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MISIONEROS EN CAMINO: Evangelio Misionero del Dia: 16 de Diciembre de 2010 - SEMANA III° DE ADVIENTO - CICLO A
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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Evangelio Misionero del Dia: 16 de Diciembre de 2010 - SEMANA III° DE ADVIENTO - CICLO A


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 7, 24-30

Cuando los enviados de Juan el Bautista partieron, Jesús comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo:
«¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes. ¿Qué salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta.
Él es aquél de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino.
Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él».
Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él, frustraron el designio de Dios para con ellos.

Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

Una pareja estéril experimenta la misericordia de Dios
“No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada;
Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan;
será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento”

En los dos días anteriores leímos el primer capítulo del Evangelio de Mateo, a partir de hoy comenzamos la lectura de los dos primeros capítulos del Evangelio de Lucas. Siguiendo el orden de los llamados “Relatos de Infancia”, vamos a ver cómo la venida histórica de Dios entre nosotros, en Jesús, es la respuesta definitiva a la larga esperanza del pueblo de Israel.

Después un breve prólogo (ver Lucas 1,1-4), comienza el relato con estas palabras: “Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías... casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel” (v.5).

Una vez que se menciona la época y se presentan la pareja de Zacarías e Isabel, se narra la concepción milagrosa de Juan Bautista, el precursor del Mesías.

Releyendo el texto podríamos descubrir algunos puntos que el evangelista acentúa:


1. La “Buena Nueva” para una pareja

Dios actúa dentro de la realidad concreta de una pareja que tiene todos los títulos para ser considerada “santa” (ver 1,6) pero que ve empañada la felicidad de su hogar por una desgracia: no pueden tener hijos, ante todo por causa de la esterilidad pero también ahora por la vejez (ver 1,7).

El anuncio que cambia la situación de Zacarías e Isabel, y que es también el comienzo de una serie de acciones salvíficas de Dios en una nueva y definitiva etapa de la historia, es calificado de “Buena Noticia” (1,19). Esta es la primera buena noticia que se anuncia de parte de Dios. El gozo que trae la realización de lo anunciado lo vemos expresado en las palabras de Isabel al final del evento: “El Señor se dignó quitar mi oprobio entre los hombres” (1,25).


2. Las actitudes de una familia que sabe esperar las promesas del Señor
Ya que Zacarías y el pueblo en oración en el Templo representan al Israel que espera la venida del Mesías, podemos ver cómo sus actitudes corresponden a las que debe tener una persona que espera en las promesas del Señor.
Aprendamos de ellos estas tres actitudes:

• Confiar en el Señor (1,12-13): Es el Ángel el que le dice “no temas”, invitándolo así a dejar a un lado el miedo y la confusión que se siente cuando no se ve claro el futuro, para confiar y tener seguridad sólo en Dios. La espera debe estar sostenida por la confianza en Dios.

• Orar al Señor (1,8-10.13): Por la oración en el Templo, Zacarías y el pueblo le recuerdan a Dios su pacto y su fidelidad, su compromiso para intervenir por su pueblo. Zacarías como sacerdote unió a esta oración las expectativas concretas de este pueblo y también sus propias necesidades. Dios lo escuchó: “Tu petición ha sido escuchada” (v.13). También en la oración Isabel toma conciencia de la manera como Dios ha respondido a la oración (ver 1,25).

• Creer en el Señor. El Ángel le dice a Zacarías: “mis palabras... se cumplirán a su tiempo”, y le da un signo: “no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas” (1,20). La actitud de Zacarías, que le merece el reproche del Ángel ―“no diste crédito a mis palabras”―, es exactamente contraria a la de María: “Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor” (1,45). Hay que creer en la eficacia de la Palabra de Dios.

Estas tres actitudes que caracterizan a estos personajes que representan la etapa final del largo Adviento del pueblo de Israel, tienen un fundamento que está enunciado en una promesa: “Será para ti gozo y alegría, y muchos se alegrarán con su nacimiento” (1,14).

El don de la vida que nace trae “alegría” y la “exultación” a quien lo sabe acoger. El Evangelio es invitación a la alegría plena y auténtica. Y de esto nos da ejemplo el pueblo que acoge la obra salvífica de Dios a lo largo de todo el Evangelio (ver el caso de María, 1,48; de los parientes de Isabel, 1,58; de los pastores y de todo el pueblo, 2,19; de los discípulos, 10,17; de Jesús, 10,21).


3. El perfil del hijo

La respuesta de Dios a la oración de Zacarías es el don de un hijo. Con este don Dios no sólo ha respondido a la petición personal de un hombre atribulado por no haber tenido hijos sino también a la oración del pueblo en el Templo que suplica la venida del Mesías. El niño que viene es precisamente el precursor del Mesías: Juan.

En el relato de hoy vemos cómo se describe cuidadosamente la persona y la misión de Juan.

La persona de Juan

Notemos las cuatro características de la persona de Juan que el Ángel Gabriel enuncia:
(1) “será grande” (1,15a);
(2) “no beberá vino ni licor” (1,15b);
(3) “estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre” (1,15c);
(4) “irá delante... con el espíritu y el poder de Elías” (1,17).

Observemos, sobre todo, que Dios prepara a sus enviados. En el caso de Juan, se ve que ya desde el período prenatal Dios posa su mano sobre él (1,66) para santificarlo con su Santo Espíritu.

La misión de Juan

La misión de Juan está enunciada en esta frase: “preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (1,17). “Bien dispuesto” quiere decir “abierto a Dios en un camino de conversión”.

La misión de Juan consiste en hacer que todos se interesen por la voluntad de Dios y caminen según sus criterios, dándole así una orientación nueva y profunda al corazón:
(1) en la relación con Dios: “a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios” (1,16);
(2) en la relación con los otros, especialmente la relación familiar: “hacer volver los corazones de los padres a los hijos” (1,17). ¡La conversión comienza por la casa!

Con el anuncio del nacimiento del precursor del Mesías, se avisa que está llegando el nuevo tiempo largamente esperado. El gran gozo que inundó vida de un par de ancianos, Zacarías e Isabel, que hallaron respuesta a sus oraciones, será también el nuestro si le damos continuidad a sus actitudes en nuestras vidas.


Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:

1. ¿Cómo vivimos nuestras situaciones negativas? ¿Qué nos enseñan las actitudes de Zacarías?

2. ¿Cuáles son las características de la figura de Juan Bautista y cuál es su misión? Y bajo esta luz: ¿Cuáles son las características de un Evangelizador?

3. ¿Cómo acojo las buenas noticias que el Señor me da a través de su Palabra (en la Sagrada Escritura y por la voz de sus mensajeros)?

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WebJCP | Abril 2007