a convertirnos cada día, a soltar seguridades y creer que Dios no nos abandona, y hace de nuestra pobreza una riqueza para los demás.
Fue una intima experiencia de familia, ¡que hermoso año!, en donde compartimos tanto tiempo juntos, sin tantas cosas que nos quitan, casi sin darnos cuenta, momentos únicos para rezar, para hablar, para escuchar, para expresar, para proteger, para discutir, para perdonar, para en una palabra SER FAMILIA.
Fue una gran experiencia social, estar en medio de un pueblo pobre, sufrido, que sale de a poco de los traumas que les dejo una guerra cruel, hasta el 2002, poder valorar hasta el pavimento que tenemos en Pérez, o el agua potable, o la vacuna contra la polio, el medico, la escuela, todo, …compartiendo sus luchas, progresos y fracasos, sufriendo minimamente lo mismo, y tratando de dar lo nuestro, por ej cuando nos toco enfermar de malaria o escuchar las historias de los jóvenes que se reunían los sábados a la noche en casa, historias difíciles, de jóvenes que se animan a soñar a pesar de ellas o mejor a partir de ellas, en donde solo pudimos dar una palabra de aliento o grandes silencios tratando de sentir lo que ellos tan generosamente nos contaban, o cuidar a Lorenzo, ese bebe que quedara para siempre en nuestros corazones, por su fragilidad y a la vez sus enormes deseos de vivir, o los abrazos de Finoca (una nena de 2 años mas o menos)
cuando entrábamos al patio de la misión, o la sonrisa de Bebo, el hermanito mayor, o
cuando en el patio de casa teníamos 20 0 30 chicos jugando y compartiendo con nuestros hijos y cada tanto nos preguntaban como era Argentina, como era la familia argentina.
Una inmensa experiencia cultural, viendo, disfrutando de cada signo del evangelio en esta cultura tan comunitaria como la africana, en donde las mujeres se destacan por su trabajo y entrega (la mayoría va a la labra de donde sacan la comida diaria, transportando las mandiocas, choclos, papas o camotes, que cultivaron, mas la azada y el machete en su cabeza, mas un hijito atado en la espalda, caminando muchos km, y
después cocina y lava la ropa en el río, etc.), o en su sistema de familia extensa, donde todos son responsables de todos, o en el lugar que tienen los viejos, son los mas respetados y generalmente el mas viejo junto con el concejo de ancianos es el responsable de la comunidad, pero especialmente en su manera de expresar todo, la vida y la muerte, la alegría y la tristeza, con danzas y cantos que expresan su origen milenario. (todo esto se da especialmente en las aldeas, en las ciudades se esta perdiendo por el avance de la cultura individualista y occidental).
Una original, generosa y maravillosa experiencia eclesial, en donde todas las vocaciones a la que Dios llama trabajan juntas, tratando de respetar la originalidad de cada una de ellas, los sacerdotes, las religiosas, los hermanos religiosos, los laicos solteros, jóvenes y no tanto, las familias, poniendo sus valores, características y talentos al servicio de la construcción del reino de Dios, de una sociedad con mejores oportunidades para todos, mas justa. Nosotros como matrimonio y familia nos sentimos totalmente respetados, comprendidos y apoyados en nuestra vocación misionera familiar, desde lo logístico (vivíamos en una casa dentro de la ciudad, no en la comunidad religiosa, lo que nos permitió hacer realmente vida de familia), hasta en la espiritualidad propia de la familia o simplemente comprendiendo que el trabajo de la familia en la misión va a otro ritmo, depende de los chicos, como se adaptan, cuando nos enfermamos, etc. (por ej, lo único que nos pedían al principio era vivir en casa y compartir nuestra vida de familia con los vecinos), en donde la MISION, atraviesa todo el trabajo pastoral, lo que permite ver que a pesar de los problemas diarios, hay un objetivo común mas importante, el anuncio del Reino. En donde todos saben que se hace lo que se puede, de acuerdo a las condiciones en que se trabaja, y Dios hace el inmenso resto, pero nadie mezquina entrega o esfuerzo, en donde cada uno da hasta lo ultimo que tiene cada día, y en eso realmente estamos sorprendidos de cómo Dios sostiene a los salesianos en esta obra inmensa, con sus centros profesionales, de donde salen jóvenes formados con un mínimo de conocimiento en oficios, o las escuelas, que tratan de dar instrucción a tantos, o la atención a las distintas comunidades, grupos y movimientos,… etc. Y en donde necesitan tanto de maestros, de aula y oficios, médicos, enfermeros, y todo aquel que quiera darse. En donde también tuvimos que aprender a respetar, a ese pueblo de Angola en su forma de expresar y vivir la fe, o las celebraciones, cuanta alegría nos brindaron en cada visita a las pequeñas comunidades de las aldeas, cuanta generosidad en los almuerzos compartidos, gracias Dios por permitirnos acercarle la eucaristía a aquel catequista anciano, o rezar en el velorio de un niño junto con la familia, o charlar de los problemas de cada comunidad, o el trabajo de los catequistas, animadores laicos, cuanta entrega a Dios, a los hermanos.
Una experiencia profundamente humana, en donde tuvimos que sacar todas nuestras fuerzas para respetar a los demás, a tratar de pensar desde su lugar, especialmente en el trabajo en el centro profesional, en la escuela, ver como el día a día es mas importante que los grandes proyectos, en donde nos sentimos muchas veces inútiles, o sin posibilidad de ayudar, comprender, en donde también mostramos todas nuestras miserias y debilidades con nuestros enojos e incomprensiones, en donde nos sentimos perdonados y queridos, en donde sentimos una gran lección de amor, y ver que las diferencias culturales se terminan en el corazón, o en los rostros de sufrimiento, alegría o tristeza, en el dolor y la desesperación, la esperanza, la risa, o el llanto, ver como el hombre puede llegar a ser cruel o bondadoso, dominador o solidario, explotador o justo, en cualquiera de las culturas en que se exprese.
Una profética experiencia misionera, esto es merito a la confianza infinita que nos demuestran los salesianos de Angola, la misión junto con laicos aun esta en pañales, ahora, la misión ad gentes con familias es realmente una 'locura', pero ellos confían e invitan, van caminando, gracias a este coraje ofrecen al mundo el total de la vocaciones a las cuales somos llamados los cristianos, gracias a esto hemos encontrado la posibilidad de vivir nuestro compromiso misionero como familia, compartiendo nuestra fe con el pueblo angolano, cuantos canales de participación se necesitan para que muchos otros (laicos y familias) puedan llevar adelante su vocación, ese es el desafío y la invitación para otros, para que desde los lugares donde se deciden las cosas podamos construir caminos de misión para todos, en ese camino esta el profetismo para nosotros mismos, los que somos IGLESIA, PUEBLO DE DIOS. Profética también porque desde el trabajo cotidiano se quiere construir un mundo en donde quepan todos los mundos, como decía Pocho Lepratti.
Terminando y sabiendo que no hemos podido transcribir todo lo que sentimos, les decimos que Dios sigue llamando, a la misión, a la entrega diaria, a salir de nosotros mismos para compartir con los demás nuestro tesoro, Jesús, todos estamos llamados a mostrar al mundo lo maravilloso que es el proyecto del Reino, pero depende de nosotros Dios siempre respeta nuestra decisión, hoy nos sigue interpelando a través de cada injusticia, de cada sufrimiento, de cada falta de desarrollo, de cada enfermo, olvidado, abandonado, marginado, se necesitan muchas cosas, pero solo una da respuesta, TU SI.
Tu ciudad, tu comunidad, tu parroquia, tu diócesis, tu país, Angola y el mundo necesitan de muchos como vos que no se resignan, que confían en Dios, que no bajan los brazos, El te esta invitando, ..'Quien pierda su vida por Mi, se salvara', creemos en esta promesa, estamos dispuestos?, gracias nuevamente, hasta la próxima eucaristía y que Nuestra Madre del Cielo nos cubra con su manto.
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