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lunes, 26 de julio de 2010

Evangelio Misionero del Dia: 27 de Julio de 2010 - SEMANA XVII DURANTE EL AÑO


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 36-43

Dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».
Él les respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y éstos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre.
¡El que tenga oídos, que oiga!»

Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

No el juicio sino la pedagogía de la conversión
“Explícanos la parábola de la cizaña del campo”

El pasaje en el cual Jesús explica la parábola del trigo y la cizaña, nos permite en esta ocasión colorear –así sea brevemente- su contexto.

Con esta parábola Jesús (y la comunidad de Mateo) le estaba dando respuesta al movimiento fariseo de segregación. Según los fariseos, solamente los “puros” (ritualmente hablando) podrían constituir la comunidad de la alianza con Dios. Jesús, en cambio –como ya hemos visto-, se mezclaba con pecadores y admitía en su compañía los publicanos.

El tema de la “paciencia de Dios” vuelve a aparecer en este contexto. Los fariseos no empleaban pedagogías para acompañar los procesos de vuelta a casa de “las ovejas perdidas de la casa de Israel” (10,6), simplemente se hacían señalamientos de categorías de personas y se anunciaba el castigo venidero para quien perseverara en la pérfida conducta. Pero resulta que el aceite de la evangelización es la paciencia.

La explicación de parábola, de todas maneras recuerda que hay un juicio de Dios. Lo hace de manera total que debería provocar en el oyente una actitud más vigilante y cuidadosa en el cumplimiento de la Palabra. Pero es claro que la finalidad no es infundir terrorismo espiritual.

Al juicio de Dios debe corresponder una Iglesia que no negocia los principios del evangelio y que sostiene el anuncio, aún en las ocasiones en las cuales no encuentre la esperada respuesta.

Sin embargo, es más importante todavía la pedagogía de la paciencia que trabaja a fondo las realidades negativas que se oponen al evangelio. Para ello el primer paso no puede ser el juicio (“¿la arrancamos?) sino el respeto, no la intransigencia sino la misericordia de quien sabe acercarse con la prontitud de Jesús (así el leproso, el centurión, los gadarenos, leví… no fueran inicialmente dignos de Él).

Y no olvidemos que de todas maneras el terreno es de Él.


Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

1. ¿Cuál es mi actitud frente a algunas situaciones de pecado que son evidentes en la sociedad en la que vivo?

2. ¿Qué es eso de la pedagogía de la paciencia?

3. ¿Cómo se predica hoy el juicio de Dios? ¿El tema le dice algo a la gente?


“He visto esto claro por mí, y no veo, Criador mío, por qué todo el mundo no se procure llegar a Vos por esta particular amistad” (Santa Teresa de Jesús).

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WebJCP | Abril 2007